Capitulo 4 4/4

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Spatz revolvió los ojos.

—Su teatralidad era casi incomprensible pero, a pesar de todo, habría besuqueado con gusto su pulida media calva, pues al cabo fue él quien te salvó la vida. ¡Cuánto lamento que fuera un payaso! —Spatz comenzó a reír a todo pulmón—. El beso en la media clava, desde luego, me lo ahorré, pero en cambio levanté tu pequeño osito blanco. Estaba junto al columpio.

—El oso de mi abuela —dije, y pensé en el miércoles pasado, cuando Janne lo sacó de la caja. Desde entonces descansa en mi cama.

—Sí, exactamente —admitió Spatz—. La ambulancia llegó poco después, pero tú seguías inconsciente, y cuando los paramédicos te tomaron de los brazos de Janne para colocarte en la camilla, parecía como si a tu madre le estuvieran arrancando el corazón. Estaba tiesa de dolor. Entonces nuestras miradas se encontraron. Yo estaba allí con tu osito en la mano, Janne estiró la mano hacia él y, de algún modo, supe que no buscaba solo el oso.

Spatz calló un momento.

—Sin decir una palabra, me uní a ella y, juntas, subimos a la ambulancia, que salió disparada con la sirena a todo volumen. Tú yacías en la camilla. El paramédico había puesto una mascarilla de oxígeno sobre tu nariz y boca. ¡Te veías tan diminuta y Janne parecía tan perdida! —carraspeó—.En el hospital todo fue muy rápido. Te llevaron a Cuidados Intensivos, adonde Janne no pudo entrar, y cuando la puerta se cerró detrás de ti, ella se derrumbó.

»Cayó de rodillas, así, sin emitir un sonido, sin decir nada. No fue tan teatral como suena, sino como si a tu madre, literalmente, le hubieran quitado el suelo bajo los pies. Fui hacia ella, me quedé a su lado y así esperamos todo una eternidad —Spatz juntó los dedos de ambas manos—.Janne tenía el osito en una mano, lo miraba todo el tiempo y susurraba que él tenía que estar contigo, que no debías estar sola. Entonces repitió una y otra vez el nombre de tu padre: "Alec, Alec, Alec..." Le pregunté si quería que lo llamara, pero ella sabía que estaba en una filmación y no tenía manera de comunicarse —Spatz retorcía un mechón de cabello entre sus dedos—. Duró una eternidad. Yo atosigaba a todas las enfermeras que pasaban, hasta que al fin se abrió la puerta. El médico, un joven pelirrojo y pecoso, se arrodilló delante de nosotras. No sabes la manera tan profunda en que nos conmovió ese gesto. Tomó las manos de tu madre en las suyas y dijo que todo iba a salir bien. Habías estado entre la vida y la muerte durante un par de minutos, pero ahora estabas fuera de peligro.

Spatz meneó la cabeza:

—En ese momento, tu madre comenzó a temblar toda, y no paró hasta que pudimos entrar en la sala de observación. Allí sobre la cama te veías como una Blancanieves pequeñita, con tu pálida piel, los cabellos negros y los labios oscuros. Pero sonreíste, Rebecca.

Cerré los ojos un momento.

—Después volviste en ti, mas solo por poco tiempo; lo primero que dijiste fue: "¿Dónde está Lu?", y Janne te puso el oso sobre el pecho, pero estabas aún demasiado confundida y no cesabas de preguntar por él en cuanto, asustada, despertabas de un sueño intranquilo. "Patricia levantó a Lu para ti", dijo tu madre, con toda su dulzura, y apretó mi mano. En dado momento volviste en ti y me viste por primera vez —Spatz dejó resbalar el mechón entre sus dedos—. Y entonces dijiste: "Patz ha cuidado a mamá".

Spatz cruzó los brazos y miró al techo allá arriba.

—Patz se convirtió en Spatz y así se quedó.

Cuando fui a mi cuarto ya pasaba de la medianoche. A las siete en punto sonaría el despertador, pero yo estaba totalmente despierta. Spatz y yo estuvimos sentadas en el piso del desván mucho tiempo, escuchando discos viejos, y varias veces le rogué que no se fuera a dormir; hasta que deje de pedírselo cuando vi que estaba cabeceando en el sofá.

Lucian (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora