-¿Qué has hecho, Marcus?-susurré.
-Lo siento, lo siento mucho- sollozó, tragando saliva y negando una y otra y otra y otra vez con la cabeza.
-¿Qué has hecho?- repetí, levantándome del sofá. Me dirigí hacia él, atónito, traicionado. Lo agarré de los hombros y lo zarandeé-. ¡Qué demonios has hecho, Marcus!- rugí a pocos centímetros de su cara-. ¡En qué estabas pensando!
Le embestí con tanta fuerza que Marcus se fue volando hacia atrás y arrancó la puerta de cuajo. Sentí mis heridas volverse a abrir y la exclamación ahogada de Sarah a mi espalda.
Marcus se puso de pie con un gruñido y me miró a los ojos. Supe entonces que no estaba arrepentido. En absoluto. Me miró a los ojos, con el ceño fruncido y un brillo de determinación en la mirada. Se secó las lágrimas con el puño en tensión, y supe que no había sido sin querer. No había descuidado el escudo de su Conexión con su escuadrón y le habían localizado ellos mismos.
Había sido él. Les había dicho él mismo dónde estábamos.
Estaba tan atónito que no pude ver el puñetazo que voló hacia mí y colisión contra mi mandíbula. Trastabillé hacia atrás hasta chocar contra el sillón donde hacia unos instantes había estado sentada Sarah.
-Ha sido todo culpa tuya- gruñó Marcus-. Me has obligado a hacerlo.
-¡Joder! Dios, ¿se puede saber de qué estás hablando?
-¡Os he escuchado!- abrí la boca, pero él continuó-. ¡Estás hablando con los Oscuros! ¡Te has vuelto a conectar con Kayla!
-¿Qué? ¿Qué tiene que ver con esto?
-¡Esa zorra fue lo que lo empezó todo! ¡Fue por ella por la que traicionaste a los Iluminados! Tuviste relaciones con ella. Te volviste débil, y se te fue la lengua. Le contabas todos nuestros proyectos de guerra y creíste que era a cambio de amor. ¡Los Oscuros no pueden amar, Alex! ¡Son unas aberraciones! ¡Un descuido del Señor! ¡Deberían dejar de existir! Y ahora...- estaba tan furioso que su lengua se enredó-. Y ahora que por fin tenemos a la Serafina... Que podemos hacer lo correcto... Vuelves con ella. Lo primero que haces es despertar tu Conexión Coniunx con ella. No puedo trabajar en el mismo bando de la Oscura que nos jodió tantas operaciones y que mató a tantos de los nuestros. Y me da vergüenza ser el amigo de alguien que sí puede hacerlo- casi escupió en el suelo.
-Pero... pero Marcus...
No podía ser. Algo no encajaba. Pero si él había dicho que...
-Tenemos que irnos, Alex- susurró Sarah detrás de mí-. Marcus sólo está ganando tiempo hasta que los Iluminados lleguen.
Me erguí, sacudiendo la cabeza. Me di cuenta de que Marcus estaba ocupando el umbral de la puerta.
-Marcus. Déjanos pasar.
Él negó con la cabeza.
-No, Alex. Lo siento. Por todo esto. Pero la Serafina se queda conmigo. Tú puedes irte si quieres. Yo... yo no te juzgaré, hermano.
Aquello fue más de lo que pude aguantar. Salté sobre él tumbándole en el suelo, y le golpeé una, dos, tres veces en el estómago en una rápida secuencia.
-¡Corre, Sarah!- grité. Sarah dudó, mirándome con ojos aterrados-. ¡Vete, maldita sea!
Pero Marcus utilizó sus alas para impulsarse hacia adelante y darme un cabezazo en la frente. Mi agarre se debilitó, y él aprovechó mi descuido para agarrar el tobillo de Sarah justo cuando pasaba junto a nosotros. Dio un tirón que hizo que cayera al suelo.
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Ángeles en el infierno
ParanormalCuando cayeron del cielo, parecían bolas de fuego. Meteoritos; tal vez estrellas fugaces. Hasta que alguien se percató de que tenían forma humana. Y alas. En la víspera de noche buena, los ángeles han recibido un mensaje de Dios, si es que a...