capítulo doce: amor y vida.

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Habían pasado unos días desde la visita al médico, como es de esperar, los mimos por parte de viktor aparecieron sin dudarlo un momento. En esos momentos, viktor se encontraba entre las sábanas con yuri, acariciando su no notorio bulto, viktor no pensaba separarse de su pareja en lo absoluto, debía cuidar adecuadamente de su prometido en una etapa tan delicada como la que pasaba.

— no le llames frijol, yuri. Es más pequeñito que eso quizá, tiene a los padres más guapos del mundo, ¿te imaginas lo precioso que será? yo sí, será increíble.

— pero, aún no tengo ningún bulto en mi barriga, cariño. — contestó entre risa, los constantes besos de viktor sobre su vientre causaban pequeñas cosquillas y escalofríos.

— no me importa, está ahí después de todo. 

— no sé cómo haré en estos meses, recién es tan pequeño y me causa unos síntomas realmente horribles, no pensé que fueran tan intensos.

— yo sólo puedo pensar en que llegue el momento en el que empiece a moverse y dar pataditas, voy a llorar cuando suceda, te lo digo de verdad.

— tendrás que esperar unos meses más para eso, vitya. — enredó sus pálidos dedos en los cabellos plateados de su pareja, con calma. Masajeando su nuca con cariño, provocando que viktor cierre sus ojos unos momentos, dejándose llevar por la dulce sensación que le causaba.

— oh, extrañaba que me dijeras así. — una dulce sonrisa se mostró en el rostro de viktor, acariciando los muslos de yuri.

— yo extraño tus besos.

— oh vaya, hoy me estás provocando mucho.

Viktor jamás podría haberse visto a sí mismo tan ciegamente enamorado por alguien como lo está ahora.

Y es que, amaba todo de yuri. Desde su voz hasta su risa, sus dulces y pequeños ojos almendrados, reflejando una cálida tempestad en ellos, podrían almacenar el universo entero en su brillo, el universo de Viktor Nikiforov. Podría afirmar sin duda alguna, que el azabache es su mayor inspiración de momento para seguir adelante, seguir en una sola pieza, viviendo. Y es que la simple sonrisa de yuri era suficiente para adornar su mundo en un brillo particular, en un romance tan ardiente y puro como ninguno otro, un sentimiento que no puede ser descrito de ninguna manera, por que las emociones se sienten, no pueden ser descritas con facilidad. 

Es sentir, es tacto, es amor. 

Amor entre caricias, besos, sonrisas, no era nada más.

Y es que, el amor es tan doloroso y hermoso al mismo tiempo. Las dos emociones más intensas tomadas de la mano para formar un resultado tan dolorosamente perfecta y hermosa. Somos seres dependientes de amor, no cabía duda alguna. Es tan complejo, el ser capaz de entregar tu propia vida, ser capaz de arrancar tu corazón de tu pecho en sangre fría por alguien, entregar tu cuerpo y mente sin siquiera quererlo o no, simplemente hacerlo.

¿qué era para viktor la idea de formar una familia?

un fantasía ilustrada en un lienzo en blanco, su hilo rojo. Como si hubiese nacido destrozado e incompleto y él fuese esa mitad faltante en su vida, y es que es tan complicado, pero no puedes dejar de sentir y depender en vida de aquella persona impregnada de melodías para tu corazón. 

Durante un tiempo, el amor era algo que mi padre había perdido de vista debido a diversos acontecimientos que marcaron su corazón de una forma negativa, pero, llegó mi papá, lo abrazó con fuerza y lo acogió entre sus brazos sin dudarlo. 

Fueron su salvación mutua, su alma perdida. 

— vitya, podríamos seguir hablando toda la noche, pero estoy muy cansado, prefiero ir a dormir antes de que las náuseas no me lo permitan.

— es muy temprano aún, ¿no crees? es decir, son las nueve de la noche, recién cenamos.

— lo sé, pero estoy cansado, me encantó la cena, como siempre deliciosa.

— supongo que si estás cansado, lo mejor será ir a dormir ya. — una sonrisa le regaló antes de apagar la luz de la mesa de noche. — descansa, yuri.

(...)

Los síntomas de yuri aumentaban gradualmente mientras pasaba cada día, las náuseas y dolor de cabeza, la hinchazón en sus pies algunos días o la sensibilidad a oler muchas cosas, viktor sabía que esto era normal y no podría hacer nada para detener los síntomas, pero no podía evitar sentir culpa y preocupación.

— yuri, ¿ya te sientes mejor?

— sí, sí, me siento mejor.

— puedo saber cuando me estás mintiendo.  — colocó su mano alrededor de la cintura del azabache, besando su mejilla.

— déjame mentir un poco, nunca en mi vida me había sentido con tantos malestares, en cualquier momento vomitaré de nuevo. ¿por qué por la noche es donde más nauseas tengo?

— no lo sé, pero me he dado cuenta que las noches son difíciles llevando un embarazo. — antes de poder reaccionar, yuri había salido corriendo en dirección al baño, afortunadamente contaban con un baño en su habitación. — lo lamento. — murmuró para sí mismo, quedándose sentado en el borde de la cama, esperando a que yuri regresara.


¡Hicimos Historia! Yuri!!! On Ice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora