capítulo veintidós: la persona indicada.

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una tarde como cualquier otra, un clima fresco y con rayos de luz asomándose tímidamente mediante las nubes que se encontraban en el cielo. 

viktor y yuri vivían en una colonía sin demasiada gente, por lo que siempre fue un lugar tranquilo. Una casa rústica y elegante de un piso, color blanca. Su patio estaba adornado de flores y piedras creando un pequeño camino hasta la puerta principal del hogar, contaba con dos habitaciones y dos baños, uno estaba en la recámara donde dormían, otro lo usaban como baño de invitados, en la sala. Todas sus paredes eran del mismo color: blancas. El suelo de madera color chocolate claro, los muebles eran un chocolate oscuro y algunos color madera sin más. La única habitación que era distinta era la de su pequeña niña, misma que era color azul pastel, casi blanco.

Ese día en particular, por la noche había sido difícil conciliar el sueño para la pareja, era el día donde su pequeña vendría a sus vidas. Yuri contaba con treinta y ocho semanas de embarazo, su bebé a palabra del médico, ya estaba en término. Una pequeña bebé saludable venía en camino a sus vidas, no era un día cualquiera. Viktor despertó más temprano de lo habitual esa mañana, como primera acción besando las cálidas mejillas de su pareja, con una sonrisa en su rostro.

— cariño. — viktor empezó a sacudir levemente el cuerpo del azabache, quien se encontraba profundamente dormido, con calma. — hoy es el día. — una sonrisa apareció en el adormilado rostro del japonés, volteando hacia el peliplata.

— estoy asustado, viktor. 

— ¿lo estás? ¿por qué? — viktor hizo una mueca, acariciando las mejillas de yuri, quien había subido de peso debido al embarazo y sus cambios físicos.

— el por qué es evidente. — se sentó en la cama con una expresión de no querer realmente salir de la cama, haciendo a un lado la colcha que lo cubría para dejar a ver la gran barriga que ahora cargaba. Viktor suspiró con pesadez, acariciado la barriga de su prometido. 

— no hay mucha diferencia a cuando tenías sobrepeso. — musitó, besando la punta de la cálida y pálida piel de su barriga. — muchas veces pienso que tú no tienes la misma emoción por tener a nuestra hija. Sueles enojarte cuando te digo que tienes una gran pancita, te asustan las consultas y te siento distante de mí estos meses. — antes de poder terminar su oración, se vió interrumpido por un abrazo proveniente del azabache, quien con una expresión de sorpresa en su rostro, acarició sus cabellos con cariño. 

— ¿de dónde sacas eso, viktor? estoy feliz, estoy realmente feliz de tener a nuestra pequeña a nuestro lado después de tanta espera. Me conoces bien, sabes que me cuesta abrirme a los demás, me cuesta expresar lo que realmente siento, quizá por que me siento más cómodo dentro de mi pequeña burbuja que me he creado, por que estoy acostumbrado, pero si no quisiera este bebé lo diría y hubiese terminado el embarazo quizá unas semanas después de enterarme, una vez aclaré mis sentimientos y estuviese preparado mentalmente. —lo tomó de los hombros, juntando sus frentes y mirándolo a los ojos. — cariño, ustedes dos son lo más importante que tengo, lamento si no supe expresarlo. — debes admitir que al inicio también fue complicado para tí creerlo, quizá fue extraño y desagradable incluso, por que va en contra de lo que nos enseñan desde que somos críos, pero nos hemos adaptado a ello, me he adaptado a ello y la idea de crear vida dentro de mí me llena el pecho de orgullo y felicidad.

ah, creo que papi siempre fue así. Tan reservado, tan tranquilo, expresa sus emociones sólo cuando es necesario. 

Viktor escondió su cabeza en el hueco que separa la cabeza con el hombro de yuri, cerrando sus ojos para permitirse impregnarse del olor que desprende su esposo, un olor tan agradable y cálido, tan dulce 

— para tí quizá fue difícil de afrontarlo, para mí fue un milagro. Es un regalo mejor que cualquier joya de gran valor que pudiese existir. ¿recuerdas que me preguntaste por mi cumpleaños? te dije que no quería nada por que contigo es suficiente. — una risa rotó de los labios del ruso, suspirando con calma. No pasaron demasiados segundos en silencio cuando el azabache pudo sentir cómo su camisa se humedecía en su hombro, resultado de las lágrimas de parte del peliplata.

eres la persona indicada, yuri.


¡Hicimos Historia! Yuri!!! On Ice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora