Capítulo 44.

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ALEX.

-Con que mi padre es el Arcángel Gabriel- Sarah rió entre dientes-. Toda mi vida pensando que mi padre era la peor persona del mundo, y resulta que es, literalmente, un ángel. La encarnación del bien- nos miró. Sonrió. Era una sonrisa afilada, dolorosa-. Pues rompió vuestras leyes. Tuvo una Serafina. A quien de hecho, abandonó. Menudo Arcángel Iluminado, ¿no?

-Es posible que no supiera de tu existencia, Sarah.

-Oh, así que ahora me estás diciendo que fue un rollo de una noche, ¿no? Que cuando mi madre se dio cuenta de que le estaba creciendo un bombo, decidió no avisar a mi padre. Digo, al Arcángel Gabriel- Sarah se dio una palmada en la frente-. Gracias, Marcus. En serio. Un subidón de autoestima.

- La relación entre un Oscuro y un Iluminado no puede ser un cuento de hadas. Tal vez tu madre se hizo pasar por humana, como hizo incluso contigo. O puede ser que tu verdadera madre te diera en adopción y te recogiera una humana. Una humana, ejem... de verdad.

Sarah frunció el entrecejo. Olisqueé el aire, y me di cuenta de que estaba excesivamente hormonado. Marcus tenía la razón al suponer que tenía la menstruación. No sé por qué, pero me hizo gracia.

Sarah interrumpió a Marcus antes de que éste abriera la boca.

-Si vas a preguntarme si mi madre me dijo que era adoptada, no lo hizo. Y ni se te ocurra preguntarme si estoy segura de ello.

Ahora fue Marcus el que frunció el entrecejo, y endureció el rostro. Marcus era posiblemente, el ángel más flexible y de mente más abierta que había conocido nunca en el ejército. Su paciencia, fuera del escuadrón, solía ser infinita, y además, acompañada de un buen humor casi permanente. Pero aún así, era un ángel de muy alto rango. Y si era flexible en cuanto la relación entre comportamiento y situación, estaba acostumbrado a que le trataran con respeto, sin importar su carácter empatizante, cercano y bromista.

Yo, de hecho, en ese aspecto solía ser mucho peor. Siempre había sido el menos intolerante de los dos.

-Ya sé que esto es difícil de asumir, pero no tienes por qué hablarme así, Sarah. Alejandro fue Desterrado cuando descubrió que el Arcángel Gabriel había mantenido relaciones con una Oscura e intentó sacarlo a la luz. Yo ahora mismo estoy traicionando a los Iluminados. He desaparecido y además he permitido la muerte de mis compañeros. Por no hablar que estoy hablando con quien resulta ser la hija bastarda de Gabriel, que es una Serafina, en vez de entregarla a los Iluminados. Perdóname si creí que recibiríamos un poco más de... agradecimiento por tu parte.

Sarah abrió los ojos, al saber por fin por qué me habían Desterrado; un Destierro injusto, fruto de una corrupción que debía ser inexistente entre Iluminados. La sorpresa se desvaneció cuando apretó los dientes, y mi esperanza de que por fin fuera a ceder desapareció.

-Voy a tratar a la gente que acabó con la Tierra y mató a mi madre como me de la puta gana.

Vi que su mano se dirigía inconscientemente a su bota, y me percaté de que a pesar de nuestro encuentro y la amigable conversación con Marcus, seguía totalmente armada.

-¿Unos ángeles asesinaron a tu madre?

-Ayer ya os lo dije. ¿Por qué te crees que voy persiguiendo ángeles, Alejandrito? ¿Para vengar la Tierra? Por favor. La Tierra me trató como una mierda. Uno de vosotros mató a mi madre, y sigo intentando averiguar quién. Sigue suelto. De hecho, era un ángel de alas blancas. ¿Lo conocéis? ¿No sería alguno de vuestros amiguitos de ejército? ¿Otro Arcángel, tal vez?

Ángeles en el infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora