A mi espalda oía como Sebastián se reía por lo bajo.
La mirada de Tyger siguió colgada de mí, mientras que Suse me apretaba el muslo con la mano. El dolor hizo que desapareciera mi furor y me puse a pensar si debía aclararle a Tyger que, con toda seguridad, Sebastián no había tomado la expresión eat my shorts de Inglaterra, sino de la serie estadounidense Los Simpson. Pero mejor dejé las cosas como estaban.
—Dediquémonos al tema de esta clase —Tyger tiró de la cadena de oro y abrió el reloj de bolsillo. Cada vez que lo hacía, se le contraía el ojo izquierdo.
—He escogido para ustedes otro relato corto de Ambrose Lovell —anunció—. Una de sus primerísimas obras. Sheila, si eres tan gentil de ayudarme... Bueno... Si es que puedes caminar con esas botas...
Tyger le entregó una pila de papeles. Esta vez lo que se le contrajo fue la comisura de los labios.
Junto a mí, Suse reprimió una carcajada y yo me apacigüé. "Nueva víctima, nueva alegría", me pasó por la cabeza. Pero en el caso de Sheila Hameni, Tyger tenía toda mi comprensión. Mientras Sheila, con las botas blancas de tacón de aguja y las piernas tiesas, repartía las hojas, daba la impresión de un pollo maltratado sobre zancos, pero esto no le impidió hacerlo moviendo el trasero.
Suse se puso delante de la cara el papel del relato de Lovell.
—Recuérdame que en el nuevo grupo de Schüler-VZ escriba "no tengo prejuicios, pero lleva botas blancas..."
Apreté los labios para no soltar la carcajada y me quedé mirando la hoja: The Bell in the Fog (La campana en la niebla), por Ambrose Lovell, Suffolk, Inglaterra, 1889-1950. Antes de que Tyger nos diera la clase de inglés yo no había oído el nombre de ese autor, pero después de todo ese tiempo conocía mucho de él. Parecía que Tyger tenía sus obras completas, incluso su manuscrito de su única novela inconclusa, de la que alguna vez nos dio una diminuta probada, y la mayoría de las veces nos leía los relatos cortos de este literato.
Si tengo que ser honesta, esas clases eran las que más me gustaban. Tyger tenía una maravillosa voz de narrador, profunda y de una deleitable lentitud. Hoy, sin embargo, le pidió a Sebastián que leyera y nos ordenó que marcáramos todas las palabras que no supiéramos, para que la siguiente clase las trajéramos aprendidas de memoria.
El cuento de Lovell trataba de un lord inglés que, en medio de una noche nebulosa, se perdió en un pantano y súbitamente escuchó un extraño tintineo. Sebastián dominaba el idioma inglés casi tan bien como nuestro maestro y leía en voz alta con soltura, pero yo, con todo, tenía dificultad para concentrarme. En lo que a dormir se refiere, yo pertenecía indudablemente a la categoría de las marmotas. Como mínimo necesitaba dormir ocho horas, menos deprimía mi sistema nervioso, y eso lo estaba experimentando especialmente hoy. Mis pensamientos comenzaron a vagar y antes de que me diera cuenta tenía ante mis ojos la aborrecible alfombra de felpa verde que había visto en sueños, el corredor floreado, los pedazos de vidrio y la abundante sangre, y para colmo esa sensación de que alguien se inclinaba sobre mí, alguien a quien yo le suplicaba que me dejara vivir.
Las sienes me palpitaban dolorosamente, traté de cerrar los ojos, y entonces vi la siguiente imagen: la oscura figura que se apoyaba en el farol y me observaba inmóvil.
Abrí los ojos porque estaba cubriéndome de sudor. De nuevo, Tyger me tenía en la mira, lo que no mejoraba las cosas. Traté de evadirlo, pero algo en su expresión era diferente de las otras veces. Si no hubiera conocido a mi maestro de inglés tan bien como lo conocía, habría creído que se preocupaba por mí.
—¿Qué te ocurre, Becky? —me preguntó Suse en el recreo de mediodía.
Estábamos, como cada día, en el Dori's Diner, en el mostrador, esperando la comida.
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Lucian (TERMINADA)
Teen FictionUna joven se enamora de un hombre que parece ser un vagabundo, y están unidos por algo: él es su ángel guardián, pero no recuerda nada porque padece amnesia. Lo único que sabe es que cada sueño que Lucian tiene sobre Rebecca, se hace realidad...