capítulo nueve: muéstrame tu eros.

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hasta que llegué a sus vidas, puedo afirmar que yo jamás fui considerada un accidente. nací con un propósito, una razón. Unir a lo que fueron la dos leyendas del patinaje artístico, su sucesora. 

— viktor, ¿qué haces? —preguntó con temor sobre sus palabras, pintando la situación en un momento más salseante, la mirada en viktor era profunda y penetrante, no iba con juegos.

— yuri, no puedes hablar de eros sin antes conocer el amor, el erotismo. — un beso depositó sobre el cuello del azabache, provocando un escalofrío recorrer su columna con intensidad. — necesitas expresarlo y sentirlo, conocerte, adueñarte del placer y hacer tuyo el sentimiento. — yuri intentó establecer contacto visual hacia el, fallando en el intento. El ser primerizo, lo repentino que era, mareaba su cabeza.

Pero no le disgustaba en absoluto, lo anhelaba.

— hoy te mostraré lo que es el verdadero eros, no puedes expresarlo sin antes conocerlo en la extensión de la palabra. 

— es mi primera vez, quizá para tí no lo sea. — musitó dirigiendo su mirada hacia otra parte, consiguiendo una mueca de confusión de parte del peliplata.

— de qué hablas, yo conservé mi virginidad para la persona correcta en todo momento, tuve muchas chicas detrás mío, pero jamás me cautivaron realmente, en pocas palabras también es mi primera vez. — entrelazo sus manos con las suyas, sonriéndole de una forma carismática. — ya deberías saberlo, mis relaciones jamás duraron demasiado tiempo, sólo querían algo de mí. Mi apellido, mi dinero, mi fama, yo. Tú eres esa persona para mí, yuri.

— ¿lo dices de verdad? — susurró, recibiendo una sonrisa de viktor. 

— por algo te lo estoy diciendo. — murmuró, plantando un beso sobre la mejilla contraria. — yuri, siempre has desconfiado de ti, de quien eres, no puedes entender lo mucho que vales si no intentas hacerlo. Tienes todo lo que necesitas para ser feliz, hay personas además de mí que te adoran y reconocen quién eres. Yuuri no habría logrado todo lo que logró si no fuese por el empujoncito que le dí al ir a por tí, me brindaste amor e inspiración para seguir adelante, al menos para mí, eres realmente importante. — yuri podía apreciar desde el precioso iris de viktor, que sus palabras eran honestas, que no era una mentira cualquiera, mismo sentimiento que le brinda un confort increíble. 

— yo, no estoy seguro de estar preparado, quiero hacerlo, pero estoy asustado. 

— no te obligaré a nada, pero debes comprender que jamás tendría intención de hacerte daño de ninguna manera, mucho menos aprovecharme de tu confianza. — cerró sus palabras en un beso ardiente con un toque de dulzura. Sus suaves mejillas se encargó de acariciar con la yema de sus dedos, descendiendo lentamente sus manos debajo de la ropa de yuri. Los cálidos en tacto y largos dedos de viktor se hicieron presentes en la desnuda piel pálida del azabache, causando en sí un cosquilleo por su columna y los nervios a flor de piel. El perfume del otro llegaba a ser una exquisita perdición para el otro, dejando saborear por sí el afrodisiaco sabor de los húmedos labios de viktor besando la piel contraria. Se deshicieron de su ropa, quedando tan solo ambos entre las sábanas, piel con piel entre besos dados por el peliplata y caricias por partes de ambos, se deseaban, nada podía negarlo. 

Viktor admiró el cuerpo de su pareja, la luz de la luna asomándose con curiosidad por la ventana de la habitación, iluminando el cuerpo porcelánico de yuri al desnudo, sucio de besos y caricias, amando la vista que le era otorgada, con delicadeza colocó sus manos sobre los muslos de yuri, separando sus piernas para poder colocarse en medio de las mismas, marcando un recorrido de besos desde sus labios, descendiendo lentamente hasta su vientre. Con sus dedos lubricados, los adentró lentamente en el interior de yuri, causando un pequeño brinco ante tan repentino acto. Dejó pasar los minutos en pequeños y no fuertes movimientos dentro suyo, hasta que sintió era momento adecuado para comenzar.

Alineó su miembro, abriendo paso dentro suyo tomándose el tiempo necesario para hacerlo. Calmó los pequeños gemidos provenientes de su pareja con pequeños besos repartidos sobre su rostro, susurrando en su oído palabras dulces. Estando por completo dentro suyo, colocó los brazos del azabache arriba de su cabeza, entrelazando sus manos antes de comenzar a moverse con lentitud. 

(...)

El sonido de ambos cuerpos chocar entre sí era lo único que podía oírse, además de los gemidos provenientes de ambos, la dulce voz de yuri junto con la rasposa del peliplata creaban una melodía que sólo podía ser comprendida por ambos, amada por ambos. Yuri había dejado de lado por completo el dolor, sus mentes estaban inundadas entre el deseo que se tenían el uno al otro, no había espacio alguno para pensar en algo más. Las posiciones en ambos cambiaban constantemente, siendo yuri quien se encontraba arriba del peliplata, controlando los movimientos del mismo, descubriendo juntos mil formas de disfrutar su noche, juntos, amando el cuerpo del otro y deleitándose ante el sentir que lograban el uno al otro.

No pasó demasiado tiempo antes de que el sonido de sus pieles chocando se volviese frenético y veloz, logrando que la cama donde se encontraban en su acto empezase a elaborar sonidos ante el descontrolado movimiento, la pasión y ganas tan desbordantes que se tenían el uno al otro no quedó en duda, no guardaron nada, sólo existía ellos, sus gemidos y el placer, mismo que nublaba sus pensamientos sin poder pensar en otra cosa. 

La luna era el único testigo de su noche, iluminando la oscura habitación entre sus cuerpos, hambrientos de deseo y lujuria.

— yuri. — entre embestidas, viktor disminuyó su propio ritmo, acariciando las mejillas del azabache. — te amo, ¿lo sabes, no es así? te amo. Eres lo más hermoso que tengo. — su profunda y rasposa voz de excitación lograba hacerle experimentar mil sensaciones nuevas, sólo pudo limitarse a sonreírle, aferrándose a su espalda y entre besos y gemidos, estableció que el vínculo en el que ambos se encontraban conectados, sólo se fortalecía entre cada toque, cada beso que le era otorgado al otro, cada sensación, cada mirada. Viktor terminó dentro del azabache sin previo aviso antes de previamente sentir un hormigueo en su vientre bajo, haciéndose más intenso conforme más besos y embestidas daba, un ronco gemido escapó de sus labios una vez el cosquilleo se hizo intenso acompañado del orgasmo, abrazándolo con fuerza en una sensación deliciosa, no mucho después sucedió lo mismo con el azabache, cerrando su noche de pasión en un ardiente beso, y aferrados al cuerpo del otro, sucios de besos y caricias, de chupetes y mordidas, sólo pudieron decirse lo mucho que se amaban el uno al otro, antes de caer rendidos de agotamiento. 




¡Hicimos Historia! Yuri!!! On Ice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora