Aparta las manos del piano, bajando la cabeza, y termina por levantarse tras un breve y silencioso suspiro. No dice nada mientras atraviesa su salón y se dirige a la puerta. Yo me quedo allí, en el banco del piano, observando las teclas y reprimiendo las ganas de tocar las notas que me ha enseñado de la canción. Me da vergüenza hacerlo si él no está, así que permanezco esperando. De igual forma, creo que ya las he olvidado. Mi memoria no funciona como la suya.
Cuando escucho una voz masculina, me levanto y me quedo en medio de la estancia sin saber qué hacer: ¿me siento en el sofá o me mantengo de pie?
No me da tiempo a tomar una decisión ya que de inmediato veo a un chico de pelo negro que acompaña a Louis.—¿Y Joel? —le pregunta este.
—Me ha dicho que ya viene —responde Michael, y entonces me ve y sonríe.
Le devuelvo la sonrisa y me acerco a ellos lentamente, cautelosa. Louis nos dice que vayamos hasta la mesa del comedor y así lo hacemos. Todo el salón y el comedor forman un espacio abierto en conjunto. Eso sumado a las vistas desde la puerta de cristal que dan al patio trasero, transmiten una sensación de amplitud increíble.
—¿Tus padres?
—No están —le contesta Louis, y se sienta en la silla que está frente a mí—. El “ya viene” de Joel ¿quiere decir realmente que ya viene o que será dentro de media hora?
—Nunca se sabe.
Ellos inician una conversación en la que yo no tengo lugar. Sonríen cómplices mientras yo observo con timidez. Esta no es mi casa, ni mi comedor, principalmente porque no tenemos comedor. No es mi terreno, y no estoy del todo cómoda, a pesar de que viviría aquí si tuviera la oportunidad. Solo he visto una parte de la vivienda, y aún así no me hace falta verla al completo para querer una casa así.
Por un instante lo imagino. Un pensamiento inevitable e inconsciente.Suena de nuevo el timbre, lo que me devuelve a la realidad. Louis se levanta, dejándome sola con Michael. Me mira unos segundos a la vez que me sonríe, una sonrisa y una mirada con intención, como si intentara decirme algo con ello. No comprendo el motivo, pero le devuelvo el gesto para no quedar mal.
De inmediato aparece el desgraciado por el que estábamos esperando. Desde que me ve, le lanzo una mirada de pocos amigos. Joel sabe perfectamente por qué lo hago, por eso sonríe con malicia. No lo he olvidado, por su culpa he estado aquí más tiempo del necesario. Aunque sí es cierto que gracias a su pequeña encerrona he podido disfrutar de sus dedos en el piano.
—No os imagináis lo que me ha pasado —dice el de los ojos verdes dejando la mochila medio vacía sobre la mesa y tomando asiento al lado de la silla que le correspondía a Louis.
—¿Qué te ha pasado? —le pregunta este en tono burlón.
Nos mira a los tres, uno por uno, creando expectación y agita su móvil.
—Carlota —confiesa, moviendo las cejas arriba y abajo.
—¿Qué? —pregunto, desconcertada.
Miro a Louis, de forma inconsciente, y capto el momento en el que levanta una ceja. Creo que es la primera vez que veo ese gesto en él, y oculto una sonrisa por la gracia que me hace.
—Lleva hablándome por WhatsApp casi una hora.
—¿Qué? ¿Qué te dice? —insisto. Me puedo esperar cualquier cosa de ella.
—De todo... —Sonríe—. No para de lanzarme indirectas. Es patética. ¿Recuerdas las preguntas de psicología? Estuvo muy rara conmigo...
—Venga ya... —murmuro.
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Pide un deseo
Fanfiction"Creo que estoy caracterizada por ser el diario de todo el mundo, sin tener uno propio. Si lo tuviera, lo poco que habría de contar, no sería de interés ni de agrado ni para mí misma." [TERMINADA]