capítulo cincuenta y seis: presentimientos.

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una semana había pasado desde el nacimiento de su hijo, mismo día donde había sido dado de alta del hospital. Había permanecido más días de lo habitual internado ante cualquier posibilidad de una complicación en su salud originada de sus problemas alimenticios y vitamínicos, así como mantener a su bebé bajo constante revisión gracias a problemas respiratorios que había presentado los primeros tres días.

se encontraban descansando en la sala de la calidez de su hogar, los medicamentos que había tomado esos días causaron un desequilibrio hormonal en yuri, quien afectado por ello y el postparto, se volvió especialmente sensible ante cualquier situación. 

— viktor, me siento muy mal.

— sé que te sientes mal, pero no puedo hacer nada al respecto, yuri —contestó sin especial reacción, era una queja que había sido repetida varias veces entre esos días. 

— es tu culpa, gracias a tí me siento mal. —lo culpó con pequeñas lágrimas en sus ojos, sentado en el otro extremo del sofá. 

— ¿por qué es mi culpa? —levantó la mirada de su libro, mirándolo con confusión— no es culpa mía que te hayan dado tantos medicamentos, yuri. 

— me siento drogado, ¿sabes? me duele el culo, me duele la cabeza, estoy usando un maldito pañal postparto y no puedo evitar sentirme tan mal. 

— ¿por qué me culpas a mí? —repitió. Intentó acercarse al cuerpo de su esposo con intención de abrazarlo, recibiendo como respuesta a su acción un empujón. 

— por que es tu hijo. 

— bueno, también es tu hijo, cariño —contestó sin especial sorpresa, colocó un separador en la página del libro que tuvo que dejar para después, dejando el mismo sobre la mesita de cristal al lado suyo. Suspiró con simpleza y dirigió su mirada una vez más a su esposo, quien se mantenía distante sin querer contacto físico a su lado, ¿qué se supone debía hacer en momentos como ese?

— es más tuyo que mío, viktor —musitó con cansancio. Dejó caer su cabeza sobre el costado del sofá, aferrándose a un cojín color chocolate, que sostenía sin intención de soltarlo— tiene rasgos muy exóticos tuyos y los rasgos en sus ojos eran de esperarse, la genética asiática es muy fuerte.

— tiene tu naricita, es lo más adorable que jamás he visto —viktor recordó el rostro de su bebé, quien en esos momentos se encontraba dormido en su habitación. 

— me alegra que tenga mi nariz, que tu nariz parece la de gru de mi villano favorito —dijo sin gran emoción, acomodando sus gafas—, deberíamos disfrazar a sarah de minion para halloween, tu vas vestido de ese tipo y vaya disfraz, ¿no crees? —viktor permaneció en silencio, pretendiendo estar ofendido ante las palabras de su esposo, quien sólo empezó a reír a carcajadas. Yuuri, quien sentado en la barra de la cocina observaba su absurda discusión con su pequeña en brazos les miró incrédulo.

— nunca había pensado en eso, el cerdo tiene razón —interfirió en la absurda discusión matrimonial que la pareja discutía, un puchero se formó en los labios de viktor.

— me siento avergonzado por la forma en la que tuve a yuu, es como si fuese una mujer, me incomoda —escondió su rostro entre sus brazos, mismos que estaban recargados a sus rodillas.

— en tu programa de eros te sentías la mujer más atractiva del mundo, capaz de seducir a cualquier hombre, ¿no es así? —preguntó yuuri entre risas, tomando un trago directo de la caja de jugo que tomó de la nevera—, así que técnicamente lo eres.

— no me molesta la idea de ser una mujer, ellas son arte, sólo me incomoda al no estar acostumbrado a este proceso, es extraño. 

— yura, pasas lo mismo que yuri, así que mucho no hay por burlarte —dijo otabek, quien a su lado en la barra sostenía a su varoncito en brazos, dormido plácidamente en el pecho de su padre. 

¡Hicimos Historia! Yuri!!! On Ice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora