Cuando cierro la puerta detrás de mí, no parece que ocurra nada de lo que suele ocurrir cuando llego a casa. No escucho voces elevadas, ni tampoco huelo el humo del tabaco después de comer ni el olor a un plato que no me resultará agradable masticar.
De hecho, huele bien.
Después de dejar la mochila en mi habitación sorprendentemente ordenada y con olor a productos de limpieza, me dirijo a la cocina para averiguar qué es lo que está preparando mi madre.
Casi me caigo de culo al encontrarme con una coleta rubia, casi blanca, de espaldas junto a la encimera. Todavía se me olvida que tenemos una inquilina viviendo en casa.-Ah, hola. -Dándose la vuelta me saluda y vuelve con su tarea.
-¿Y mi madre? -pregunto manteniéndome en el marco de la puerta. Tenía curiosidad por saber qué olía tan bien, pero ahora que me he encontrado con Ángela, prefiero enterarme luego.
-A comprar unas cosas con tu hermano.
-¿Mi hermano? -me resulta inevitable preguntar.
-Le he obligado a que la llevara.
Eso lo explica todo. Diego no ayuda porque simplemente le surja un acto solidario. Nunca ocurre eso.
-Es complicado -salta de pronto cuando ya estaba dispuesta a marcharme.
-Ya.
Así es justo como Louis me había descrito hacía solo unas horas. Y sí, supongo que mi hermano es complicado a su manera, y yo a la mía.
Como parece que no tiene intención de seguir con la conversación, regreso a mi habitación pensando en lo raro que ha sido encontrarme a una veinteañera en mi casa con el delantal de mi madre. Me pregunto si ella sabrá que se lo ha cogido.
Me siento en la cama y me quito las zapatillas, quedando en calcetines. Ahora que mis pies se ven libres, me doy cuenta de que me duelen. Los cruzo sobre la cama y saco el móvil. Hago que se ilumine la pantalla en busca de alguna notificación, pero no hay nada. Ni siquiera un mensaje de publicidad de la compañía telefónica que a veces suelen enviarme.
¿Me hablará? Llevo en todo el camino pensándolo. ¿Me escribirá por WhatsApp? Lo cierto es que lo espero, y si no llegara, me deprimiría un poco, tengo que admitirlo. Me quedo mirando la pantalla en mis manos no sé por cuánto tiempo hasta que desisto. Si por una casualidad, me escribiera, no sería ahora, apenas treinta minutos después de habernos despedido. Posiblemente él no esté tan impaciente como yo.-¿Qué tal te ha ido en clase? -la voz de Ángela desde la cocina me hace arrugar la nariz.
¿Está la recién novia de mi hermano preguntándome lo que debería preguntar mi madre y nunca hace?
No me gusta la sensación de hablar desde la distancia, básicamente porque mi tono de voz no puede elevarse tanto como lo haría el de, por ejemplo, mi madre, así que me levanto de nuevo y camino otra vez hacia la cocina para decir un simple "bien" mientras me siento en una silla.
-¿Vas a seguir estudiando cuando finalice el curso? -De espaldas, observo que reduce el gas y le da la vuelta a algo que tiene en la sartén que no consigo identificar desde aquí.
-Sí, claro. -Si nuestra economía me lo permite.
-¿Vas a ir a la universidad?
-Eso creo -respondo jugueteando con el móvil, sin hacer realmente algo útil.
-¿Qué carrera quieres estudiar?
-Todavía no lo tengo claro -confieso, un poco avergonzada. Se supone que a estas alturas de mi vida ya debería tenerlo todo minuciosamente planificado, sin embargo no es así. Estoy muy perdida.
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Pide un deseo
Fanfiction"Creo que estoy caracterizada por ser el diario de todo el mundo, sin tener uno propio. Si lo tuviera, lo poco que habría de contar, no sería de interés ni de agrado ni para mí misma." [TERMINADA]