5. Negros, verdes y azules.

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Oigo una notificación de Whatsapp y me dirijo a mi habitación. Es un nuevo grupo: 2° Bach. A.

-Qué rapidez.

Cuando entro para mirar la información no me sorprende que haya sido Karen la que ha creado el grupo. Es increíble su capacidad para investigar... Ha conseguido el número de todos los de clase en apenas unas horas.
Salgo del chat y entro a Twitter para leer el nuevo mensaje directo que me ha llegado.

No será para tanto... Tienes a tus demás amigas. A Alexandra puedes verla fuera.

Es Adrien, quién si no.

Es cierto, pero cambiaría a todas las demás por ella.

Salgo de la conversación y entro en las notificaciones. Nada... cero interacciones. No me sorprende.

Me dejo caer en la cama y vuelvo a entrar en Whatsapp.

¿Eres Helena?

Espera, espera, espera... Doy un brinco y me quedo sentada de pies cruzados. Me he puesto nerviosa en una milésima de segundo. ¿Será Joel? No tengo el número guardado, y tampoco me sale foto del contacto.
Voy rápidamente al grupo de clase y miro entre los números. Está ahí... Sin foto, sin estado y sin nombre. Regreso a la conversación.

Sí, ¿y tú quién eres?

Espero impaciente la respuesta, que se hace de rogar.
Mientras, el timbre suena pero no me levanto del colchón.

-¿Estás muy ocupada y no puedes abrir la puerta? -suelta mi madre cuando pasa por mi puerta.

Mamá, por Dios, estoy en un momento muy importante. Ve tú a abrir la maldita puerta.

-No escuché el timbre -respondo señalando los auriculares que cuelgan de mi móvil. Ella se lo cree y sigue caminando hasta la sala. Seguro que es Brenda, no podría ser alguien más. Y eso solo puede significar guardería en tres, dos, uno...

-¡¡Heleeee!! -oigo los gritos de mis dos sobrinos y sus pasos por el pasillo.

Adiós a una tarde tranquila y pacífica.

-¡Holaaa! -les digo poniendo el tono que siempre me sale cuando hablo con niños pequeños-. ¿Cómo estáis?

Los dos me contestan con un "bien" y empiezan a recorrer mi habitación con la mirada. No sé qué le ven de interesante pero siempre hacen lo mismo.

Una vibración. ¡Una vibración! Entro en la conversación y mis ánimos caen directos al suelo.

Aaron. Estoy guardando los números de clase, por eso preguntaba si eras tú.

Pues vaya... Qué decepción.

Ah, vale.

Acompaño el mensaje de una carita sonriente, simple.

¿Tienes algún problema con tus amigas?

Adrien.

Tecleo rápidamente diciéndole que no pero que claramente si Alexandra es mi mejor amiga y ellas no, es porque motivos tengo.

-Hele, ¿por qué tienes tantas cosas para las tetas?

-¡Ey! -Me levanto y le arrebato los sujetadores a Lucas de las manos-. ¡Serás...!

Y ahí dejo la frase conteniéndome de decir alguna mala palabra, que luego la repetirá y yo tendré la culpa de que el niño diga tacos.

-Lucas, no puedes tocar mis cosas sin permiso.

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