Pide un deseo

26. Me están volviendo loca.

Llegamos al pabellón para educación física y me dirijo rápidamente al servicio para cambiarme de ropa. Me pongo unos leggins negros simples y una camiseta ancha de color blanco que lleva escrito en negro la frase «don't talk to me». Sonrío yo sola al pensar que, si no soy muy sociable, será porque no colaboro demasiado con ello. Me gusta la camiseta, y el mensaje también, pero lo que más me gusta es que sea ancha y larga, tanto que llega casi por medio muslo. Es la camiseta cubre todo: tetas y culo. No tengo ni idea de qué haremos hoy, pero en cualquier caso prefiero estar protegida. Me dejo las mismas zapatillas que traía puestas (que no son de marca, por cierto), y salgo con rapidez encontrándome con el resto.
La profesora reclama nuestra atención con un silbato y nos unimos todos para escucharle.

—Como sabréis este año os graduáis, lo que significa que habrá una ceremonia para dicha graduación, lo que a su vez significa baile. Lo he estado hablando con la organizadora del instituto y todo segundo de bachillerato hará tres tipos de baile diferentes.

Trago saliva y meneo la cabeza de un lado a otro en busca de mis amigas para ver sus reacciones. Ah, no, que se me olvidaba... Giro la cabeza otra vez y ahora busco a Selene. Ella me mira contenta. Doy por hecho que le gusta bailar, cosa que a mí no.

—Y los practicáremos aquí, en mi clase. Utilizaremos una de las dos horas de las que disponemos. Habrá un baile lento en parejas, uno de salsa, y otro con una coreografía. De este último os encargaréis vosotros fuera del instituto. Tendréis que presentarlo una semana antes aquí, delante de mí, y contará mucho para la nota final. Si doy el visto bueno, lo representaréis en la graduación.

¿Quéeeeee? ¿Cómo dice? Esto tendrá que ser una broma. Me niego a bailar.

—Si alguien tiene alguna pregunta... Y si no, pues hoy mismo empezamos con salsa. ¡Y las parejas las elijo yo!

—¡¡Qué!! —decimos todos a la vez. Uau... vaya sincronización. Nuestra indignación ha sido en conjunto.

La profesora se ríe, mostrando unos dientes muy blancos diría yo, y niega con la cabeza.

—Era una broma, chicos.

—¿Todo? —Mierda. ¿He dicho eso en voz alta?

—No, Helena. Todo no, solo la parte de las parejas. —Me sonríe con amabilidad y hace sonar otra vez su silbato.

¡Ni que fuéramos perros!

Tenía la esperanza de que fuese broma, de verdad. He permanecido flotando en una nube durante tres segundos, luego se ha encargado de darme una patada y me ha lanzado de un golpe a la realidad.

—¡Vamos, chicos! ¡Moveos! ¡Hay que bailar, sí o sí! —nos grita, pero no le prestamos mucha atención—. Formad todos un círculo.

Y así lo hacemos. Procuro quedar al lado de Selene en caso de que diga de hacer parejas.
Empezamos a calentar, moviendo las articulaciones y haciendo algunos estiramientos.

—¡Está bien! —Da una palmada y se pone en pie de un salto, mostrando su agilidad a pesar de la edad que tendrá—. Parejas mixtas, nada de chicas con chicas, que os conozco...

Y otra patada más. No me da tiempo siquiera a reaccionar cuando ya tengo a Aaron delante de mis narices y preguntándome si tengo pareja. Dios, no... Por favor...
Lo miro como si se tratara de un extraterrestre hasta que me doy cuenta y cambio mi expresión por una pequeña sonrisa.

—No... No tengo... —le digo mientras maldigo mi existencia.

Ya está, adjudicado. No puedo creerme que él vaya a ser mi pareja para el baile de graduación. Estaré llorando por esto hasta mi jubilación.