Capitulo 18 4/4

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Me levanté de la cama, anduve de aquí para allá en el cuarto, miraba cada par de segundos el celular, echaba maldiciones, observaba por la ventanay cavilaba cómo y cuándo podría escabullirme sin que Janne sospechara. Cuando vibró el celular, casi me muero del sobresalto.

—¿Qué pasa contigo?

¡Oh no! Cerré fuerte los ojos. Era Sebastián

Nada —contesté sin fuerzas—. Nada malo. Tengo solo un poco... de fiebre.

—Esa respuesta ya la conozco —sentí suspirar a Sebastián.

—Becky, ¿qué te pasa? ¿Por qué no fuiste hoy a la escuela? ¿Es... por él?

—Sebastián, yo... —desesperada, buscaba las palabras—. Ahora no puedo hablar, ¿ok?

¿Quieres que pase?

—¡No! —me esforcé por no gritar—. No. Ya estoy bien. Mañana hablamos. Nos vemos en la escuela

Un carraspeo.

—No estás normal —prosiguió Sebastián—. Algo anda muy mal. Yo capto siempre que... que, ¡ay, mierda!, que te está pasando algo y mi sentido me dice que estás enredada en algo.

¿Has hablado con Suse? —mi voz se había vuelto tajante.

—¡No, maldita sea! ¡Te hablo a ti!

Pero ahora no puedo hablarte.

Colgué.

Entonces me senté en el piso, delante de la cama, y miré la hora. Las once y media. Cuando Janne se meta en la cama, volveré a salir.

Me enrollé en la alfombra para tomar fuerza

Afuera había una tormenta. Incluso a través de la ventana cerrada podía oír cómo el viento desgarraba los árboles y aullaba en torno a las casas

Supe que me había dormido cuando un penetrante ruido me hizo despertar espantada.

Era el timbre de la calle. Alguien llamaba fuerte.

En el corredor me topé con Janne, quien ya estaba en pijama y me miraba desconcertada. Me encogí de hombros.

¡Por favor, no! ¡Por favor que no sea Sebastián!

—Quizá Spatz olvidó las llaves —murmuró mi madre, y se dirigió a la puerta—. Todavía está en el atelier. ¡Cielos, son las dos y media! ¡Ya voy!

No era Spatz.

No era Sebastián.

Frente a nuestra puerta estaba Lucian. Estaba blanco como una pared, calado hasta los huesos, el agua goteaba de sus cabellos.

—Tenemos que hablar —dijo con brusquedad—. A solas.

Pero no estaba mirándome a mí, sino a Janne.

—Tenga —y le puso un pedazo de papel en la mano—. La espero.

Luego, sin añadir palabra y sin siquiera dirigirme aunque fuera una mirada, desapareció en la noche.

Continuara...

Lucian (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora