SARAH.
Solté una risita, que fue creciendo poco a poco hasta convertirse en una cínica carcajada.
-Yo- volví a reír, negando con la cabeza-. Así que yo- murmuré entre dientes, como si fuera la respuesta a un chiste buenísimo. Marcus y Alex me observaban con una mezcla de preocupación y curiosidad. Mi rostro cambió. Negué con la cabeza-. Mira, chaval. No flipes, ¿de acuerdo? No te emociones. Esto no tiene ni puta gracia.
Cuando me cabreaba volvía a hablar como si fuera una niña criada en la calle. En cierta manera lo era.
Marcus alzó las cejas.
-La única que se está riendo aquí eres tú.
-Tío. ¿Te das cuenta de que acabas de decirme que toda esta guerra se ha producido por mí? Es decir, ¿qué? ¿Me acusas de la muerte de millones de personas? ¡Justamente yo! ¡Probablemente la única humana que haya intentado acabar con todo esto después de que el presidente desapareciera en un búnker bajo tierra!
No sentí remordimiento por aquella mentira. Yo sólo había querido averiguar –y aún quería-, quién había matado a mi madre. Pero bueno. De paso aprovechaba para ayudar al prójimo y mutilar unas cuantas alas.
-Estás sacando las cosas de quicio.
-Oh, si eso está claro- le espeté.
-Puedes... ¿puedes tranquilizarte al menos por un segundo? ¿Escucharme?
-No- le corté-. Soy humana.
-Eres una Seraf...
-No- volví a repetir.
Estuve a punto de volver a soltar una carcajada desquiciada, pero me contuve. En cambio, respiré hondo.
-¿Cómo?
-No me jodas, en serio- Marcus tragó saliva, no sé por qué-. Ser humana es lo único que he tenido claro durante estos cinco meses que he ido deambulando sola por toda Londres. Cuando veía cómo todos tus hermanos masacraban familias enteras y destruíais ciudades. Es el único consuelo que he tenido- mis palabras se tornaban más duras y agresivas cada vez-. Es lo único que me ha consolado cuando veía cómo Bajabais en picado desde el cielo para acabar con los pocos supervivientes que se atrevían a salir de bajo tierra para alimentar a sus hijos. Porque sabía, que por horribles, malvados o corruptos que fuéramos los humanos, jamás lo seríamos tanto como vosotros. Porque nosotros al menos, lo admitimos, y no proclamamos justicia cuando nuestras manos gotean sangre.
-Sarah...
-No- le interrumpí tajante-. No lo voy a tolerar. Es un insulto para mí. Ya es bastante tener que estar compartiendo techo con un ángel. Y lo he permitido, porque comenzaba a confiar en Alex; porque me ha salvado. Pero- dije, girándome hacia él, quien esquivaba mi mirada-, es evidente que él tampoco es humano. Así que tampoco puedo confiar en él.
Me levanté, intentando parecer todo lo digna posible que podía estar con unos pantalones de pijama. Somewhere se alejó de Marcus y me esperó a mis pies con las orejas y la cola en alto, mirándome atenta.
-No tengo ni idea de por qué me habéis salvado. O por qué siquiera no me habéis matado. Me da igual. Me iré ahora mismo y no nos volveremos a ver.
-Sarah...
-No- respondí dirigiéndome derechita hacia el salón.
-No estás siendo razonable- aquella fue la voz grave de Alex.
Una vocecilla en mi cabeza le dio la razón. La ignoré.
-¡No!- grité, sacudiendo mi cabeza como un látigo-. ¡No pienso quedarme a hablar con las mismas personas que mataron a mi madre! ¡Con las mismas que lo intentaron conmigo cuando tenía 11 años! ¡Las que me hicieron la vida imposible! ¡Las que me dejaron sin familia y me mandaron a un orfanato a los 4!
ESTÁS LEYENDO
Ángeles en el infierno
خارق للطبيعةCuando cayeron del cielo, parecían bolas de fuego. Meteoritos; tal vez estrellas fugaces. Hasta que alguien se percató de que tenían forma humana. Y alas. En la víspera de noche buena, los ángeles han recibido un mensaje de Dios, si es que a...