9. Joder, qué lío...

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«No me sueltes un rollo para ocultar tu humildad... Eres guapísima, ¿qué te cuesta admitirlo? No conozco a tus amigas, pero seguro que si las conociese, me quedaría contigo igualmente.»

Leo el mensaje directo mientras entro en casa, cansada de cargar la mochila por el camino, hambrienta y algo sudorosa.
¿Qué le pasa a Adrien últimamente? Me deja totalmente desconcertada con este tipo de cosas. Siento que las conversaciones han ido adquiriendo otro rumbo diferente, y no sé qué pensar am respecto. Me cuesta mucho creeme a las personas, me cuesta mucho confiar, por lo que no estoy segura de si agradecerle estos cumplidos o desconfiar.

«Deberías verme en persona antes de decir eso.»

Le dejo caer la indirecta, y salgo de Twitter. Descargo la mochila de mis hombros dejándola sobre la cama, junto al móvil.

Voy a la cocina y allí está mi madre lavando los platos. Con el ruido de la vajilla ni se percata de mi presencia por un rato. Oigo que suspira, cierra el grifo y se gira para verme.

-La gente suele saludar cuando llega a casa.

-Hola -le digo y pongo un media sonrisa.

-La comida está en la mesa -me dice secándose las manos con un paño y dejando el delantal en un cajón. Suspira otra vez mirando el reloj de la pared-. Voy a descansar un poco.

Y se marcha hasta su habitación. Oigo su puerta al cerrarse de un golpe, y luego todo se queda en silencio. Ella se va a dormir la siesta y supongo que mi hermano no está, por lo que soy la única y exclusiva comensal de esta mesa hoy.
Ahora que se ha ido a dormir, regreso a mi habitación a por el móvil. A veces prefiero no cogerlo en su presencia solo para evitar el mismo comentario de siempre.

«No es necesario.»

El mensaje de Adrien está acompañado por el corazón azul. Me quedo varios segundos esperando por si llega otro más, pero por lo que parece ese es el único. ¿No es necesario? Y eso es lo que llamo yo un rechazo en forma de indirecta que responde a mi indirecta anterior. Me queda claro, no quiere verme en persona. Pero, no lo comprendo. ¿Por qué continúa hablando conmigo y perdiendo su tiempo con una persona a la que no tiene la mínima intención de conocer? A mí, por el contrario, me encantaría. Me encantaría ponerle voz, una sonrisa... Tengo mucha curiosidad por saber quién se esconde tras ese perfil.

«¿Y qué tal te ha ido en clase?»

Vaya, pues al final se ha animado a seguir la conversación. Me siento en la silla y destapo el bol que tengo delante de mis narices antes de contestarle. Sinceramente, estoy haciendo tiempo para responderle. No quiero ponerle el típico «bien» que deja sin nada más qué decir, pero tampoco sé qué puedo contarle.

Recuerdo mi día desde las ocho y media que salí de casa. Louis, Selene, Carlota, Karen, Naia, Joel, historia, baloncesto, tiros libres, «porque me gusta tu nombre», ojos verdes, calzoncillos que asoman por debajo de los pantalones, Vans, deportivas, azules, literatura, sonrisas traviesas...

Vaya, creo que si le pongo el «bien» será todo mucho más sencillo.

«Voy a decirte que más o menos... He tenido un problema con mis amigas, aunque ha sido solo una tontería. Una pequeñísima discusión.»

Mejor le hablo de ese tema y no del otro. ¿Qué le voy a decir? ¿Que creo que me gusta un chico? No puedo, y ni siquiera estoy segura de que pueda llamarle "gustar". Quiero pensar que solo me atrae, además de por el físico, porque me presta atención, porque se interesa por hablarme y eso es algo que ningún otro había hecho.

Ensalada fresca y pollo empanado. ¡Qué rico! ¡No macarrones en salsa hoy! Iría a darle las gracias a mi madre pero, sabiendo su facilidad para conciliar el sueño, ya debe estar en la última fase de sueño profundo.

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