38. De vuelta a la realidad.

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Me despierto con frío. De alguna parte me está entrando una brisa mañanera que interrumpe mi sueño. Aún estoy más dormida que despierta cuando me doy cuenta de que hay algo que no va bien, algo fuera de lo normal. No estoy apoyada en el colchón, ni en la almohada... Estoy apoyada sobre una camiseta blanca que desprende olor a perfume de chico. Y debajo de esa camiseta hay un cuerpo de chico, cálido y que lleva parte de la noche sirviéndome como almohada. Unos brazos me rodean por la zona baja de la espalda, casi por la cintura, y siento cómo los dedos presionan ligeramente contra mi piel. Es un agarre con demasiada confianza, aunque no puedo hablar solo de confianza por su parte ya que soy yo la que está sobre la mitad de su cuerpo, con una pierna por encima incluso.

Me alarmo de inmediato.

No tengo idea de en qué momento pudo ocurrir esto, pero si sé que tiene que marcharse ahora mismo antes de que las chicas se despierten, por mucho que no quiera que se vaya. Me lo está poniendo realmente difícil y últimamente el angelito y el diablillo de sobre mis hombros no paran de discutir y de volverme loca. El angelito dice: ¡que se vaya! Y el diablillo: ¡que se quede!

-Dios... Joel... -susurro, ansiosa por que me conteste y me deje despegarme. Me gusta tanto el contacto que me asusta-. Joel, despierta.

Hasta que no lo haga, no podré soltarme de su agarre. Madre mía, qué vergüenza.

-Mmm... -él murmura algo, moviendo la cabeza en mi dirección.

Abre los ojos despacio, lo que me permite ver su iris verde tan bonito.

-Tienes que irte de aquí. ¿Me escuchas? No pueden verte.

-Sí...

Dice que sí pero no lo lleva a la práctica. Como veo que es de despertar muy lento, intento moverme sobre él para desquitarme de sus brazos por mi cuenta.

-No te muevas así porque me calientas. -Su voz es suave, lenta y realmente atractiva. Aún así, me sonrojo por su comentario y dejo de moverme de inmediato.

No era mi intención ni de lejos "calentarle", simplemente me he movido un poco... Solo quiero que se levante de una vez y deje de tocarme, y dejemos de estar tan pegados, por el bien de todos. No puedo evitar pensar en que estoy notando todo su cuerpo bajo el mío, todo.

Finalmente me deja libre, apartando sus manos de mi espalda, y rápidamente me levanto sin tocarle. No toco nada, no rozo nada siquiera, y recupero mi lado de la cama. Enseguida estiro el brazo para coger el móvil. Faltan cuatro minutos para que suenen las alarmas de las chicas.

-¡Tienes que irte! -lo apuro una vez más.

-Voy, voy... -Sonríe, comenzando a levantarse, por fin.

Se queda sentado sobre el colchón y me quedo mirándole cuando se pasa los dedos por sus mechones de pelo castaño en un intento de colocarlos. Da un bostezo, me mira y de un impulso se pone en pie.

-La primera vez que duermes con un chico. -Mueve las cejas arriba y abajo una vez que se ha levantado.

-Me parece que te estás pasando con las primeras veces...

Y es cierto. No ha sido solo mi primer beso, sino el segundo y ahora también el tercero. No tenemos nada, pero se nos está yendo de las manos como sigamos así.

-Te hago todas las primeras veces que quieras.

Le lanzo una mirada asesina para que se vaya de una vez, y lo entiende perfectamente. No quiero pensar siquiera en ese último comentario.

Yo me quedo sobre la cama mientras se da la vuelta para lanzarme un beso en el aire. Sonrío inevitablemente, haciéndole un escáner completo trasero: sus piernas largas y atléticas están mil veces mejores que las mías. Le miro el culo hasta que desaparece silencioso por el umbral.

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