Capítulo 45.

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ALEX.

Sarah entró en el salón vestida únicamente con su pijama y un batín de un gatito horrible blanco. Me sonaba. Lo había visto en más sitios. Se llama Hi Kitty o algo sí. Todo lo relacionado con los humanos solía ser absurdo.

Sarah se detuvo en mitad del salón.

-Mierda- dijo al verme sentado en el sofá-. Estás aquí.

Suspiró y puso los ojos en blanco. Dudó por un instante, pero al final se tiró sobre el sillón reclinable que tenía al lado. Yo me puse tenso. Nunca sabía qué era lo próximo que iba a ocurrir cuando se trataba de Sarah.

Y maldita sea, me gustaba demasiado ese pijama.

Pero no me gustaba nada que lo llevara.

-¿Qué estás haciendo?

Levanté la revista que había encontrado encima de la mesa del salón. Por lo visto, se llamaba Hello! . Lo que decía. Todo lo relacionado con humanos era absurdo.

-Zac Efron visto con Jon Kortajarena besándose tras desfilar en la alfombra roja. Efron niega los hechos- leyó Sarah-. Dios mío- exclamó riéndose-. Sí que debes de estar aburrido.

Habían pasado cuatro horas desde que habíamos hablado con Sarah. Marcus estaba paranoico, y se pasaba todo el día mirando por las ventanas asomándose tras la cortina. Yo en cualquier otra situación también lo hubiera estado haciendo, pero me fiaba totalmente de él. Tampoco podía hablar durante mucho tiempo seguido con Marcus, porque se distraía controlando su Conexión para asegurarse de que estaba totalmente cortada. Era antinatural hacerlo intencionadamente. Así que no podíamos hablar de nuestro siguiente paso, porque además aún seguíamos estancados allí dentro.

Así que lo cierto es que sí. Estaba aburrido.

-Si ni siquiera debes saber quién es Zac Efron o Kortajarena.

Miré la revista entrecerrando los ojos.

-No lo sé, pero los he visto en bastantes lugares y parecen importantes. Deben de ser representantes políticos o algo parecido.

Sarah soltó una risita.

-Sí, algo parecido- se giró hacia mí, con las rodillas dobladas, de forma que estaba totalmente acurrucada dentro del sillón. Se apretó más el batín sobre el pecho. El salón se llenó de silencio; era obvio que Sarah cavilaba sobre algo-. Cuéntame más sobre los Serafines.

Parpadeé.

-¿Cómo? ¿Yo?

Sarah suspiró, mirando la tele desenchufada.

-No sé. A ti te Desterraron por averiguar que Gabriel había roto una de vuestras leyes, y Marcus ahora se está escondiendo por mí. Además, me estáis ayudando a buscar al asesino de mi madre, ¿no? Vamos a ir a buscar al tal Damian- lo dijo como si no se lo creyera, como si se lo estuviera diciendo más a ella misma que a mí. Como si los ángeles tal vez no fuéramos tan malos.

Me estremecí. Tanto por la forma en la que se refería a él -el tal Damian, como si fuera el dependiente de un supermercado de cadena-, como por lo que significaría nuestro encuentro. La miré, lleno de remordimientos.

Lo que más odiaba eran las dudas. Siempre había tenido las cosas claras. Y cuando dudé de ellas, siempre confié en mí mismo. Ahora ni siquiera podía confiar en mis propias intenciones.

Le miré sin girar la cabeza, disimuladamente. Cada vez me dolía más hacerlo. Me recordaba mucho a Kayla.

Me preguntaba si mis dudas no tendrían que ver con eso. Si era por una especie de rencor que sentía hacia Kayla, y que desahogaba en Sarah. Al final nadie había sido justo conmigo. Ni Kayla, a quien había amado, ni Gabriel, a quien había servido, ni siquiera Marcus, junto con quien había peleado. Todos me habían acabado traicionando.

Ángeles en el infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora