—Mis más sinceras gracias por la filosófica explicación en materia de suicidios —contestó, escueto—. Pero, siguiendo —apartó la vista de mí y se dirigió a toda la clase—, ¿sabe un crítico literario, por principio de cuentas, si una obra de arte es buena o mala?
Suzy pidió permiso para hablar.
—Lo sabe porque ha estudiado literatura —expresó—. Tiene experiencia. Es... como se dice, objetivo.
La ceja de Tyger se levantó de la frente casi hasta arriba, casi totalmente.
—Objetivo. Más o menos... —de nuevo sorbió el té y, al dejar la taza, su mirada me tocó como la punta de una daga.
—Ahora, bien, vamos a elaborar más este argumento. Supongamos que en esta aula... —Tyger hizo un amplio movimiento de brazos—... hay treinta y cinco críticos literarios. Personas profesionales que han estudiado, experimentadas y objetivas.
La mirada de Tyger apuntó de nuevo hacia mí.
—Ahora les leeré un fragmento de la novela inconclusa de un escritor —continuó—. Su nombre es Ambrose Lovell, y su obra lleva por título El último visitante.
Tyger tomó un fajo de papeles de su portafolios de piel.
—Sobre su contenido no anticiparé mucho —aclaró—. Solo les leeré un par de líneas y deberán juzgar. De este modo, se familiarizarán con una de las cualidades más importantes de todo crítico literario. Esos profesionales objetivos consideran, en la mayoría de los casos, que no es necesario leer toda la obra de un autor. Un pequeño mariposeo les basta para juzgar el todo. Así que escuchen simplemente, y luego... —de nuevo la mirada de Tyger me rozó—... hagan las veces de Dios. El juicio de ustedes decidirá sobre el ensalzamiento o hundimiento del escritor. ¿Entendieron?
Un inseguro murmullo se extendió por el aula.
—Este tipo tiene algo de estrafalario —susurró Suzy, y se agazapó ante la mirada de Tyger.
Este sacó del bolsillo del chaleco su reloj de oro. Lo abrió. Su ojo izquierdo parpadeaba. Luego revolvió una pila de papeles, carraspeó y comenzó a leer.
El telón bajó silencioso y, durante un momento, la fastuosa sala del teatro cayó en un profundo silencio, enseguida estalló un aplauso atronador e inacabable. El telón se levantó de nuevo y los actores hicieron reverencia en el escenario.
Alan estaba sentado junto a Emma en el palco de honor. Las perlas de su vestido resplandecían a la luz de las arañas de luz, y sus ojos se iluminaron cuando ella volteó la cabeza hacia Alan: "Tus palabras —le susurró al oído— ahora toman vida".
Alan tomó la mano de Emma. La rodeó delicadamente y, mientras la sala explotaba de nuevo en una estruendosa ovación, Alan percibió en el interior de su pecho una tierna y al mismo tiempo firme atracción. Sintió como si dedos invisibles le hubieran arrancado un pelito de los entresijos de su corazón. Alan se estremeció y Emma lo miró desasosegada: "¿No te sientes bien?".
Alan respondió a su mirada con una sonrisa. No atribuyó ninguna importancia al incidente, e hizo lo que todo ser humano normal haría si le ocurriera algo que su inteligencia no lograra entender, pero que al mismo tiempo fuese comprendido en toda su magnitud por otra parte más oscura de su conciencia. Reprimió su peculiar sensación y, en vez de cualquier otra cosa, apretó la mano de Emma todavía más y dirigió la mirada de nuevo al escenario, donde acababa de haber sido estrenada una obra suya. Sí, sus palabras habían cobrado vida, y Emma estaba a su lado. Ninguna otra cosa en el mundo contaba.
En el momento en que Tyger dejaba el manuscrito sonó el timbre de la escuela. Nadie se movió. Los demás quizá lo atribuirían a la autoridad que este hombre irradiaba, pero yo tenía otro motivo: había sido herida.
—Bien —añadió Tyger alegremente—. Parece que tendremos que suspender esta tarea. Propongo que la hagan en sus casas. A quien este breve fragmento le baste para expresar un juicio objetivo de esta obra, no tendrá que esforzarse. Para el resto —Tyger levantó de la mesa un cúmulo completo de papeles—, he copiado la obra inconclusa de Ambrose Lovell. Así pues, les deseo, damas y caballeros, una excelente tarde.
Tyger golpeó sobre la mesa con los nudillos, se inclinó ligeramente y se fue hacia la puerta.
Solo entonces desperté de mi aturdimiento. Me levanté con tanta vehemencia de mi silla que esta cayó al suelo, y me fui corriendo hacia Tyger, pero cuando llegué al corredor había desaparecido. Y por más que lo busqué por toda la escuela, fue como si la tierra se lo hubiera tragado.
Continuara...
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Lucian (TERMINADA)
أدب المراهقينUna joven se enamora de un hombre que parece ser un vagabundo, y están unidos por algo: él es su ángel guardián, pero no recuerda nada porque padece amnesia. Lo único que sabe es que cada sueño que Lucian tiene sobre Rebecca, se hace realidad...