La habitación. Estaba aquí. Yo había llegado. Yo estaba aquí, en el Swiss Bell Suite en el Old World Hotel de Los Ángeles.
Sucedería. Volvería a suceder, justamente ahora. Me movía como en sueños, aunque estaba despierta, totalmente despierta. Me encontraba sobre la alfombra verde oscuro. Miré las paredes. Estaban recubiertas de madera. Del techo colgaba el candil. Vi la cama con el cobertor floreado. Sobre ella estaba el cuadro de un paisaje de montañas: picos oscuros, un prado soleado. Podía escucharme. Podía escucharme a mí misma tarareando la canción de Heidi. Y podía verme.
Estaba en esa habitación y me vi a mí misma dentro. Vi lo que ya había ocurrido. Me escuché reír. Estaba sola, estaba feliz. Podía sentir lo que había sentido, podía pensar lo que había pensado: mi madre estaba abajo en la recepción y había estado esperando el equipaje que el conserje todavía no sacaba del coche. Enseguida subiría. Esta noche dormiría con ella para que, siendo la primera, no tuviera que pasarla en el Casino Apenglück "á la Los Ángeles" con las bromas de mi padre. Janne y él habían tenido siempre el mismo humor. Mi padre sabía que ella se reiría de eso, igual que yo.
Mañana iríamos con él. Lo recogeríamos junto con mi hermanita Val, y viajaríamos juntos a su casa en el lago Nacimiento.
Michelle andaba de viaje de negocios. A mi padre le había costado meses lograr que ella aceptara nuestra visita.
Íbamos a estar tres semanas, y en una semana llegarían Sebastián y Suse. Así lo habíamos planeado.
Veía mi alegría anticipada en mi rostro risueño. Revisé el cuarto y musité la canción de Heidi; di vueltas y más vueltas, y entonces vi que me detenía, porque había notado a alguien. Alguien a quien conocía. Desde hacía mucho me había encontrado con él, cuando todavía era una niña pequeña. Sentía en mí ese fuerte anhelo, un ardiente de volver a verlo, verlo de verdad, tocarlo. Pero no estaba aquí. Vi su rostro y su profundo desencanto. Fui al espejo, el espejo que estaba en la pared y frente al cual me encontraba de nuevo. Él comenzó a temblar.
Sucedió, pasó, fue realidad. El temblor estaba de nuevo aquí, justo bajo mis pies, que estaban pegados al suelo, como si hubieran echado raíces. No podía moverme, no podía echarme a correr para pedir ayuda, como las demás personas que estaban en otras habitaciones.
Solo podía estar allí y dejar que pasara. Ahora.
El espejo saltó en pedazos, vi mi rostro en miles de fragmentos, y me fui hacia él. Caí de bruces en el suelo; caí con el vientre sobre los fragmentos y con los brazos abiertos. Pasó y transcurrió lentamente. Miré la puerta, que se había caído. Miré la mesita de noche junto a la cama, el teléfono que seguía colgando de la pared. Solo se había caído el auricular; sin ruido, se bamboleaba en el aire. El teléfono se encontraba a cuatro, quizá cinco metros de mí. Pero no eran metros, eran eternidades.
De rodillas, fui hasta allá. Y ahora pensé en él, en Lucian, que no se hallaba junto a mí. En Lucian, que estaba solo. En Lucian, que ahora era un ángel fracasado y debería vivir por siempre. ¿Lo sentiría él también?
Sentía a Lucian. ¿Qué había ocurrido?
La sangre estaba tan caliente. Fluía por mi mano y caía sobre la alfombra verde. Cada vez más y más sangre. Esto me provocaba cansancio, me volvía pesada y liviana y lenta... muy... lentamente...
Me desvanecí. Primero cedió la muñeca. Había sido tonto apoyarme en ella, muy tonto, pues hacía que la sangre brotara más rápido y que la herida pulsara con mayor vehemencia. Caí sobre los codos, mi tórax siguió, vértebra por vértebra. Estaba tirada de lado y me volví de espalda. Todo estaba húmedo y caliente.
Vi el techo del aposento. Era azul cielo. La araña oscilaba en el aire sobre mi cabeza, de aquí para allá, lentamente.
Heidi, Heidi...
Ven, pues, a casa...
Encuentra tu dicha...
Encuentra, pues, tu dicha de nuevo...
A tu Clara
Te haré un tomate...
Tanta sangre...
Lucian...Lucian...Lucian...
Por favor, no...
Lucian...
No quiero que estés solo...
Por favor, no; por favor, por favor, no...
No quiero que tú...
Lu...
Continuara...
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Lucian (TERMINADA)
Teen FictionUna joven se enamora de un hombre que parece ser un vagabundo, y están unidos por algo: él es su ángel guardián, pero no recuerda nada porque padece amnesia. Lo único que sabe es que cada sueño que Lucian tiene sobre Rebecca, se hace realidad...