Capitulo 14 3/3

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—Pero es verdad —bramé, y de pronto me sentí más culpable que antes—. ¡Cuánto siento no haber estado ayer contigo! Si lo hubiera sabido...

—Entonces es probable que te le hubieras ido encima... —Suse jaló mocos.

—Es una cosa rara, ¿no? —dije de repente—. Primero soy yo la que pierde los estribos y tú eres la que tienes que apaciguarme. Y ahora es al revés.

Se restregó la cara.

—¿Me duele tanto! No solo lo que ocurrió con él, sino este miedo de... si...yo... alguna vez...

—¡Suse! ¡Oye, Suse! —corrí hacía mi amiga y la tomé con fuerza por los hombros—. Puedo entender lo que piensas, pero te juro que Dimo es un culero tan excepcional que no hay otro igual. No todos son así. ¡Desde luego que no son todos! Tienes que creerme. ¿De acuerdo?

Suse jaló mocos de nuevo.

—No —dijo—, pero por lo que él respecta, tenías razón. Desde un principio te cayó mal y, a pesar de todo, siempre estuviste a mi lado. Es lo que debería haber hecho contigo. Lo siento, Becky.

Negué suavemente con la cabeza.

—No digas estupideces. No podías estar conmigo. Casi no te había contado nada.

—De todas formas —se limpió los mocos son el dorso de la mano. Tenía mis cabellos en la palma, así que ahora se le pegaron bajo la nariz como un bigotito.

—Aguarda, Adolfo. Un momentito —le quité los pelos con mi dedo índice. Suse se echó a reír, pero enseguida volvió a ponerse seria.

—Cuéntame de él, por favor. Te comprenderé, de veras.

Al no ver remedio, moví la cabeza. En primer lugar, no era el momento de descargarle a Suse mis problemas, y en segundo, no sabía cómo reaccionaría al abrirme del todo. Lo que había hecho ayer al menos propicio algo: reprimí todo aquello de lo que me había enterado en el consultorio de Janne, lo mismo que el consiguiente encuentro con Lucian. Ahora sentía cómo todo se agolpaba dentro de mí. Comencé a jadear y caíde rodillas, como si alguien me hubiera propinado una patada en el estómago.

Suse acudió de inmediato arrodillándose frente a mí y me abrazó. Sus ojos seguían hinchados, pero su voz enérgica y su tono no admitía contradicciones.

—¡Suelta la sopa! —me dijo—. ¿Quién te delató con Janne? ¿No habrá sido Sebastián?

—No —mascullé y sentí como mis pensamientos reprimidos, la ira y la angustia se empeñaban en salir, arrollándome.

—No fue Sebastián. Fue Lucian.

—¿Lucian? —Suse soltó mis brazos—. ¿Así se llama? ¿Lucian? Él... —ella sonrió— se veía genial con su máscara de pájaro. Misterioso pero también sexy. Creo que entiendo lo que ves en él.

—¡No! —me quedé mirándola—. Creo que no lo entiendes en absoluto. Pero tampoco puedes comprenderlo.

—Entonces acláramelo.

Seguí con la vista a Suse mientras se dirigía al columpio.

—Lucian está en la terapia con mi madre —exclamé con total incoherencia.

Suse se quedó boquiabierta, pero no hizo ninguna pregunta. Solo me miró embobada y yo no tenía idea de por dónde empezar. Todo se me vino encima.

—No lo sabía —proseguí—. Fui atando cabos poco a poco, luego de que escuché una conversación entre Janne y Spatz. Parece que Janne sabía del baile de máscaras, y fue por eso que pensé que alguno de ustedes dos me había delatado. Pero fue al revés. En la última sesión, Lucian le contó a mi madre acerca de la noche del baile, y también de sus sueños y de todo lo demás. Y cuando ayer salía a escondidas del consultorio me topé con Lucian en la escalera. Él no sabe que Janne es mi madre. Al parecer creyó que yo le había... ¡Oh, Dios, Suse! Se veía increíblemente furioso y ahora...—me llevé las manos a la cara—... ¿Ahora qué pasará si no quiere volver a saber de mí?

Lucian (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora