Capitulo 35 2/2

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—Tuve dolores, dolores indescriptibles y que, simplemente, no cesaban —estrujó la hoja entre sus manos—. Debería haberme abstenido, pero vi claro que tú no lo soportarías.

No necesité siquiera asentir.

—Por eso —prosiguió—, y solo te he seguido.

—¿Te acordaste, entonces? —dije sonriendo.

Lucian asintió.

—Cuando el avión aterrizó en San Francisco, los dolores cesaron.

Abrió la mano y echó la hoja desmenuzada al prado. La luna desapareció tras los árboles y, de repente, todo en derredor nuestro quedó sumido en tinieblas. Lucian se levantó de los escalones y se fundió con la negrura. Brotó la llama de un encendedor y vi que Lucian prendía la luz de un quinqué que había sobre la mesa del porche.

El gato maulló.

Cuando Lucian regresó con el quinqué en la mano y se sentó frente a mí en los escalones, su rostro quedó entre luz y sombras.

—¿Por qué no tienes ningún miedo de mí, Rebecca? —preguntó a media voz, y colocó el quinqué en el escalón entre ambos—. ¿Por qué no huyes gritando? Yo podría ser tu asesino.

"No lo eres", pensé. "Tú eres mi ángel." Nuestras sombras danzaban ahora sobre el piso de madera del porche. Pensé en Faye, quien averiguó quién era Finn. Pensé en Tyger, quien había descubierto lo de Lovell gracias a Faye. Y reflexioné acerca de cómo ambos, Faye y Tyger, me aclararon, de diferente manera cada uno, quién era Lucian.

Ahora era mi turno hacerlo.

No había meditado cómo debería empezar y dije lo primero que me pasó por la cabeza.

—¿Te acuerdas del sueño de la chica en la playa? ¿La pelirroja de vestido plateado?

—Sí —corroboró, desconcertado—. ¿Por qué lo preguntas?

—La conocí —repuse.

Lucian se apoyó en la barandilla de las escaleras. En lontananza llegaba el ronroneo de una moto.

—Se llama Faye —proseguí—. Es la niñera de mi hermanita; viajé con ella a la playa; nos sentamos exactamente en el lugar donde tú nos viste en el sueño, y ella me contó que la razón de que mis dolores cesaran de repente fuiste tú, porque me habías seguido.

—¡Momento! —me interrumpió Lucian, meneando la cabeza—. ¿Cómo supo esa chica lo que hice? ¿Quién es ella? ¿De qué me conoce?

—A ti no te conoce —repliqué—, pero lo sabía porque ella, igual que tú, no... —titubeé— ...porque ella, al igual que tú, no tiene líneas en la mano. Puede volverse invisible, no muere y antaño fue un ser humano sin pasado. ¿Te acuerdas de tu anfitrión en Hamburgo? —Lucian asintió y juntó el entrecejo, aturdido—. También él es como tú. Por eso te encontró en Hamburgo. No fue ninguna casualidad, Lucian. Morton Tyger te acogió porque eres diferente; él se enteró de tu existencia.

—¿Cómo sabes todo esto? —me preguntó, desconfiado—. ¿Y cómo es que conoces, así de golpe, su nombre?

—No de golpe —suspiré—. Yo conocía a Tyger mucho antes que a ti. Era mi profesor de inglés en Hamburgo. De todos modos, yo no sabía entonces que él te había permitido vivir en su casa.

—¿Qué? —ahora Lucian estaba totalmente pasmado y se inclinó hacia atrás ligeramente—. Pero, ¿por qué... él no me ha contado nada de todo esto?

Meneé la cabeza. Las razones de los actos de Tyger no pertenecen a este mundo; al menos era mejor que esto lo dejáramos por las buenas.

—Cuando desapareciste aquella noche luego de hablar con Janne, ya era demasiado tarde —proseguí—. Él te buscó por todas partes y luego supo, por Faye, que andabas cerca de mí. Así que voló a Los Ángeles. Ha sido por él y por Faye que me he enterado de todo lo que sé acerca de nosotros dos.

Lucian (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora