—¿Puedes imaginar entonces la impresión que lograrías causar?
—Suena seductor —sonrió Lucian—. Esa fantasía ya me había venido a la mente. En la biblioteca vi la partitura, pero no fui capaz de leer ni una nota. Beethoven perdió el oído, pero mantuvo su memoria. Escuchaba la música en su espíritu o en el alma.
Lucian puso las manos sobre mis hombros. Entonces se inclinó hacia delante hasta que la punta del pico de su antifaz rozó mis labios con toda suavidad. Sentí su aliento, mientras el mío se aceleraba ligeramente.
—No quisiera causarte temor —dijo en voz baja.
—¿Por qué lo dices? —pregunté, y traté de tomar sus manos—. No tengo ningún miedo de ti. Al contrario. Me siento segura cuando estás conmigo. Cuando estás cerca me siento bien. Y la noche junto al Elba tú también experimentaste lo mismo, ¿o acaso —mi voz comenzó a temblar— han cambiado las cosas?
Lucian se apartó de mí. Dio un paso hacia atrás y se me quedó mirando.En su boca había un gesto inesperado.
—No, nada ha cambiado —musitó—. Solo que hay algo más. No puedo explicarlo. ¡Lo que siento por ti es... es demasiado fuerte, Rebecca! Tengo miedo de mí mismo y de lo que he olvidado. ¿Qué tal si fuera algo horrible?
Lucian dio otro paso hacia atrás hasta estar de espalda a la baranda.
—Quizá soy malo —masculló—, peligroso, con alguna enfermedad mental, quizá...
Pareció no poder concluir la frase.
—¿Puedes entenderlo?
—¡No! —le espeté, y añadí—: No sé. Quizá.
De nuevo pensé en aquel artículo del periódico y en la teoría de Janne de que el cuerpo, tras una experiencia brutal, se protege desterrando los recuerdos mortificantes.
¿Quizás él tenía razón? ¿Podría ser que el shock de Lucian consistiera en que hubiera hecho algo espantoso? ¿Qué él —para hablar con las palabras de Janne — fuera la víctima de su propia violencia? Bajé la cabeza.
—Sí —balbuceé por fin—. Puedo entenderlo.
Lucian me miró. Incluso a través de su máscara noté lo triste que estaba.
—¿Ves? —dijo en voz baja.
—¡No! —di un paso hacia él e intenté tomar sus manos de nuevo—. No quise decir eso. Entiendo lo que piensas. Pero te equivocas. Tú no eres malo. Yo lo sé. Yo lo siento.
Antes de que Lucian contestara algo, proseguí:
—Tienes que dejar que te auxilien. Tienes que encontrar a alguien en quien confiar, alguien que sepa de estas cosas...
Reprimí un gemido. Parece que tu madre es muy inteligente, había dicho LeRoy. Sí, desde luego que lo era, pero contarle a Janne del problema de Lucian o mandarlo a su consultorio parecía, así de golpe, impensable.
De repente me sentí increíblemente aliviada de que Lucian no la hubiera mencionado.
Si Lucian fuera algo así como un extranjero, un compañero de clase, alguien conocido... pero no lo era. Me afectaba con mayor fuerza que cualquier otro ser humano con el que me hubiera encontrado en la vida. Y parecía que a él le ocurría lo mismo conmigo. Si Janne juntara las piezas del rompecabezas de esta historia, si se enterase cómo nos habíamos conocido, de cómo se quedaba de noche bajo mi ventana y con que temores se movía, lo primero que haría sería no dejarme salir por la puerta y él, posiblemente, lo denunciaría.
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Lucian (TERMINADA)
Teen FictionUna joven se enamora de un hombre que parece ser un vagabundo, y están unidos por algo: él es su ángel guardián, pero no recuerda nada porque padece amnesia. Lo único que sabe es que cada sueño que Lucian tiene sobre Rebecca, se hace realidad...