La ventisca que me azota la cara sin compasión me despierta de pronto. Intento batir las alas, pero no me responden. Y caigo, y caigo, y caigo. Cada vez a más velocidad. Cada vez con más brutalidad.
Cada vez más cerca del suelo.
Trato de mover las alas, y aprieto los dientes. Intento tensar el abdomen pero no para de salir más sangre, que se desliza hacia arriba por la fuerza del viento. Como una burla de que yo no voy a dejar de caer.
"Tú ya estás muerto", parece decirme.
El pavimento está cada vez más cerca. Casi puedo sentirlo ya bajo mi piel. Destrozando huesos. Machacándolos, colisionando, fragmentándolos en miles de trocitos que navegarán dentro de mí. Miles de fragmentos que atravesarán mi piel y saldrán al exterior, afilados como agujas y duras como la piedra.
Y como sé que voy a morir, me rindo. Decido cerrar los ojos, y dejarme llevar. Siento el aire silbando en mis oídos, el frío mordaz, la noche sobre mi cabeza. Me siento vivo como nunca me he sentido, y sé que es así porque la muerte está cerca. Cierro los ojos y mi vida transcurre detrás de mis párpados en el milisegundo que es este viaje.
La caricia de mi madre, apartándome el pelo suavemente.
La primera vez que me baño en el mar, el agua congelada y cristalina entumeciéndome los dedos.
El ceño fruncido de mi padre al despedirse de mí para no volver.
La sonrisa tímida de Alejandro cuando nos conocimos.
El tacto seco del mango de mi espada.
Kayla cogiéndome la mano y guiándome por el parque.
La explosión de dolor de un latigazo de mi mentor.
La forma de caminar de Kayla, casi contoneando las caderas.
La sonrisa de Kayla, semioculta tras su mano.
Mi primera amante, para olvidar esa sonrisa que no es para mí.
Kayla apartándose el pelo.
Kayla entrecerrando los ojos, irritada. Kayla jadeando debajo de mí, exhausta. Kayla acariciando el origen de mis alas, cautelosa. Kayla.
Kayla.
Kayla.
Y lloro, y las lágrimas se deslizan hacia arriba y se desvanecen. Lloro porque tan sólo logro recordar aquello que me hizo mucho más daño que lo que me está matando ahora.
Porque me estuvo matando en silencio durante toda mi vida, tanto cuando creía que estaba salvándome de mí mismo como cuando creía que iba a morir por ella.
Inspiro hondo, y cierro los ojos aún con más fuerza.
Siento mis músculos explotar cuando me obligo a extender las alas, justo cuando noto el roce del suelo bajo mis pies.
______________
KAYLA.
Bien. Felicidades. Lo habéis logrado. Ya sabemos que todas las jodidas razas de ángeles vienen a por nosotros. Aunque es algo que ya habíamos descubierto prácticamente por nuestra cuenta, no es por nada. Y tampoco significa que vayamos a ir a la Guarida. Es una pena. Ya podéis volver y decirle a Damian lo que os dé la gana.
Inspiro hondo y dejo caer la cabeza contra la pared.
Alejandro, yo... Digo, nosotros...
Siento que Alana me mueve el hombro frenéticamente.
-¡Kayla! ¡Kayla!
Abro los ojos de pronto, y veo que se encuentra inclinada hacia mí. Me intenta agarrar del sujetador, obligándome ha levantarme, y las rodillas me tiemblan. Rompo sin querer la conexión con Alejandro cuando Alana me empuja detrás de un basurero, hasta quedar ambas totalmente ocultas.
ESTÁS LEYENDO
Ángeles en el infierno
ParanormalCuando cayeron del cielo, parecían bolas de fuego. Meteoritos; tal vez estrellas fugaces. Hasta que alguien se percató de que tenían forma humana. Y alas. En la víspera de noche buena, los ángeles han recibido un mensaje de Dios, si es que a...