—Todos presten atención —dijo, como percibiendo algo—. Al parecer, usted puede leer el pensamiento del autor. Yo no había leído aún la respuesta que Lovell pone en la boca de su Dalia, pero esas eran exactamente las palabras. Go to hell! fue lo que le espetó a Steven y, en el mismo momento, un relámpago deslumbrador recorrió el cielo. Los caballos se encabritaron, se desbocaron y llevaron a la pareja, por segunda vez, a su muerte, juntos. El autor dejó a la fantasía de sus lectores si Steven aterrizó en el infierno, como se le había deseado.
Tyger me guiñó el ojo.
—¡Diablos! —susurró Suse—. ¿Lo sabías? ¿Conocías la historia?
Meneé la cabeza. Quizá no estaba en el texto y Tyger no quiso más que burlarse de mí. De él no lo dudaría un momento.
De nuevo, Tyger se dirigió a la clase.
—Su tarea: búsquense un compañero y escriban una discusión dialogada sobre la frase El hombre muere siempre demasiado pronto. Uno estará a favor de la frase y el otro en contra. Cada uno de ustedes ha de convencer al otro. Desde luego, en inglés.
Tyger me miró de nuevo.
—Inglés británico, ténganlo presente. Entrega: próximo martes. Les deseo una bonita tarde.
Aguardé en el estacionamiento de bicis a Suse, quien había olvidado su equipo de deportes en el gimnasio. Me enojaba que Sebastián se me adelantará y hubiera escogido a Suse como compañera para la tarea.
Sobre mí había caído Aarón, quien era un "súper-cero" en inglés, lo que significaba que yo sola cargaría con todo en mis espaldas. Daba lo mismo; total, todavía quedaba mucho tiempo hasta el próximo martes.
—¿Qué tal tu coche? —preguntó Suse cuando salió del gimnasio—.¿Pudiste dormir o a escondidas...?
—No —respondí, meneando la cabeza—. Me quedé en casa. Después de lo ocurrido ayer era demasiado peligroso.
—"Cuando tienes la razón, tienes el derecho" —dijo Suse, quien por la mañana me había pedido que le contara con pelos y señales lo de mi fin de semana. Por lo que respecta a la noche con Lucian, me reservé algunas cosas, pues no quería que le viniera a la mente su experiencia con Dimo.
Nuestras conversaciones, las manos lisas de Lucian y el suceso del bar el domingo, por el contrario, se los había contado con todos los pormenores.
—No lo acabo de creer —insistió Suse—. ¿Cuántos bares hay en Hamburgo, cientos, miles? ¡Y tu vas a dar, dos veces seguidas, precisamente donde trabaja Lucian! El escritor que pintara una escena así en su libro sería comidilla fácil para todos los críticos literarios —dijo sonriendo irónicamente.
—Probablemente —murmuré—, pero cómo lo ha hecho Lucian me interesa mucho más.
—¿A qué te refieres?
—A lo de Janne. Esa mirada que lanzó cuando mi madre miró hacia donde él estaba. Si él la hubiera visto, habría pensado que la hipnotizó, pero él miró hacia otra parte intencionalmente. Y parece que ella no notó nada. Ella no lo percibió. Estas no son cosas que sucedan, Suse.
—En efecto —suspiró mi amiga—. Todo esto cuadra con lo que me has contado de él. Lo de John Boy, por ejemplo. O lo de las manos. ¿Y estás segura de que no tiene ni una línea?
—Suse, ¿me crees idiota o ciega? ¡No había absolutamente nada!
—¿Todo lo demás está en su lugar, o qué? —me sonrió, y yo le di un codazo en el costado.
ESTÁS LEYENDO
Lucian (TERMINADA)
Teen FictionUna joven se enamora de un hombre que parece ser un vagabundo, y están unidos por algo: él es su ángel guardián, pero no recuerda nada porque padece amnesia. Lo único que sabe es que cada sueño que Lucian tiene sobre Rebecca, se hace realidad...