3. Te gusto de todas formas.

3.9K 265 85
                                    

Entro en aula haciéndome hueco entre el resto de alumnos que siguen su camino por el pasillo. Tengo tan mala suerte que soy la última en llegar y, aún así doy gracias por haber llegado. La estrategia de seguir a la gente ha funcionado.
Echo un vistazo en busca de una silla libre. Carlota y Naia ya están sentadas juntas y, para mi sorpresa, Selene se encuentra al lado de Karen. Me mira en forma de disculpa y enseguida comprendo que ha sido Karen la que ha decidido sentarse con ella. ¿Y yo? Me siento demasiado observada como para ver o pensar con claridad. Solo distingo muchos pares de ojos sobre mí y ningún asiento libre. Hasta que miro hacia la otra pared y me tropiezo de nuevo con los ojos verdes. Me hace un gesto señalando la mesa que está a su lado, vacía. Tiene que ser una broma.
Busco como una loca otra posibilidad, pero la que me ofrece el chico es la única.
Suspiro de indignación sin que se me note y me dirijo hasta él. Me aferro el cartapacio al cuerpo, como si ese gesto hiciera que dejaran de mirarme. Agacho la cabeza, paso por detrás de él y finalmente me siento en el lado de la pared. De pronto me siento acorralada, incluso claustrofóbica. Detrás de mí están los otros dos miembros del trío de los guapos, y a mi lado el que se supone que se llama Joel. Me siento pequeña e insignificante y por el único sitio por el que podría salir sería la ventana, justo sobre mi cabeza.

-Hay que ser más rápida si quieres sentarte con tus amigas.

¿Me habla a mí? Levanto la cabeza y confirmo que sí.

-No importa, aquí estoy bien.

Pero ¿qué? No sé de qué forma va a interpretar que aquí esté bien, a su lado, rodeada por todos los ángulos de chicos.

-Tú sí -continúa-, ellas, no tanto.

Las busco con la mirada y las encuentro en la otra punta del aula mirándome de forma... ¿acusadora? Me atraviesan con la mirada, exceptuando a Selene, y no tardo en entender el motivo. Me encojo de hombros dejándoles claro que yo no elegí el sitio, lo he aceptado porque no me ha quedado más remedio. Además, se lo merecen por no haberme esperado en el baño. El que ríe el último ríe mejor, suele decirse, pero sinceramente no es que tenga demasiadas ganas de reírme. Si se me escapa una risa, sería nerviosa. Me envidian por estar sentada con los chicos, yo sin embargo les cedería el lugar encantada.

-Me tienen mucho cariño... -murmuro con clara ironía.

-Se nota.

Su tono me dice que habla tan irónicamente como yo. No le veo la cara, porque no soy capaz de mirarlo, pero sé que está sonriendo.
Saco mi estuche de la mochila y abro el cartapacio por la materia correspondiente. Ahora que hemos dado con el aula, ya sé que aquí es donde se estudia psicología.
Saco un bolígrafo de color rosa para escribir la fecha: 15 de septiembre.
Luego, paso una línea por debajo con ayuda de una regla pequeña. Escribo «Psicología» en color azul y lo subrayo con un rotulador naranja muy llamativo.
He notado la mirada de mi compañero de mesa sobre cada movimiento que he hecho. Si fuese otro tipo de persona, le diría sin ningún tapujo que me está incomodando pero, como no lo soy, me callo y me aguanto.

-¿Qué notas sueles sacar?

¿A qué viene eso? Me hago la extrañada por la pregunta y él me sonríe. Esta vez sí lo miro, e insisto en que es muy guapo. Empiezo a entender el interés de Naia, el "rollito" del que hablaba Selene, y la etiqueta de "guay" que le adjudicó Karen.

-Sí, digo que cuál fue tu nota media el curso pasado.

-Eh... -Me lo pienso, y no porque no lo recuerde, sino porque estoy lo bastante cortada como para que me salgan las palabras con fluidez-. Un 8'9.

Abre los ojos, como si se esperara una respuesta por el estilo de la que le he dado.

-Lo imaginaba.

Pide un deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora