SARAH.
Marcus apareció en el salón con una sonrisilla apenada en la cara al verme sentada en el sofá acabándome la tableta de chocolate yo sola. Realmente debía de presentar un aspecto un tanto deprimente. Había adelgazado tanto después de la Bajada que engordar no me preocupada en absoluto.
-Hey- dijo al entrar-. Alegra esa cara. Esto tan solo es el Apocalipsis. No es como si tuvieras que ir al instituto mañana.
Entrecerré los ojos.
-Y tú qué sabes del instituto. Déjame en paz.
Hubo una pausa tan prolongada que creí que se había ido, a pesar de no haber oído cómo lo hacía.
-¿Sabes? Me dolería lo que acabas de decir, si no fuera porque sé que en estos momentos sufres los efectos de la menstruación que tenéis las hembras humanas, y sé que estás bajo los efectos de las hormonas. No es culpa tuya, Sarah, querida. Crees que estás enfadada cuando solo son los estrógenos y la progesterona que hacen de tu cerebro un órgano inútil y sensible que sólo te envía señales para que te reproduzcas con el macho más próximo.
Levanté la cabeza de pronto, y descubrí que Marcus se estaba ahogando intentando contener la risa. No pude ocultar la mía.
-Hembra humana. Yo soy más guapa que eso.
-Va, Sarah- dijo Marcus sentándose en el sofá junto a mí-. No culpes a Alejandro por todo esto.
-¿Cómo...- me atraganté-. ¿Cómo sabes lo de Alejandro y yo?
No se molestó en ocultar la forma en la que ignoró mi pregunta.
-No lo culpes- repitió-. Jamás he conocido a alguien que haya luchado tanto por mantenerse Iluminado, porque es lo que sigue siendo en su interior, tenga alas o no. Y a la vez, considerarse a sí mismo un Iluminado también es algo que sé que lo está frenando. Es nuestra cultura: no podemos relacionarnos con las otras razas. Iluminados con Iluminados, Desterrados con Desterrados, humanos con humanos. Punto. Sino las consecuencias pueden ser... catastróficas. Casi... aberraciones- dijo, mirándome de reojo.
Casi me ahogué con mi propia risa.
-No sé en qué estaba pensando. Tampoco es que me muera por relacionarme con gente como vosotros. Pero... Dios. No soy humana. No soy una ángel. ¿Qué planeas qué haga? ¿Quedarme soltera hasta mi jubilación?
Marcus arrugó la nariz.
-No entiendo esa desesperación que sufrís los humanos por encontrar una pareja. La mayoría de veces sólo os hace más estúpidos de lo que ya sois. Bioquímicamente, es igual a tener un caso grave de trastorno obsesivo compulsivo. ¡Estar soltero es lo mejor! ¡Es la solución a todos tus problemas!- exclamó, alzando las manos. Arqueé las cejas, divertida-. Por no hablar de vuestro... cortejo. Para el día del amor, en San Valentín, os enviáis chocolate, un afrodisíaco, y flores, que son los órganos sexuales de las plantas. Sólo os falta enviar una tarjeta que ponga "¡Quiero reproducirme contigo!", y eso que San Valentín era un sacerdote. Pobre Valentín.
-Me sentiría insultada sino estuviera sorprendida de que un ángel se haya molestado en saber tanto de nosotros.
Marcus esbozó una de sus enormes sonrisas que hacían que sus ojos azul verdosos centelleasen como los de un crío. Apoyó el mentón en la palma de la mano en un ademán gracioso que no dejó de ser infantil a pesar de todos los cientos de años que debía tener. Me pregunté cómo lo hacía. Yo llevaba sólo cinco meses en este infierno y ya me sentía la anciana más vieja del planeta.
-Vuestro mundo es fascinante. A veces terriblemente absurdo e innecesariamente complicado. Me gusta. Me siento identificado- reconoció riéndose-. Conoceros mejor es posiblemente lo único en lo que sigo siendo mejor que Alejandro, por desgracia. Le enseñé al pequeño bastardo todo lo que sabía. Pero como todo esto es nuevo para todos... Antes de que fuera Desterrado, los ángeles hacíamos continúas rondas de vigilancia en la Tierra. La mayoría de veces era un completo aburrimiento, y para distraernos, jugábamos a preguntarnos palabras humanas. Quien adivinaba qué era, ganaba un punto. "¿Qué es un televisor? ¿Quién es Obama? ¿Brad Pitt? ¿Qué es un McDonald's? ¿Una depiladora?" Aaah- suspiró, complacido-, dulces tiempos aquellos. Los machacaba a todos.
-Eso es porque hacías trampa- dijo una voz a nuestras espaldas-. Siempre tenías un diccionario bajo la mesa.
Y es que ahí, mirándonos, se encontraba Alex.
ALEX.
No sé qué me dolió más: ¿la expresión casi temerosa de Sarah al verme, o el hecho de que Marcus estuviera hablando de mí con ella, a mis espaldas? ¿Como si yo tuviera la culpa, como si no estuviera haciendo lo correcto?
-Sospecho que ya estás preparada para acabar de hablar de todo esto- dije. No hubo ni una modulación en mi voz; se mantuvo impávida y firme igual que los primeros días que nos conocimos.
Sarah frunció el ceño.
-¿Te refieres al hecho de que fingiste ser un humano durante todo este tiempo?
-Yo nunca dije ser un humano. Dije ser como tú.
Sarah rebufó.
-Eso también fue una mentira. Tampoco soy una Desterrada, como tú, ¿no es así? No soy... una traidora- escupió.
Me sintió como si me hubiera golpeado físicamente. Mis dedos se enterraron en el respaldo del sofá, pero mantuve mi rostro inexpresivo. Mi pecho a penas moduló, a pesar del dolor. Que al final resultara ser un traidor era el mayor de mis temores. Descubrir que había estado equivocado. Que todo por lo que había luchado, por lo que lo había perdido todo, fueran un conjunto de coincidencias absurdas.
-Eh, calmaos- intervino Marcus. Me irritó notablemente su tono de voz-. Estamos solos. No podemos permitirnos separarnos ahora o acabarán con nosotros. Así que antes acabemos con esto.
Sarah tragó saliva audiblemente, y le dediqué una mirada burlona. Se enderezó y me fulminó con la suya.
-Así que yo soy... una... Serafina- supe en ese segundo que se odiaba a sí misma por tartamudear.
Marcus se frotó la frente con la mano y luego se la pasó por el pelo, como si a él también le resultara difícil creerlo.
-Eso pensamos. La Séptima, ni más ni menos. Supongo que por eso... serás la más poderosa.
Sarah soltó una carcajada amarga.
-Claro. El Siete. El número sagrado.
-Hasta ahora sólo han habido seis Serafines a lo largo de la humanidad. Si los Oscuros resultan esenciales en vuestra historia... los Serafines son capaces de marcarla. Han pautado las edades, se han creado religiones entorno a ellos, han dirigido el rumbo de la sociedad del momento. Profetas, enviados, elegidos, condenados, salvadores. Han recibido toda clase de nombres. Nadie sabe cuál les definiría mejor.
Sarah palideció.
-Supongo que conoceré el nombre de alguno.
Marcus sonrió.
-¿Jesucristo te suena?
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Ángeles en el infierno
ParanormalCuando cayeron del cielo, parecían bolas de fuego. Meteoritos; tal vez estrellas fugaces. Hasta que alguien se percató de que tenían forma humana. Y alas. En la víspera de noche buena, los ángeles han recibido un mensaje de Dios, si es que a...