15. Uno descartado.

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Camino lentamente por el pasillo junto a Alexa, como si estuviéramos dando un paseo por la avenida marítima un día de verano. No tenemos prisa, aún no ha sonado el timbre pero según el reloj de mi móvil (con la hora exacta actualizada gracias a la amabilidad de Louis) quedan cuatro minutos para que finalice el descanso, lo que significará el inicio de matemáticas.

-Imagina que lo descubres, Helena, y que resulta ser uno de los dos... -Se lleva las manos a la cara dando un suspiro como si se tratara de una romántica empedernida-. Sería tan bonito...

-¿Bonito? -le pregunto para comprobar que he oído bien el adjetivo.

-¿No te parece bonito? ¿Cómo reaccionarías?

-No, Alexa. No me parece bonito. ¡Habría estado mintiéndome! ¿Cómo podría confiar en esa persona?

Se habría estado burlando de mí todo este tiempo. ¿Qué debo pensar exactamente de alguien que ha creado una identidad falsa para ponerse en contacto conmigo? Ya no voy a fiarme de sea quien sea el que está detrás de esa foto de perfil sacada de Internet.

-Sí, por esa parte tienes razón. Pero dudo de que lo haya hecho con algún tipo de mala intención. Ha intentado conquistarte por su forma de ser y no por una cara bonita y un cuerpo. Podría haberlo hecho de otra manera, es cierto, pero el caso es que así ha sido. Se ha tomado muchas molestias porque le gustas.

-Buf... No sé. No sé qué pensar. Todo eso no quita que me haya engañado como una imbécil.

-¿No te ha contestado? -me pregunta tras unos segundos en silencio.

-No. -Enciendo la pantalla y compruebo mi respuesta-. Nunca me escribe en horario de instituto.

-A lo mejor es porque no lleva el móvil a clase...

-Sí lo lleva -le digo-. Me ha escrito justo casi a la hora de entrar. Puede que no lo saque para asegurarse de que no lo descubran.

Llegamos al punto de encuentro, donde la mayoría de alumnos se reúne entre los cambios de horas para hablar con aquellas personas que no comparten la misma clase y donde se puede ver perfectamente la puerta principal, la ventanilla de conserjería y la sala de la que suelen salir los profesores para luego dirigirse a las clases.
Entre varias personas que ocupan los bancos, encuentro a Louis hablando con Michael, pero no está Joel con ellos.
Alexa y yo dejamos de andar y nos quedamos de pie a un lado, sin llamar mucho la atención, a observar.
Habla con el chico de pelo negro, al que más bien conozco poco, y gesticula con las manos de vez en cuando. Sonríe, se lleva la mano a la nuca y allí la deja un rato mientras escucha a Michael. Este para de hablar y continúa él, con una broma posiblemente porque Michael se ríe y Louis sonríe. La mano de la nuca sube por su pelo y acaba peinándose el flequillo con los dedos.
Miro su forma de vestir de hoy en la que antes no me había fijado. En los pies lleva unas Vans únicamente de color blanco, sin calcetines ya que deja asomar el tobillo y parte de la pierna hasta que tropiezo con el dobladillo del vaquero de color gris oscuro que se ajusta a sus piernas considerablemente. Además llevan unos pequeños rotos en las rodillas. Finalmente no veo su camiseta porque una chaqueta, de tela vaquera también, la cubre.
Se lleva las manos a los bolsillos de dicha chaqueta levantándose. Sigue hablando con una sonrisa que no se le va de la cara (debe de estar contando algo muy gracioso o que le gusta mucho) y mientras lo hace da golpecitos con un pie en el suelo e incluso llega a balancearse sobre sus talones. Es como si no pudiera estarse quieto.

-¡Tía!

Un golpe en el brazo llama mi atención.

-¿Qué pasa?

No soy consciente del análisis casi íntegro que acabo de hacerle a Louis durante bastante tiempo. El suficiente como para que Alexa me haya golpeado de esa forma.

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