Fuera de mí, me sumergí, pero la cristalina superficie del lago engañaba. Mis brazos se veían pálidos y verdosos, bajo el agua, y en la arena arremolinada no podía ver más allá de dos metros. Solo desde arriba, la luz del sol producía un resplandor irreal sobre el agua. Cuando volví a emerger, llena de pánico, sentí de golpe que algo me tomaba por la pierna y me jaloneaba hacia abajo. Grité, hice glu-glu y vi a Lucian bajo el agua. Estaba frente a mí y reía con toda su cara. De su boca brotaban burbujas y luego, ágil como un pez, se giró y desapareció como deslizándose. Manoteé hacia la superficie, saqué agua, tosí... y Lucian ya estaba de nuevo en la superficie. A unos buenos cinco metros de distancia de donde yo me encontraba; estiró el brazo haciéndome señal de que fuera con él
-Vaya señora maestra de natación! ¿Qué dices ahora? —se burlaba—. ¡Ven, alcánzame, medusa ceja! —y se alejó nadando de crol como sí no hubiera hecho otra cosa en la vida.
Lo perseguí, pero luego de un rato me paré y me quedé mirándolo Había dejado de hacer crol y nadaba ahora como delfín, con una ligereza que jamás había observado en ningún otro nadador.
En sus movimientos elásticos y fluidos había una fuerza juguetona que me dejaba simplemente pasmada. Su tórax surgía de la superficie del agua, movía los brazos hacia adelante con aleteos de mariposa, luego volvía a sumergirse con la espalda curvada y todo parecía un flujo único, como si el agua hubiera sido en realidad el elemento natural de Lucian.
¿De dónde sabía todo aquello? ¿Cuántas veces habría estado en el agua junto a mí? ¿Cuántas veces me había acompañado, sin ser visto, sin ser oído?
Mientras, Lucian había practicado un amplio arco por el lago y ahora nadaba hacia una roca del lado derecho, en cuyo interior había sido construida una especie de escalera de piedra. Con pies ligeros, trepó por ella. El agua se irisaba en su piel, y cuando llegó hasta la parte superior se giró hacia mí, abrió los brazos, riendo, y yo nadé hacia él. Se sentó en las rocas y me miró desde una altura de unos buenos tres metros. Al salir del agua, la piel se me erizó. Resistí el impulso de cubrirme los senos con los brazos, y me fui hasta las rocas lentamente. Me di cuenta de que estaba mirándome; sus ojos me pegaban como diminutas saetas, y yo lo disfruté. Desde ayer me sentía transformada, como nueva en mi piel, más grande, más fuerte, más femenina. Me así de una saliente de la roca y trepé hasta Lucian. El sol desapareció un momento tras una nube. Hubo un golpe de viento, pero Lucian me tomó por un brazo. Su piel era fría y lisa; cuando me besó, sentí el latido de su corazón.
—Ven —me tomó la mano—, saltemos juntos. ¿Te sientes segura?
Le dije que sí y, tomando aire y al contar hasta tres, saltamos a la profundidad. Tocamos el agua al mismo tiempo y nos sumergimos. La resaca pretendía separarnos, pero nos mantuvimos firmes, tomados de la mano. Cuando volvimos a surgir, me abracé al cuello de Lucian y me apreté contra su flexible cuerpo, y así estuvimos girando un rato en el agua, en torno a nosotros mismos, formando un lento círculo. En la orilla, Lucian me envolvió en la toalla de Winnie Pooh y me talló hasta secarme; luego nos sentamos juntos en la arena y envolvimos la toalla alrededor de ambos.
El sol se había hundido un poco más y el viento pasaba por la hierba y la orilla. En lontananza cantó un pájaro, pero por lo demás todo estaba en calma.
—No querías salir —señaló Lucian de repente, sin levantar la voz.
—¿Qué? —lo miré desconcertada.
—No querías salir del agua —me sonrió—. Tu madre estaba en la, orilla y te llamó. Dijiste, rezongando: "No quiero salir. Ahora sé nadar y quiero quedarme aquí". Hasta que tu madre entró al agua y te tomó. Tenías los labios azules y castañeteabas los dientes como una loca. Luego te agarraste fuerte de sus hombros y nadó contigo hasta la orilla. Tu padre recogía leña y luego, los tres, se sentaron ante la hoguera. Tus padres te colocaron en el centro y tiritabas toda.
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Lucian (TERMINADA)
Teen FictionUna joven se enamora de un hombre que parece ser un vagabundo, y están unidos por algo: él es su ángel guardián, pero no recuerda nada porque padece amnesia. Lo único que sabe es que cada sueño que Lucian tiene sobre Rebecca, se hace realidad...