Segundo A y Segundo B irán cada uno en un autobús. Ni siquiera esa mínima suerte tengo. Por lo tanto, me despido de Alexa diciéndole que la veré dentro de una hora y veinte aproximada, lo que se supone que dura el trayecto hasta el campamento.
Es nuestro tutor quien nos da paso para subir. Al instante tengo a Selene a mi lado pidiéndome que me siente a su lado. Yo, obviamente, le digo que sí. ¿Con quién, si no, iba a sentarme? Solo me queda ella en esta clase.
Avanzo por el pasillo y elijo una pareja de asientos justo en el medio del autobús. Sé, por experiencia propia de otras salidas extraescolares, que los asientos del final están destinados a aquellos más alborotadores y habladores.
Ocupo el lugar de la ventanilla mientras que Selene se coloca en el del pasillo.—¿Por qué tan delante? Habría preferido más atrás.
Me encojo de hombros.
—No lo sé. Podemos cambiar, si quieres —le propongo. En realidad, me es indiferente el lugar.
—Da igual. Ya no tengo ganas de levantarme.
El autobús cubre el cupo rápidamente, y tras comprobar que estamos todos, el profesor le da la señal al conductor y pone el motor en marcha.
—Chicas, ¿habéis cogido todo lo necesario? ¿Ropa interior?
La voz bromista de Carlota llega a mis oídos, lo que me hace levantar la cabeza para localizarla. ¿Cuándo se ha sentado a nuestra derecha? No me había dado cuenta, ni tampoco de Naia que se encuentra pegada al cristal cubierta a mi vista por el cuerpo de la rubia.
—¿La sombra de ojos y la base de maquillaje? —Selene le devuelve la broma con intención de picarla.
Yo me mantengo al margen. Saco mis auriculares, los conecto y pulso el play.
—Ey. —Selene me quita uno del oído y se queda mirándome muy cerca, para mi gusto—. ¿Vas a escuchar música?
—Supongo —le contesto. ¿No está claro? Lo estaba haciendo hasta que me ha interrumpido.
—Vaya compañera más aburrida me ha tocado.
—No te ha tocado, la has elegido —le recuerdo con una sonrisa, porque no soy capaz de ser seria, evitando así que pueda tomárselo a mal.
—Buah... —Suspira y devuelve el auricular a mi oído. Le doy las gracias en un susurro y dirijo mi vista a la ventanilla.
La música es lo único que oigo, y la carretera es lo único que veo. Es relajante. Es relajante no pensar en nada, solo en la voz del cantante y lo que te hace sentir.
Al cabo de varios minutos dejo de sentir a mi amiga al lado. Me aseguro de que no me equivoco. Se ha ido, aunque no sé adónde. Veo a las otras dos en el mismo sitio hablando entre ellas tan concentradas la una en la otra que no perciben mi mirada.
Me da igual dónde esté. No me importa estar sola. Regreso a mi actividad consistente en mirar por la ventanilla pero sin prestar atención al mundo exterior.
Transcurren cuatro canciones, diez... he perdido la cuenta, al igual que la noción del tiempo. Es posible que hayan pasado tres cuartos de hora, o más. Aun así, no hago el esfuerzo de mirar el reloj. Me llevo las piernas hasta el pecho y las rodeo con mis brazos a la vez que apoyo la cabeza en el cristal. Dejo cerrar los ojos, intentando encontrar una posición cómoda en este pequeño sillón. No es nada sencillo, y lo agradezco porque, de lo contrario, habría estado dormida desde hace bastante rato.
Me permito unos segundos para pensar que, probablemente, pareceré una antisocial apartada del resto. Selene me ha abandonado en busca de alguien que la entretenga y, por lo que se ve, no tiene intención de regresar. Debo de ser la única que está sola. Si bajo el volumen de mi música, oigo voces de todas partes, animadas y bromistas. Yo, así, no me siento cómoda.
Prefiero hacer lo que hago, estar al margen del resto y dejar que las canciones se conviertan en lo único que existe.
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Pide un deseo
Fanfic"Creo que estoy caracterizada por ser el diario de todo el mundo, sin tener uno propio. Si lo tuviera, lo poco que habría de contar, no sería de interés ni de agrado ni para mí misma." [TERMINADA]