72. Vente conmigo.

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Han transcurrido cinco días... lo que quiere decir que ya solo quedan nueve días para que se vaya. Nueve días para verle por última vez. El simple pensamiento me oprime el pecho, hasta tal punto de dificultarme la respiración.

Tengo que desviar mi atención a otra parte, quizá hacia algún punto de esta pizzería. Ni siquiera quise venir, pero me sentí un poco obligada, pero no por nadie sino por mí misma. Si me hubiera quedado en casa, habría tenido que pasar por un cuestionario con pregunas como: ¿qué te pasa? ¿Te encuentras mal? Llevas días rara, ¿estás bien?

Sé que mi madre tiene alguna idea de lo que me pasa. Ella me vio llorando, vio a Louis en casa y hasta puede que nos haya escuchado hablar. No me sorprendería que hubiera pegado ligeramente la oreja para ver lo que ocurría en la habitación de su hija mientras esta se encerraba con un chico dentro. No me hizo ninguna pregunta, sin embargo veo cómo me mira mientras yo estoy sumida en pensamientos y en recuerdos que ya no voy a volver a vivir.
Por el contrario, mi hermana permanece ajena a todo, al igual que los niños. Ellos son los más felices, por el momento.
Entonces no podía decir simplemente "no me apetece salir a cenar pizza, así que mejor me quedo en la cama a llorar y a lamentarme un poco más". Resultaría muy sospechoso, teniendo en cuenta que la pizza es una de mis comidas favoritas. Por lo que aquí estoy, masticando la última porción que mi estómago puede resistir, escuchando las voces de ellos de fondo, casi tan lejanas como las del resto de clientes en la sala. No he estado muy pendiente de la mesa, pero creo que Neal ha sido el que más ha comido. A veces me sorprende que su estómago tenga más capacidad que el mío, que tiene el triple de su edad.

Brenda pide la cuenta y ella junto con mi madre se pelean por pagar, mientras yo me quedo al margen ya que, primero, no tengo dinero, y segundo, lo que yo he comido apenas cuesta algo de dinero.

Me subo al coche detrás con los niños, me encargo de ponerles el cinturón de seguridad para luego dejarme caer en el asiento junto a la ventanilla. Brenda arranca el motor, Neal y Lucas empiezan a hablar incoherencias inventadas y yo me dedico a mirar la carretera, con el móvil en la mano. Lo miro varias veces cada minuto, siendo consciente de que no tengo ninguna notificación, pero aún así insisto. No me ha hablado en todo el día, y eso me agobia y me desespera. Si solo han pasado unas horas, ¿cómo estaré cuando se haya ido? No quiero que sigamos hablando para entonces, se lo he dicho. Mantener el contacto solo me haría sufrir más, y nunca conseguiría olvidarme de él.
Mi hermana enciende la radio en un intento de callar a los niños, que según ellas, empiezan a darle dolor de cabeza, y entonces sintoniza la emisora. Precisamente una canción de Ed suena en el coche, ya casi a punto de acabarse. Esta es la número nueve en el CD.

Joder. No voy a ser capaz de volver a escuchar a mi cantante favorito dentro de nueve días.

Le pediría a Brenda que cambiara la frecuencia si no fuera porque ya la melodía finaliza.
Mi móvil no vibra, pasamos por delante de la casa de Louis y tampoco le pillo por fuera. Es lógico que no esté fuera a las diez de la noche, sin embargo quería asegurarme. Seguimos de largo, yo en silencio, callándome todo lo que siento.

El coche para frente a casa, me bajo de él la primera despidiéndome de los niños y de mi hermana y cruzo la puerta rápidamente, utilizando mi llave. Mi madre se queda fuera un rato más, como siempre, manteniendo una conversación con Brenda.

Entro en mi habitación, me suelto la trenza que me he hecho en el pelo, cojo una toallita para limpiar el maquillaje de mi cara, me quito la ropa y los zapatos y la sustituyo por un pijama corto y unos calcetines, conecto el cargador al móvil, abro la ventana para que entre un poco de aire, destapo la cama retirando la colcha y la sábana y me meto en ella. Todo esto en cinco minutos, o quizá menos. Lo he hecho de forma automática, si ni siquiera pensarlo. Me cubro con la colcha y cierro los ojos. He llegado a la conclusión de que la vida está siendo muy injusta conmigo últimamente, y me gustaría saber qué narices he hecho para que me arrebate todo de esta forma.

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