65. Solo a él.

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¡Oye, Hele! ¿Qué tal tus notas?

Tumbada en la cama, boca abajo y con los auriculares en los oídos, empiezo a escribir en el chat de Alexa.

Más o menos. Bueno, supongo que menos que más. He suspendido una...

He recibido la noticia esta mañana, y todavía me cuesta creerlo. Por mucho que miro estos números, sigo pensando que no me corresponden.

¿Qué dices? ¿Bromeas? ¡No te creo!

Yo tampoco, Alexa. Yo tampoco.

¿Cómo has podido suspender?

Me gustaría saberlo.

Aparto la mochila y los papeles de la cama para acomodarme mucho mejor y ocupar todo el espacio. He decidido que hoy no voy a tocar nada que tenga que ver con alguna asignatura. Es una forma absurda de manifestarme, lo sé, pero es lo único que puedo hacer. ¿Reclamo la nota? No tengo el valor para hacerlo, además de que temo descubrir por mí misma que las notas que tengo son las que merezco. No quiero arriesgarme a hacer como Louis, y que el profesor me coja manía de por vida, o al menos hasta que finalice el curso. Además, no sería reclamar solo el suspenso, sino muchas más asignaturas, y me tiemblan las manos solo con imaginarme hablando cara a cara con algún profesor.

Madre mía, Helena... El amor te está haciendo perder la cabeza.

Me hace sonreír, y entonces decido cambiar de tema evitando así hablar más de mí. Le escribo preguntándole por las suyas y espero la respuesta mirando la pantalla.
De fondo, escucho las voces de mi madre y mi hermano, por lo que subo mucho más el volumen de mi música. Ahora que Ángela no se encuentra en casa, ella aprovecha para soltarle todo lo que se ha estado callando esos meses. Cada vez está más histérica con mi padre, que lo único que sabe hacer es darnos más problemas; con mi hermano, que lo único que sabe hacer es traer a la novia a casa y vivir ambos de su sueldo. Ángela sigue sin trabajo, Diego también, y aquí estoy yo aguantándolo todo. Ya opto por cerrar la puerta y utilizar la música para no escucharles. Sinceramente, se vive mucho mejor así.

Alexa me cuenta que sus notas han estado genial y que se merece todo lo que se ha sacado. Yo le escribo rápidamente que me alegro por ella manifestándolo con muchos emoticonos.

Algo bueno tenía que tocarme ya.

Ya. Casi se me había olvidado el caso "Brian". No puedo evitar sentirme muy culpable, como si yo hubiera estropeado su intento de relación, cuando en realidad ella se empeña en decirme que el único culpable es él, y en parte también ella por ser tan ingenua. Pero, ¿cómo iba a saberlo? Es decir, yo misma le di mi aprobación nada más conocerle un poco, y me pareció el chico perfecto para Alexa. Supongo que es una buena lección para no dejarse llevar por las apariencias.

No pienses más en eso. ¿Sabes adónde vas a ir dentro de unos meses? ¡A la universidad! Y ¿sabes la cantidad de chicos que habrá allí? Y es más, ¿sabes cuántos de esos chicos serán guapos?

Muchos.

¡Muchos!

Le escribo con mayor entusiasmo, en un intento de contagiárselo. Es curioso cómo han cambiado los papeles este año... Siempre era ella la que me insistía con los chicos, y ahora resulta que yo, de momento, no necesito a nadie más. Mi chico vive a unas calles de distancia y ha estado ahí desde que nací. Siempre hemos estado muy cerca el uno del otro, y ni siquiera nos llegamos a percatar de ello. El pensamiento me provoca un escalofrío.

Casualmente, pensando en él, me llega un WhatsApp. Abro su conversación de inmediato para leerlo. Siento un pequeño subidón de adrenalina cada vez que su nombre aparece en mi pantalla.

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