convertirse en héroe?

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En estos cinco días, Genos seguía anonadado. Medu, una criatura capaz de destruir el mundo con rayos, resultaba ser una adolescente apasionada, o al menos así actuaba. Kurama, por otro lado, parecía un ser venido de otra realidad, alguien extremadamente arrogante por fuera, pero amigable en el fondo. Y Saitama, bueno... Saitama era exactamente igual al que conocía del anime de su vida anterior, con la misma indiferencia y despreocupación.

Genos, vestido con un delantal rosa, hacía el almuerzo y prendió la televisión de la sala. Mientras tanto, Kurama y Medu, cómodamente acostados, jugaban en la consola. Saitama, recostado en el sofá, con sus zapatos sobre la mesa y su reloj de marca en la muñeca, descansaba cuando el noticiero mostró un reportero anunciando con sorpresa:

—¡La banda de terroristas Togen, un grupo compuesto por calvos, está luchando contra el trabajo! ¡En estos momentos, planean destruir el edificio en Ciudad F para demostrar sus convicciones!

Saitama, molesto, se levantó y gritó: —¡Esos calvos arruinan mi imagen! ¡Vamos!

Genos, mirando a Kurama, le preguntó: —¿Quieres ir?

Kurama, intrigado, aceptó, y Medu, que no quería quedarse sola, también los siguió. Mientras caminaban por la calle, Saitama con su traje negro y corbata parecía intimidante. La gente, al verlo, se asustó al principio, pero luego alguien gritó: —¡Es el Calvo Dorado!

Todos se sorprendieron y empezaron a murmurar sobre él. El Calvo Dorado, conocido por hacerse millonario de la noche a la mañana, había comprado la mansión más cara en Ciudad H. Era la octava persona más rica del mundo. La multitud asumió rápidamente: —¡Seguramente está aquí porque esos terroristas calvos arruinan su imagen!

Con la gente siguiéndolo, Saitama continuó su camino. Genos, Kurama, y Medu, que descansaba en la cabeza de Kurama, lo acompañaban. Al llegar frente a los terroristas, Saitama gritó: —¡Ustedes, malditos! ¡Se raparon y arruinaron mi perfil!

Los terroristas lo miraron confundidos, pensando que quería unirse a su grupo, pero uno de ellos lo reconoció: —¡Es el Calvo Dorado!

Llenos de enojo, comenzaron a gritarle: —¡Es por gente como tú, que gana dinero sin trabajar, que nosotros estamos así!

Saitama les respondió, irritado: —Cuando yo era como ustedes, también era pobre, sin empleo y vivía en una casa pequeña.

Miró a Kurama y Medu antes de continuar: —Pero mis amigos me ayudaron a salir adelante. ¿Por qué en lugar de quejarse no hacen algo al respecto?

Después, con más calma, les ofreció: —Les daré 3 millones a cada uno de ustedes, pero no quiero volver a verlos haciendo esto.

Saitama pisó el suelo con fuerza, creando un cráter de 2 metros de profundidad y 5 de ancho. Los camarógrafos captaron todo el momento. Los terroristas, conmovidos, algunos incluso llorando, aceptaron la oferta. Saitama sacó su tarjeta y dijo: —Vamos a un banco, les transferiré el dinero.

En el banco, Saitama habló con uno de los empleados: —Entonces, el número es 5732 y 98, ¿es correcto?

El empleado asintió, y Saitama comenzó a transferirles el dinero. Pasaron dos horas así...

Mientras tanto, afuera del banco, Kurama y Medu jugaban a las atrapadas. Kurama, lleno de orgullo, decía: —¡No podrás atraparme, pequeña Medu! ¡Con mi técnica es imposible!

Medu, frustrada, gritó: —¡Eso ni siquiera es moverse! ¡Te estás teletransportando con tu jutsu del dios del trueno volador!

Genos miraba la escena con sorpresa. Kurama, orgulloso, dijo: —¡Incluso sin esta habilidad es imposible que me atrapes!

Medu, cansada de la arrogancia, lo retó: —¡Entonces no la uses!

La cara de Kurama se sonrojó de vergüenza por un instante y murmuró para sí mismo: —¿Por qué dije eso?

Aun así, ambos comenzaron a correr a la velocidad de la luz. Para cualquiera que los viera, solo eran destellos rojo y blanco recorriendo la ciudad. Cuando Saitama salió del banco y los vio, solo dijo: —Vámonos a casa.

Kurama se detuvo, riendo: —¡Jajaja! ¡Gané, Medu!

Medu, irritada, se quejó: —¡No es justo, señor Kurama! ¡Tienes cuatro patas y yo tengo que volar!

Kurama fingió no escucharla y siguió junto a Genos y Saitama. Medu, como venganza, se acomodó en su cabeza, bloqueándole la vista con sus tentáculos, pero Kurama, utilizando su percepción de chakra y haki de observación, siguió caminando sin problemas.

Durante el viaje, Genos le preguntó a Saitama: —Sensei, parece que nadie reconoce su fuerza. ¿Ha pensado en unirse a la Asociación de Héroes?

Saitama, confundido, respondió: —¿Qué es eso?

Genos le explicó, y tras la conversación, ambos fueron a hacer las pruebas para ingresar a la Asociación de Héroes, tal como en el mundo original. Mientras tanto, Kurama, pensativo, se preguntaba: —¿Debería convertirme en un héroe?

Negó con la cabeza y, junto con Medu, regresó a casa.

¡KURAMA SOY INVENCIBLE EN VARIOS MUNDOS¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora