Capitulo 2 3/4

1.5K 23 0
                                    

—Sí, lo sabes —dijo Suse y se puso a morder nerviosamente uno de los mechones de su pelo—. Ese trastornado que llevaba una media rosa como máscara, del que hablaron la semana pasada en el Mopo. Sube por las noches a las casas de las mujeres solas y se sienta al borde de sus camas. Mientras duermen, les acaricia las mejillas y cuando abren los ojos, todavía medio dormidas, entonces...

—¡Suse! —grité, fuera de mí—. ¿Puedes dejar de hablar de esas estupideces? ¡Escucha, no me vas a dejar dormir esta noche!

Arrastré a mi amiga lejos de la ventana. Era asombroso, en todo el día yo no había dejado de pensar en la pesadilla o en esa extraña figura debajo de mi ventana. De alguna manera me parecía que estaba cometiendo un error serio. Al contarlo en voz alta, todo el asunto daba la impresión de ser una cadena de raras casualidades. Pero no lo eran, no para mí... no con esa sensación en el pecho, ese vacío que no lograba explicarme.

—Mejor cuéntame como te fue ayer en el ensayo con la banda —le sugerí a Suse.

Mi amiga, con un hondo suspiro, se dejo caer en el puff, y el tema de la siguiente hora fue Dimo Jamal, vocalista de la banda de la escuela, el Dr. No y las hermanas enfermas, y el sueño de las noches insomnes de Suse. Según yo, ese Dimo era un estúpido bastante arrogante pero, sabiamente,esta opinión solo la guardaba para mí. Suse ni siquiera me habría escuchado.

Hace tres meses, Dimo había escogido a mi amiga como corista, y desde entonces, Suse acudió a clase de canto y consideraba seriamente la idea de someterse a una operación estética. Para mí era un enigma porque las personas, en cuanto estaba en su poder hacerlo, se sometían a intervenciones tremendas sin pensarlo un minuto. Por ese lado, Suse había tenido la suerte de estar tan bien dotada, como Sebastián, en lo que se refiere al buen aspecto.

Físicamente, Suse era muy diferente a mí, lo cual no quiere decir que junto a ella yo me sintiera como el patito feo, pero con mis redondas caderas, bien torneadas piernas y prominente busto era yo, probablemente, la pesadilla viviente de todas las anoréxicas. Y, mientras, al igual que a mi padre, era de pelo negro y ojos castaños, Suse era de un rubio que tiraba a blanco —productos de belleza Polange—, rizos en espiral, ojos color verde claro y el cuerpo de una ninfa.

El único defecto de Suse lo conocíamos cuatro personas en el mundo: su ginecóloga, su madre, Janne y yo. Suse tenía pechos grandes pero de diferentes tamaños, y tenía que usar sostenes con copa de distinta medida: la derecha entre B y C y la izquierda. A.

Para disimular la diferencia se mandaba a hacer sujetadores especiales,con una copa rellena de material gomoso. Por eso podía usar camisetas estrechas sin que nadie advirtiera el defecto. Naturalmente, esto no evitaba que sufriera horrores por esa deficiencia. Durante la clase de deportes salía de la cabina —conmigo como guardaespaldas— en último lugar, y cuantas horas habíamos pasado en foros de internet no lo podría calcular. En ese tiempo me sabía de memoria los nombres de algunos profesionales de operaciones de mamas. Pero Janne y yo estábamos en contra de las cirugías.

Así que cuando Suse acabó de hablar extensamente de las canciones, voz,trasero y peca en la frente de Dimo, aterrizamos también hoy,inevitablemente, en su complejo; yo tratando de probar suerte refiriéndome a las muchachas a las que les va peor. Empresa por completo sin éxito.

—Lilith Hopf nació con un hocico de cinco centímetros.

A lo que Suse respondía:

—Tuvo un largo tiempo de vida para acostumbrarse. Mis pechos, por el contrario, eran iguales el uno al otro, ¿Por qué demonios el derecho no estuvo satisfecho y tuvo que seguir creciendo?

—Míralo desde este punto de vista —la molestaba yo, bromeando—:cuando Dimo esté sobre el pecho pequeño, puedes hacerlo feliz, y cuando esté sobre el grande, igualmente lo puedes hacer feliz. Digamos que eres two in one (dos en una).

Lucian (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora