capítulo treinta: tú y yo, por siempre.

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Los preparativos para la boda habían finalizado y el gran día había llegado sin previo aviso, pasando los días con rapidez y una larga espera por parte del peliplata.

- no estás nervioso, ¿viktor? - una sonrisa burlona escapó de los labios ajenos.

- ¿cómo no lo estaría?

- yura, no le hagas sentir más nervioso de lo que ya está, dentro de poco también nos casaremos.

- ¿dentro de poco?

- si, tienes diecinueve años, eres muy joven aún. Quizá en unos años más.

- como sea, viktor debes darte prisa. - el rubio empezó a dar pequeños empujoncitos sobre la espalda del peliplata. - yo iré a molestar al katsudon, pichit dice que está teniendo un ataque de nervios. - susurró hacia el moreno con su celular en mano.

- yo iré a sentarme entonces.

Habían viajado a barcelona para celebrar su ceremonia, misma que habían acordado hacer en la ciudad, al tener los preparativos en japón hechos, prefirieron celebrar dos pequeñas ceremonias, dejando así el casamiento para la ciudad donde se encontraban en ese momento y una cena con menos gente en japón, les pareció más cómodo de esa forma. Fue difícil entregar invitaciones por correo debido a que su boda sería privada en cierto modo, no querían que nada malo sucediera después de esperar el día con tanta emoción. Sólo invitaron a familiares y amigos cercanos que también se encuentran dentro del patinaje artístico, personas en quienes podrían confiar no dirían palabra alguna de sarah, no aún.

por supuesto que habían hecho saber al mundo sobre su boda, pero no permitían ningún acceso a ajenos de conocidos cercanos, por esa misma razón habían contratado guardaespaldas y seguridad que estarían en las puertas del lugar y alrededor del mismo.

Viktor se encontraba en el altar, le resultaba más difícil de lo que había imaginado alguna vez estar parado frente tantas personas dirigiendo su mirada hacia el o quizá el uno al otro, tomando fotos y admirando de lejos lo bella que era la hija de los próximos recién casados, misma que portaba un hermoso y esponjoso vestido azul claro con flores blancas decorando la tela del lujoso trajecito, en su cabeza una pequeña corona de flores azul marino, que no duraba demasiados minutos sobre su cabeza antes de que ella misma se la quitara e intentara comerse las flores de la diadema, siendo detenida por hiroko, quien la tenía en brazos.

En la mente del peliplata, verla tan pequeña y hermosa le hacía pensar en ella dentro de algunos años más, quizá con un largo cabello plateado y unos hermosos ojos oceánicos caminando por el altar con una canasta llena de pétalos de diversos colores. Los ojos de sarah son más profundos y oceánicos que los propios de viktor, dándoles un toque intrigante.

Cuando salió de sus propios pensamientos, pudo admirar a yuri, quien caminaba con nervios a su lado con un traje elegante de color blanca que iba a juego con el suyo. Pudo sentir su corazón acelerarse y los nervios aflorar en su piel, ¿cómo era posible que se viera tan hermoso? era como un sueño para él, tenerlo ahí, caminando hacia él con una expresión nervios y feliz en su rostro, ¿siempre fue tan precioso? pensó.

Yuri llegó hasta el altar, mirando con nervios a viktor, después de tomar sus manos mutuamente y mirar en dirección a quien aceptó casarlos.

- Estamos aquí reunidos para celebrar la unión en matrimonio de estas dos almas que se buscaron y encontraron, dispuestas a entregar el corazón del otro en las manos del otro y respetarse mutuamente.

- yura, ¿estás llorando? - musitó el moreno en dirección a su pareja, quien con ojos llorosos observaba a la pareja sobre el altar.

- no, no lo hago. Sólo nunca pensé que el viejo calvo algún día llegaría a ese punto, maldito idiota. - murmuró limpiando las pequeñas lágrimas que caían de sus ojos sin previo aviso, las hormonas quizá eran las culpables de lo sensible que se encontraba ese día.

¡Hicimos Historia! Yuri!!! On Ice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora