52. La culpa es de los dos.

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Cuando los abro, me encuentro a Selene corriendo en mi dirección. Para frente a mí y me mira varias segundos con los ojos entornados. ¿Qué pasa?

—Os he visto... —dice, aún con cara de sospecha, como si intentara atar cabos en su cabeza—. ¿Estás con él?

—¿Qué? No. —Niego rápidamente. ¿Ahora van a empezar también con él? Odio que la gente se meta en asuntos que no le corresponden.

—Y ¿Joel?

Pongo cara de no tener ni idea de lo que me está preguntando, porque es justo lo que ocurre.

—Júrame que no tienes nada con él...

—Buf... —Resoplo. Estoy cansada de tener que responder siempre a la misma pregunta.

—Helena —continúa, más enérgica que nunca y sentándose—, he creído todo este tiempo que teníais algo. Algo raro, sí, pero algo. Es que... me gusta.

Me sale una pequeña risa impulsiva, que luego intento controlar.

—¿Estás bromeando?

—Claro que no.

Me quedo mirándola por una eternidad, supongo que hasta que me diga que sí bromea, pero ese momento no llega. ¿Ella también? Transcurre un rato en el que no digo nada, por lo que Selene se levanta y regresa con las chicas. Las tres están detrás de Joel... ¿de verdad no es una broma? ¿Un plan en conjunto ideado por Carlota en un intento de amargarme la existencia?

—Ey...

Cuando me doy cuenta tengo al sujeto de ojos verdes a mi lado.

—Ey. —Hago un movimiento de cejas para reforzar el saludo y le sonrío, pensando en el lío que se ha metido sin quererlo.

—¿Qué tal?

—Feliz —admito, recordando la escena de antes con Louis.

—Ummm... eso me suena a sexo reciente.

—¿Qué?

—¡Era broma! —Alza los brazos restándose culpabilidad para luego meter las manos en sus bolsillos otra vez.

Nos quedamos con una sonrisa por unos segundos, observando nuestro alrededor. Ya casi es la hora, así que muchos comienzan a entrar.

—¿Las ves?

—¿A quienes?

Hago un gesto con la cabeza para que mire al frente.

—Están todas detrás de ti.

No podía callarme. Hace tiempo que las cosas han cambiado. Ahora Joel es mi amigo, no ellas.

Sus ojos se abren de par en par, lo que me hace sonreír.

—¿No era solo a Maia?

—Naia —le corrijo—. ¡Su nombre es Naia!

Creo que lo de cambiarle los nombres lo hace aposta.

—Es lo que dije...

—Mentira —protesto—. Y Carlota, ¿ya te habías olvidado de ella?

Joel resopla con claro fastidio.

—Es imposible si no para de mandarme mensajes. Pero, ¿y Selena? ¿Ella también?

Pongo los ojos en blanco al escuchar otra vez un nombre de los que él se inventa. Esta vez ni voy a corregirle.

—También. Todas loquitas... —insisto porque sé que no le gusta el tema, lo veo en su cara.

—Todas menos tú.

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