De pronto, a través de la ventana oigo el motor de un coche parar justo en la puerta. Las voces que le siguen llaman mi atención. Me levanto rápidamente para espiar metiendo la cabeza entre las cortinas. Es Diego. Se baja de un coche rojo brillante pequeño de dos puertas hablando y sonriendo. ¿Mi hermano sonriendo? Esto es muy nuevo.
La otra voz corresponde a una chica, pero no soy capaz de identificarla. Únicamente veo unos mechones rubios y su mano moviéndose en forma de despedida.
Entonces el coche se pone en marcha y desaparece. Vuelvo como una bala hasta el sofá y me lanzo hasta quedar sentada tranquilamente, como si no me hubiera movido de aquí en horas. Enseguida introduce la llave y mi hermano aparece en la puerta. Me ve, pero hace como si no. Cierra y sigue de largo por el pasillo, hasta que dejo de oir sus pasos.¡Tiene novia!
Esto no había ocurrido nunca en mis diecisiete años de vida... Lo que no significa que no haya ocurrido en sus veintitrés. Habrá tenido novia anteriormente, lo imagino, pero no había llegado a oídos de ninguno de la casa. Si yo soy reservada, él es invisible. Su vida privada para nosotros es una gran incógnita. Esto explica porqué ha estado últimamente más ausente de lo habitual... Me pongo a pensarlo, y no puedo evitar imaginar qué le habrá llevado a esa chica a salir con mi hermano. ¿Cómo lo aguanta? ¿Será que con ella no tiene tan mal carácter? Eso espero, porque como no sea así, pobre de ella. Esa relación será más fugaz todavía que Louis, que la estrella, que la bengala, y que todo junto.
-¿Y la gente? -Su voz me lleva a pegar un saltito. No me lo esperaba.
-¿No lo sabes? -le pregunto sin volverme para mirarle. Habla de "gente" para referirse a mi madre y mi hermana que, en un día como hoy, deberían estar aquí, tal y como lo planeamos antes de que varias botellas de alcohol y una brecha en la cabeza lo estropearan todo.
-¿Qué tengo que saber?
Era de esperar que no se hubiera enterado, así que se lo cuento sintetizando lo máximo posible, mientras veo su expresión de poco asombro.
***
Mi madre entra por la puerta como un rayo, saca ropa limpia del armario y se ducha en tres minutos. Mientras se peina el pelo mojado en el baño, me grita con insistencia.
-No voy a ir. Ya te lo dije -le repito por tercera vez. Lo menos que me apetece es estar en un hospital, el lugar de este mundo que más odio, para ver a mi padre tumbado en una cama con una venda en la cabeza.
-¿Tú me estás escuchando?
Está gritando, como siempre, ¿cómo no voy a escucharla? Es imposible para ella hablar en un tono normal.
-Y ¿tú me escuchas a mí? No quiero ir -digo esta vez con mucha más firmeza. No puede obligarme.
-No es lo que quieras, es lo que yo te diga. Vas a ver a tu padre, y no hay nada más que hablar. -Veo cómo cruza el pasillo pisando en el suelo con fuerza, como si creyera que eso le da más autoridad-. ¡Cámbiate de ropa ya!
-Joder -murmuro, dejando el móvil y levantándome de la cama con rabia contenida. Me sigue tratando como una niña pequeña. ¿Cuándo narices dejará de hacerlo?
Cojo unos leggins, una sudadera y me hago una coleta alta.
-Helena, por favor. -Se asoma a mi puerta para quejarse de mi ropa-. ¿No puedes ponerte algo más decente?
Le lanzo una mirada asesina que le advierte que, o bien voy así, o no voy. Creo que está claro. Además, no necesito otro tipo de ropa para ir a un maldito hospital.
-Yo no tengo la culpa de lo que ha pasado, ¿lo sabes?
-No he dicho en ningún momento que tú tengas la culpa -replico, cogiendo las provisiones que necesito: móvil y auriculares.
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Pide un deseo
Fanfiction"Creo que estoy caracterizada por ser el diario de todo el mundo, sin tener uno propio. Si lo tuviera, lo poco que habría de contar, no sería de interés ni de agrado ni para mí misma." [TERMINADA]