Capitulo 18 3/4

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Janne estaba detrás de mí. Su rostro estaba blanco como la tiza. Miraba fijamente al mono y luego a mí. Vi cómo su mirada pasaba de mi camiseta hacia arriba, a mi pelo, y luego a la alacena donde se encontraba la cubeta de pintura.

Enderecé los hombros, traté de sobreponerme y me eché a reír en las narices de Janne.

—Oye, ¿por qué tan silenciosa? —le pregunté con el tono más alegre del que fui capaz—. ¡Hasta me asustaste! ¿Por qué me estas mirando así? ¿Tengo alguna erupción en la piel?

Janne meneó la cabeza sin decir palabra y se hizo la disimulada. Al parecer no creía que yo adivinara nada.

—Pensaba... quería... —tartamudeó—... quería lavarme las manos.

—Va a ser difícil —forcé una vez más una sonrisa y le mostré las tazas sucias que se amontonaban en el fregadero—, pero quizás puedas poner algo de orden aquí y yo me encargaré de las estanterías, ¿de acuerdo?

Janne asintió, confusa.

—De acuerdo.

Cuando Spatz y yo quitábamos el polvo de la ropa ya eran las cuatro y media, y yo no tenía ya fuerzas para nada. Mientras Janne estaba sentada en la silla de la ventana y miraba callada hacia fuera, yo aún representaba mi rutina de buen humor. Las comisuras de los labios comenzaban adolerme.

—¡Felicidades, Spatz! —grité, feliz como unas campanillas—.¡Ahora sí ya terminamos!

No sé quién se veía mas feliz, si la espuma de la felicidad o la propia Spatz. Los objetos orgánicos ya estaban en los anaqueles altos, y ella misma se ocuparía mañana de la serie marinera. Tomé mis cosas de la natación, y con esa excusa iba a marcharme, cuando sonó mi celular.

—¿Y? —Suse estaba en el otro extremo—. ¿Lo has visto?

Me vino una idea.

—¡Ay , amiga! —exclamé, fingiendo preocupación—. ¡Pobre! ¿Quieres que vaya?

—¡Claro! —comprendió de inmediato—. Lo mejor es que sea ahora; y si te parece, pasas la noche conmigo. ¿Te dejará venir Janne?

Miré a mi madre.

—Es Suse —murmuré—. Tiene un problema. ¿Puedo quedarme esta noche con ella?

Janne arrugó la frente.

—Precisamente quería invitarlas a las dos a cenar para festejar este día —y su mirada pasó de mí a Spatz.

¡Estupenda idea! —dijo Spatz, sonriendo—, pero puedes invitarme a mí sola.

Y, fingiendo desencanto, añadió:

—¿O ya no me quieres?

Janne tuvo que reírse contra su voluntad. Le dio un beso a Spatz y me dejó ir.

Él seguía sin estar allí y tampoco volvió. Estuve regresando a la casa de Holzdamm cada hora y pasé un par de veces por el bar, para ver si se haba aparecido. No fue así.

Se me hacía cada vez más tarde. Le tocaba el turno a otra chica, de pelo castaño corto. Se mostró afable y dispuesta ayudarme, pero hoy no había visto a Lucian y no creía que fuera a regresar. Llegué incluso a atreverme a preguntar por la rubia, pero la chica de ahora no sabía dónde vivía.

Poco antes de la medianoche empezó a llover. Suse llegó con una pizza y una tetera caliente para hacerme compañía. Nos pasamos a un portal frente a la casa de Lucian. Cuando le conté a Suse la historia del mono, se quedó boquiabierta.

Lucian (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora