La niña sopló, dando palmadas, en dirección al agua que flotaba delante de ella. Las figuras se distorsionaron, y se dividieron en pequeñas partículas que se dividieron y se multiplicaron, alejándose como el polvo.
Escuché algún rumor fuera del baño, pero lo ignoré. Estaba demasiado maravillada. Pero el jaleo cada vez era mayor, y me desconcentraba.
Parpadeé, cuando me di cuenta que la piel de mi madre empezaba a fluctuar y a estirarse. El espacio tras su espalda comenzó a parpadear, volviéndose más oscuro por momentos y volviendo a la realidad al siguiente. Aquella fantasía se iba desmoronando, y detrás de la puerta alguien gritaba más y más intensamente. Creí que alguien me llamaba en la lejanía, pero no podía ser, porque aquello no era real.
No era real porque en la piel de mi madre empezaban a dibujarse líneas oscuras, trazos de tatuajes de Akasha que parecían haber cobrado vida: serpientes negras bajo su piel que iban extendiéndose. Y detrás de su espalda el aire comenzaba a ondearse más violentamente, a parpadear, como si intentaras entrever qué había bajo una corriente de agua.
-Sarah.
La voz era cada vez más clara.
-Sarah.
Se distinguía grave entre el clamor. Alguien llamó a la puerta, y ésta se sacudió bajo mi espalda.
-¡Sarah!- escuché tras la madera-. ¡Despierta!
Pero no podía dejar de observar a mí y a mi madre. No quería desaparecer de nuevo, ni despedirme de ellas. Pero la puerta se abrió de golpe, y me envió al suelo mojado, y me dio la sensación de que lo atravesaba mientras todo se hundía en la oscuridad.
-Estoy aquí.
_______
ALEX.
Ignoré al humano y me precipité hacia Sarah gritando. Faltaban unos pocos metros, y escuchaba a las balas pasar zumbando cerca de mí.
No lo entendía. ¿Balas de Akasha? Aquello no era obra de los ángeles. Nosotros no utilizábamos armas de fuego. Tampoco entendía cómo era posible que aún no les hubieran dado a Sarah ni al Arcángel Miguel, quien también parecía totalmente absorto. Si las leyendas eran ciertas, los Arcángeles tenían la capacidad de controlar el Akasha, por lo que no hubiera sorprendido que estuviera desviando mentalmente las balas. De esta manera, contra ellos sólo podías pelear mano a mano.
Di un salto y despegué del suelo, embistiendo a Sarah para alejarlo del Arcángel. Escuché un zumbido cuando sus pieles de separaron, parecido a la de una descarga eléctrica, y el olor a quemado inundó el ambiente.
La arrastré de la chaqueta y me dirigí corriendo a refugiarme tras el coche más cercano. Detrás de mí vi que Miguel parpadeaba, desorientado, y que agachaba su mano poco a poco. Tan relajado a pesar de encontrarse en línea de fuego.
-¡Despierta!- grité. Sarah miraba a un punto fijo detrás de mi oreja-. ¡Estoy aquí! ¡Contigo!
La dejé caer algo bruscamente sobre el suelo para mirar sobre el capó cómo iba la pelea. El humano Travis parecía defenderse bastante bien del ángel con el arco, mientras que el del escudo intentaba avanzar hacia el humano que seguía disparando tras un coche lejano.
Sarah cogió aire con fuerza, hasta hinchar el pecho de forma que le iba a explotar, y tosió. Somewhere le lamió toda la cara.
-¿Estás bien? ¿Estás herida?- me precipité hacia ella.
De pronto, el tiroteo se silenció, y por un momento pareció que todos nos quedábamos inmóviles. El Arcángel Miguel se levantó por fin, y nos observó a todos con siniestra quietud. Ziz graznó cada vez más bajo, y supe que iba a aterrizar.
-¡Corred!- gritó el humano Travis. Se giró, esquivando un golpe, y enterró un cuchillo de caza en el cuello del Iluminado-. ¡Corred, a Arthur se le han acabado las balas!
Dio media vuelta, y puso pies en polvorosa siguiendo la avenida. Levanté a Sarah agarrándola del cuello de su camisa, y por un instante vi que sus rodillas temblaban. Pero sacudió la cabeza y echó a correr detrás del humano, sin dudarlo un segundo. No me atreví a girarme para ver cómo se las apañaba el tal Arthur con el último Iluminado, pero escuché que detrás Ziz volvía a aterrizar, aplastando y deformando el metal de al menos cinco coches acudiendo a la llamada de su amo.
Esquivamos los coches, y empujé de nuevo a Sarah hacia adelante cuando se enganchó con un retrovisor. Estaba algo más torpe y débil de lo usual.
Los pájaros nos perseguían a una escasa distancia, graznando a pocos centímetros de nuestra nuca. Debíamos tener una veintena encima de nosotros, y uno se precipitó hacia Sarah, estirando de uno de sus mechones. Sarah gritó, dando manotazos en el aire.
-¿A dónde nos llevas?- le grité al humano.
-¡Hay un helicóptero esperándonos a dos manzanas de aquí!
Un cuervo me picoteó el hombro hasta hacerlo sangrar, y aceleré hasta notar mis piernas sangrar. Otro estiró de mi oreja. No podía apartarlos porque no había suficiente espacio entre los coches. Y no podía distraerme. Teníamos que correr.
No entendía. ¿Dónde estaba el Arcángel Miguel? ¿Por qué no sentía aún su helado aliento contra mi nuca, o las flechas silbando cerca de mis oídos?
El cielo, que ya casi estaba amanecido por completo, volvió a oscurecerse. Se despertó un viento feroz contra nosotros, que levantó el polvo y las hojas secas. No me atreví a levantar la vista, pero podía sentir por el ambiente frío y húmedo cómo unas nubes oscuras ocultaban el sol.
Un graznido, mucho más intenso y feroz sonó sobre nuestras cabezas, y acalló la jauría de píos que formaban el resto de pájaros.
De pronto, la calle se iluminó con un flash, y un rayo cayó en mitad de la carretera. Travis frenó en seco y retrocedió cuando el asfalto saltó por los aires y el pavimento se quebró en decenas de grietas. Sarah se cubrió la cabeza cuando la gravilla cayó sobre nosotros.
-Mierda, mierda, mierda- gritó Travis, retrocediendo. Otro rayo cayó unos metros más lejos, y el trueno hizo vibrar las lunas de los coches.
La bestia aterrizó delante de nosotros, quienes nos quedamos paralizados. Y otro rayo cayó, y otro, y otro, mientras las nubes oscuras convertían la mañana en noche y desataban una lluvia inclemente sobre nosotros.
Y es que Ziz, el amo de los cielos, estaba desatando su ira.
______Si alguien quiere una dedicatoria, enviadme un comentario!:)
[Océano.]
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Ángeles en el infierno
ParanormalCuando cayeron del cielo, parecían bolas de fuego. Meteoritos; tal vez estrellas fugaces. Hasta que alguien se percató de que tenían forma humana. Y alas. En la víspera de noche buena, los ángeles han recibido un mensaje de Dios, si es que a...