Capítulo 83. SARAH.

2K 203 6
                                    

Empecé desde el principio: a los 12 años, cuando me echaron del orfanato en el que había estado durante 6 años. En otras palabras, toda mi vida desde que mataron a mi madre. Cuanto más crecía, menos eran las posibilidades de una adopción -y con la cantidad de problemas que causaba, eran casi nulas-, así que me enviaron al orfanato God's Angels -irónico, ¿eh?- que fue mucho, mucho peor.

Dejé de ser la mayor para convertirme en una de las niñas más jóvenes. Cuando llegué allí, resultó que no era un secreto el hecho de que yo ya robaba en el centro anterior, y que tenía tendencias "religiosas" algo atípicas. Claro, ya me dirás tú, a nuestra edad, quién creía en los ángeles.

Además, por aquella época hablaba más de la cuenta, y con eso no me refería sólo a insultar y a soltar palabrotas como un marinero, sino que no me importaba proclamar que yo había visto varios ángeles entre nosotros. Total, no tenía amigos, y no es que fuera a perderlos de esa manera.

Antes de la Bajada los ángeles convivían entre nosotros utilizando el Glamour, pero yo era inmune a ello, por lo que sí que podía ver sus alas. Pero no era algo que yo supiera en aquel entonces.

Fue en ese orfanato donde conocí a Travis. Mala idea. Lo odiaba con toda mi alma. Tenía dos años más que yo y me sacaba una cabeza, y no dejaba de estirarme del pelo y llamarme La Loca. Travis llevaba en aquel centro toda su vida, y Dios, era conocido por todos.

Reventé.

Se metió con mi colgante de plata, aquel que me había regalado mi madre y que llevaba una pluma gris enganchada. Recordaba perfectamente sus palabras, porque eran aquellas que me habían enviado al hospital:

"¿De dónde has sacado ese collar tan caro, Loca? Seguro que lo has robado" sonrió con suficiencia, aprovechando la diferencia de altura entre él y yo.

"Me lo he encontrado" mentí.

Él se inclinó hasta que pude percibir su aliento sobre mi piel.

"Oh, espera, ¿te refieres que has encontrado una pluma caída del cielo? ¿De qué crees que será?" varias personas se habían acercado, formando un corrillo a nuestro alrededor-. "¿De una gaviota? ¿De un búho? ¡Oh, ya sé!" chasqueó los dedos. "De un...

Le golpeé en la entrepierna. Aprovechando la sorpresa, le propiné una patada en el estómago, consiguiendo toda la fuerza posible con el movimiento de caderas. Por aquel entonces no sabía que saber pelear tan bien por instinto no era lo usual. Travis cayó al suelo y le rompí una costilla. Vino el profesor, y por la forma en la que me miró supe que no iba a dudar mucho tiempo en ese lugar.

Me marché corriendo, sin saber a dónde. Me tropecé con una raíz, y a la velocidad en la que estaba huyendo, el golpe fue increíble. Perdí el conocimiento y me mandaron al hospital.

Me desperté en una camilla con varios puntos en la frente y justo en el momento en el que dos personas entraban en la habitación: una enfermera y un médico. Me hice la dormida, porque no estaba de humor para responder a sus preguntas.

La enferma era una estúpida.

"Parece estable, doctor."

"¿Ha visto su cartilla médica? Le hacen falta la mitad de las vacunas" respondió una voz grave. "Aprovecharemos ahora que está inconsciente para que no le duela. Aunque pareces una chica dura, ¿eh, Sarah?"

La enfermera soltó una risita.

"Ay, doctor, qué amable siempre es usted."

Noté el peso de alguien en mi costado al sentarse el doctor en la camilla.

Ángeles en el infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora