—Helena, ¿llamo a alguien? —su preocupación solo consigue empeorarme.
—No, no. Estoy bien. Háblame. Dime cosas. Haz algo. Necesito no pensar —le pido cogiendo aire. Se me empieza a pasar, pero ahora llega la descarga, lo peor. Las lágrimas.
—¿Qué? ¿Qué hago? —exclama.
—Nada. No importa. —Niego bajando la cabeza, evitando que vea las primeras gotas que se forman en mis ojos. Sí, desde luego que Karen tenía razón, soy la gilipollas que encabeza la lista. Qué asco. Si querían hacerme sentir como una mierda, enhorabuena.
Me sujeta por los hombros, levanta mi cara y me ve con los ojos húmedos. Finalmente sus brazos me rodean por completo y me quedo pegada a su cuerpo.
—Oye... —Su susurro hace que me estremezca—. No sé qué te ha pasado pero, joder, no llores.
Su sudadera me da calor y sus brazos tranquilidad. No recuerdo la última vez que alguien me abrazó así, con tantas ganas. Inspiro su perfume apoyada en su pecho, y así no sé por cuánto tiempo. Estoy bien, mi respiración está regulada y el latido vuelve a la normalidad, pero no digo nada, solo permanezco con él hasta que decida lo contrario.
—Joel.
—¿Qué?
—Gracias.
Me aparta para verme la cara y me sonríe. Cómo se puede ser tan guapo.
—Voy al baño.
Asiente y me suelta. Doy un suspiro y ando rápidamente hasta el servicio. Entro, me aseguro de que no hay nadie y empiezo a llorar apoyada en el lavabo. Como una gilipollas.
Tengo que soltar el nudo que tengo en el estómago, y solo con lágrimas lo conseguiré. Procuro hacerlo en silencio, sin llanto para no llamar la atención.
Nunca podría haber imaginado algo así. Es asqueroso. ¿Desde cuándo han fingido ser mis amigas? ¿Lo fueron de verdad alguna vez? Joder, ¡no lo entiendo! ¿Qué les he hecho? ¿Qué cojones les he hecho? Karen no nos soporta, Carlota y Naia no me soportan... y Alexa se va. Me he quedado sola. Sola y gilipollas. Retiro las lágrimas de mi cara con rabia. Me miro en el espejo y veo mi cara negra, las mejillas manchadas de rimel corrido y mis ojos están rojos.
Éramos cinco amigas, nuestro grupo de siempre, y ahora solo voy a quedar yo.Empieza a entrarme calor en el cuerpo y vuelvo a tener la sensación de mareo.
—No, no, no...
Respiro. Una y otra vez. Cada vez más rápido y cada vez entra menos aire.
—Lo sabía. —Joel entra y se acerca—. Querías escapar para desahogarte a solas. ¿De verdad que no quieres que llame a alguien? ¿Aviso a tus amigas?
—Ni se te ocurra... —contesto y no sé por qué me hace sonreír, aunque mínimamente.
—¿Quieres algo? ¿Te traigo agua? ¿O quieres salir fuera?
—No. —Niego rápidamente y me siento en el suelo, pegada a la pared, para no sentir tanto la sensación de mareo.
—Ya ha acabado el recreo. ¿Vas a quedarte aquí?
—No lo sé. —Cierro los ojos y me concentro en mi respiración. Solo es cuestión de autocontrol.
Siento que se acerca. Se agacha y luego se sienta a mi lado. Abro los ojos para verle por un momento y vuelvo a cerrarlos.
—Son... ¿son ataques de ansiedad? —me pregunta y noto la cautela de su voz, como si tuviera más miedo él que yo misma.
—No sé lo que son. Hacía tiempo que no me pasaba. Son... nervios, en situaciones que me superan o que no puedo asimilar. A veces se trata más de lo que puedo crear en mi cabeza que le de lo que realmente ocurre.
ESTÁS LEYENDO
Pide un deseo
Fanfiction"Creo que estoy caracterizada por ser el diario de todo el mundo, sin tener uno propio. Si lo tuviera, lo poco que habría de contar, no sería de interés ni de agrado ni para mí misma." [TERMINADA]