Nos sentamos tan juntos como si la playa estuviera llena de gente, pero no había nadie, salvo nosotros dos. Nuestras rodillas se tocaban.
Pensaba que mi latido estaba por todas partes, en las puntas de los dedos de los pies y manos, en las corvas, en el pecho.
—Me llamo Lucian —dijo lentamente y en voz muy baja, como si en la frase se contuviera una pregunta.
Me miró de lado, de nuevo con esa mirada intensa e inquisidora que tanto me había perturbado en nuestro encuentro en el bazar. Mi caja torácica subía y bajaba, y la presión de su rodilla aumentaba ligeramente.
—¿Y quién eres tú?
—Rebecca —quise decirle más y, sobre todo, preguntarle, pero mi cabeza estaba vacía. Un esbozo de palabras relumbró en algún lado, pero no logré ordenarlas de manera que tuvieran sentido y formaran una frase entera. En algún sitio chilló un pájaro con un sonido ronco, de graznido, y ambos nos estremecimos; esa sensación recorrió nuestras rodillas, y se movieron separándose y luego juntándose.
Tocar a Lucian, apoyarme en él, aunque fuera con la mínima parte de mi cuerpo, era lo único que tenía sentido para mí.
—Es tan... estrambótico —me oí decir, al final—, que debería huir de ti...
—Y, sin embargo, viniste hacia mí —la comisura de los labios formó esa sonrisa torcida.
—¡Estupideces! —estaba furiosa de que hubiera cambiado el maravilloso curso de las cosas con su maldita frase, pero al mismo tiempo estaba aliviada de nuevo.
—¡No! —me eché hacia atrás con un impulso—. ¡Desconocía en absoluto que estuvieras aquí!
—¿Y entonces qué haces aquí? —el tono de su voz sonaba divertido, pero entonces resonó otra cosa.
—Mi mejor amiga está festejando su cumpleaños —murmuré—. La fiesta está allá.
Señalé hacia la izquierda, en la oscuridad.
—¿Y tú? ¿No estás festejándolo también? — su mirada paseó por mi rostro.
¿Le parecía divertido? ¿Sentía curiosidad? ¿Era arrogancia? No lo entendía. Miré su tez pálida, sus grandes ojos con las oscuras sombras debajo, los pronunciados pómulos, los labios, que se habían movido ahora para crear una sonrisa interrogativa.
—¡Detente! —exclamé, sacudiendo la cabeza—. Estoy llena de preguntas.¿Qué haces aquí? ¿Dónde está tu gente?
—Todo lo que poseo está aquí —repuso.
Tenía una piedra en la mano y la giraba de aquí para allá con sus pequeños dedos.
—¡Deja ya tanta mierda! —yo misma me asusté de la ira que expresaba mi voz—. ¡Ya basta! ¡Este juego no me interesa! Quiero saber quién eres, ¿ok? No puede ser tan difícil. ¿Quieres que diga antes quién soy yo?
Respiré profundo.
—Pues, mira, tengo dieciséis años y estoy en el Instituto de Enseñanza Media de Altona, curso el undécimo año. Vivo, como sabes, en la terraza de Rainville número 9. Al mediodía, como bien sabes, suelo comer con mis amigos en Doris' Diner, de donde recientemente saliste sin pagar la cuenta. Voy a nadar un par de veces a la semana; tampoco creo que esto te sea desconocido, y cuando voy en el metro suelo comprar un boleto. ¿Ves? Muy sencillo.
Lo miré con intensidad y al mismo tiempo experimenté el nudo en la garganta. Sentí que no tenía valor para encarar esta situación, a la que no estaba acostumbrada.
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Lucian (TERMINADA)
Teen FictionUna joven se enamora de un hombre que parece ser un vagabundo, y están unidos por algo: él es su ángel guardián, pero no recuerda nada porque padece amnesia. Lo único que sabe es que cada sueño que Lucian tiene sobre Rebecca, se hace realidad...