—Desde luego —dije sin titubear—, siempre y cuando allí arriba hubiera piscinas o lagos.
—O mar —sonrió Lucian. Por unos instantes, contemplamos embebidos los fuegos de artificio. Duraron mucho tiempo. A cada momento saltaban nuevas chispas, y nosotros permanecimos callados, hasta que se apagaron las últimas luces en el negro cielo nocturno. Lucian me había tomado firmemente los brazos.
—Solicitaré la nave espacial para más tarde. ¿De acuerdo? —susurró finalmente—. Ahora más bien pareces necesitar una cobija caliente.
Asentí. No me había dado cuenta de que los dientes me castañeaban. Cuando regresamos al cuarto de Lucian, de pronto nos sentimos desconcertados. Estábamos ante un nuevo umbral y no sabíamos cómo cruzarlo.
Lucian tomó la iniciativa. Se quitó el saco, luego los zapatos y finalmenteme quitó la chaqueta de los hombros y me llevó nuevamente a su cama. Se arrodilló delante de mí para sacarme los zapatos y luego los calcetines. Sus dedos fríos se plegaban en torno a mis pies, y yo sentía cómo la sangre se calentaba bajo mi piel. Me desabroché los jeans y traté de respirar acompasadamente, en lo cual fracasé de forma penosa. Cuando Lucian jaló de las piernas el pantalón, este fue resbalando lentamente por mi cuerpo, y por cada milímetro de mi piel se me iba poniendo la carne de gallina. Cada broche daba su propio y suave clac, hasta que no quedaba encima más que la camiseta y el calzón.
—¡Cómo tiemblas! —dijo.
Me echó encima la cobija, me arropó y entonces se quitó los jeans. Vi sus piernas, delgadas pero marcadas, sus potentes pantorrillas. Los músculos parecían danzar bajo su piel. Se dejó la camiseta y se acurrucó junto a mí bajo la cobija.
—Esta vez —susurró— es de verdad; no es un sueño. Estoy acostado junto a ti en la cama.
Me sonrió y luego me pellizcó la mejilla con suavidad.
—Y has crecido mucho desde la última vez.
No emití ningún sonido. Estiré los brazos hacia él, pero el meneó lacabeza.
—Date vuelta —me ordenó con voz suave—, voltéate boca abajo. Así lo hice. Lucian levantó mi camiseta cada vez más. Sus dedos lisos y blandos recorrieron mi columna vertebral con una lentitud suave, deliciosae interminable. Cuando te toco —había dicho Lucian en la terraza del búnker— siento algo indescriptible, como si nunca hubiera tocado a nadie. Y así exactamente me ocurrió ahora. Como si yo fuera la primera, la única, a la que él jamás había tocado. No me sentí de otra manera. Toda la piel me hormigueaba, bajo sus dedos todo se convertía en otra cosa, en algo nuevo. ¿Qué era yo, en qué me había convertido, qué éramos nosotros?
De golpe, los dedos de Lucian se detuvieron:
—Ahí esta —murmuró—. Tu cicatriz. Te caíste, ¿verdad? Jugando. Esto lo soñé anteayer. Eras pequeña. Te peinabas con cola de caballo y llevabas un dirndl. Estabas en el patio de juegos, corriste, pero con ese vestido note podías mover, y cuando el niño te jaló, tú volteaste y él te empujó. Moviste los brazos y te caíste. Comenzaste a gritar como loca, y se te clavó una aguja de seguridad en la espalda.
Sentí como Lucian se doblaba sobre mí. Sus labios rozaron la piel de mi omóplato.
—Yo estaba contigo —susurró—. Yo estaba justamente junto a ti, pero no te ayudé, ni siquiera te dirigí la palabra ni te consolé. Rebecca, tenía tanto miedo de que algo mal...
—Shhhhh...
Me giré y cerré sus labios con un beso. Noté como sus manos se cerraba en puños sobre mi espalda; todo su cuerpo estaba ahora excitado. Arqueé la espalda y me empujé cada vez más adentro de su abrazo; entonces aplané mi cuerpo para quitarme la camiseta, pero Lucian me retuvo la mano con fuerza.
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Lucian (TERMINADA)
Teen FictionUna joven se enamora de un hombre que parece ser un vagabundo, y están unidos por algo: él es su ángel guardián, pero no recuerda nada porque padece amnesia. Lo único que sabe es que cada sueño que Lucian tiene sobre Rebecca, se hace realidad...