Arreglada. Esa es la única condición que me ha puesto Alexa a cambio de dejar que pagara ella. Lleva semanas insistiendo en salir a comer a un restaurante ubicado muy cerca de su casa, nueva casa, que se ha convertido en su favorito. A mí no me convence del todo la idea de permitir que ella me pague la comida y que además sea su padre el que venga a recogerme y a traerme. Ha sido imposible convencerla de que no se trata de cinco kilómetros, o diez... sino el doble, o quizá más del doble.
A pesar de haber accedido, sigo sintiéndome mal por utilizar a su padre como taxista. Incluso preferiría pagarle a un taxi porque sé que éste sí aceptaría el dinero.En cualquier caso ya estoy "arreglada" y un tanto nerviosa. Son tan pocas las ocasiones en las que he visto a Alexa desde su mudanza, que me siento hasta emocionada.
Reconozco que no fue nada fácil su ausencia durante los primeros días, pero hoy, finalizado el segundo y penúltimo trimestre del curso, podría decir que no ha ido tan mal como creí. Ella ya se ha adaptado completamente a su nueva urbanización y a su nuevo instituto, incluyendo compañeras y "compañero", así que yo puedo sentirme feliz por ella, aunque la eche de menos cada día.Llevo el pelo liso, un vestido azul marino por la rodilla y unas sandalias de primavera, ya que casi entramos en la nueva estación. Reviso otra vez el color de labios en el espejo porque no estoy segura de que convenza al cien por cien. Se trata de un nuevo pintalabios que me ha regalado mi hermana, sin motivo alguno salvo su capacidad para ser detallista siempre que puede. Es rojo, tal vez demasiado intenso para mi gusto y mi cara, pero creo que será cuestión de acostumbrarme a que mis labios destaquen por encima de todo. Da la impresión de que son más gruesos y carnosos incluso.
Sí, me gusta.
Alexa me avisa de que su padre llegará en cualquier momento, y ya me noto más impaciente. No paro de pensar en la conversación que voy a mantener con un hombre de cuarenta años en un coche durante una hora. No he tratado mucho con él... solo lo justo y necesario, y espero que sea del tipo de personas que hacen las típicas preguntas con el fin de rellenar un silencio.
Cojo aire, lo suelto con lentitud y me cuelgo el bolso para salir de casa. Por suerte estoy sola, y no tengo que dar explicaciones a nadie sobre por qué llevo los labios rojos y a quién voy a besar. Esas serían exactamente las palabras de mi hermano si me viera, y me alegro de que no se encuentre aquí y me ahorre el bochorno.
Salgo de casa y comienzo a andar, haciendo ruido con mis sandalias de estilo romano. He acordado con Alexa que yo misma iría hasta la carretera principal para ahorrarle trayecto a su padre, y me lo permitió tras insistir un poco.
Pasa por aquí antes de irte. Quiero verte.
La sonrisa que se me forma en la cara deberá verse patética a kilómetros. Fue anoche cuando le dije que había quedado con Alexa para comer, y sinceramente no creía que se acordaría.
¿Para qué quieres verme más? Ya me viste ayer. No he cambiado nada.
Me tomo la libertad de bromear mientras voy cruzando calles para llegar a su casa. Si quiere verme, no voy a negarme, básicamente porque el sentimiento es recíproco.
A lo mejor estás más alta o más guapa que ayer. No puedo perdérmelo.
No le contesto. Solo lo leo unas cuantas veces mientras él permanece en línea esperando mi respuesta.
Ven a verme, o salgo a buscarte. Estás en línea, no me hagas esperar. ¿Hablas con otra persona y por eso tardas en responder?
No tengo otra persona con la que hable... Solo él me interesa y solo su conversación me importa.
Quiero decírselo, pero me lo pienso un poco sabiendo que voy a verle en menos de dos minutos.
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Pide un deseo
Fanfiction"Creo que estoy caracterizada por ser el diario de todo el mundo, sin tener uno propio. Si lo tuviera, lo poco que habría de contar, no sería de interés ni de agrado ni para mí misma." [TERMINADA]