17. Tenerife Sea.

3K 196 38
                                    

He llegado a tal punto de confusión que me planteo que pueda ser él. No sé, tal vez es posible. Últimamente me ha escrito por WhatsApp con la excusa de tonterías de clase y al final siempre ha terminado por sacarme otros temas. Además, ha dicho explícitamente que no saca el móvil cuando está en el instituto. Justo cuando nunca me llegan mensajes directos. Pero luego, en clase no es igual. Apenas me habla, para alguna cosa muy puntual, y poco más. Quizá le dé vergüenza, y sea más reservado de lo que parece, y por ese motivo se haya creado un perfil para hablar conmigo...
Dios. Ya no sé qué pensar. Me estoy volviendo loca.

Claramente sobra decir que me inventé unos planes falsos dejándole claro a Aaron que tenía el fin de semana repleto, sin un solo hueco libre.

"Vaya, qué chica más ocupada. Pues otro día será."

Lo sabía. Sus intenciones habían sido muy claras. Será mejor que vaya cortando la charlita sutilmente antes de que me proponga otro día y ya no sepa cómo decirle que no sin que se note que no me interesa lo más mínimo.

"Oye, hola... ¿qué vas a hacer este finde? ¿Por qué no intentamos vernosNo voy a hacer nada, así que si te apetece..."

No, espera. No puedo ponerle eso a Adrien. Y si resulta ser Aaron... se daría cuenta de que le he mentido.
Aaron. Adrien. Aaron. Adrien.
Joder, se parecen. Tiene sentido que haya utilizado un nombre parecido al suyo. ¿O no?
Suspiro dejando caer el móvil sobre mi estómago. Será mejor que lo deje estar por el momento porque no tengo nada claro.

Estiro el brazo hasta el suelo para coger el cable del cargador y lo conecto al móvil.
Neal y Lucas aparecen en el marco de mi puerta con una sonrisa.

—¿Qué pasa? —pregunto, desconfiada. Esas caras me indican que quieren algo.

—Queremos jugar contigo, Hele.

—Buf... —Resoplo y niego con la cabeza.

—¡Sí! ¡Porfi! —grita Lucas ya dando una patada contra el suelo. Es muy autoritario a veces. Un niño que no tiene ni tres años.
—Vaaaaleee... —Si me niego, puede que el pequeño acabe con todo mi maquillaje. No es mucho, pero es lo que tengo.

—¿Y qué queréis hacer? —les pregunto.

Entran y se sientan en la cama.

Se me ocurre sacar unos folios de colores, pegamento de barra, y unas tijeras que tengo que coger de la cocina porque soy tan ordenada que no encuentro las que se supone que debo tener. También es cierto que no cogía unas tijeras y un pegamento desde que iba al colegio. Qué tiempos tan felices, y coloridos. Ojalá volviera a esa etapa.

—¿Qué vamos a hacer? —pregunta Neal y en seguida se sienta en el suelo y echa un vistazo a todo lo que he sacado.

—Podemos hacer tarjetas.

—¿De cumpleaños?

—De lo que quieras. No tiene por qué ser el cumpleaños de alguien para regalarle una tarjeta.

—Se la voy a hacer a mi madre.

—No —protesta Lucas—. Yo la hago para mamá.

—Bueno, cada uno le regala una tarjeta y así tendrá dos. ¿De acuerdo?

Les doy un folio doblado por la mitad y comienzo a hacer pequeños dibujos en los folios de colores a la vez que ellos garabatean sin sentido.
Voy recortando los dibujos y se los doy para que los peguen en las tarjetas.

Pide un deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora