capítulo treinta y seis: juntos de nuevo.

1.1K 123 12
                                    


yuri japonés y ruso se encontraban sentados en una de las sillas de la sala de espera del aeropuerto local de la ciudad con maletas en mano y sarah en una cangurera en el pecho de yuri, era momento de regresar a rusia y continuar sus vidas de forma normal, regresando así a casa y a proyectos menores. Por parte de yuri y viktor, habían decidido quedarse en el helado país, una vez más luego de un pequeño momento de dudas entre dónde mudarse; rusia era la mejor opción gracias a la carrera y contactos de ambos.

por el lado de otabek y yuuri, ambos habían calificado afortunadamente para el programa corto que se realizaría en temporadas de otoño dentro de unos meses, no tenían la suficiente confianza para contratar a una niñera, una persona que no conocen cuidando de sus hijos, como padres primerizos y con gran reconocimiento en la ciudad. Preferían pagarle un vuelo y día a la madre de yuri, quien se había encariñado de los pequeños y ella misma se había ofrecido.

— bien, ya es hora de abordar. — susurró yuuri, observando la hora local en el gran reloj del aeropuerto. Se puso de pie soltando un suspiro. — cerdo, quita esa sonrisa tan molesta.

— ah, voy a ver a mi esposo después de algunos meses, creo que no tiene nada de malo estar feliz.

— no le escuches, yura estaría igual aunque no lo muestre. — interrumpió otabek, con una sonrisa mostrándose en sus labios, antes de tomar fila para ingresar a la sala donde sería su vuelo.

— hey, beka, deberías quitar esa cara de seriedad, das miedo. ¿escuchaste que a seung le detuvieron en el aeropuerto y le revisaron hasta los zapatos por confundirlo con un narcotraficante coreano prófugo? se hizo viral, ahora le llaman "seung traficante del hielo y los patines" — una carcajada escapó de los labios del rubio, quien golpeó el hombro de su pareja. 

— él trató de forma amargada a los encargados, yo sólo estoy serio.  — había un desastre entre estos tres, por parte del azabache, se encontraba en su propia nube, deseando con llegar lo antes posible a rusia para poder encontrarse con su amado, yuuri no paraba de gastarle bromas a otabek, quien se encontraba sin expresión alguna en su rostro.

— en eso tienes razón, creo que me siento tranquilo, yo entrené demasiado por mi cuenta y el cerdo hizo lo que pudo, así que al final no desperdiciamos tiempo. 

avanzaron en dirección a las salas después de la verificación en el avión. Afortunadamente no había demasiada gente en el lugar y el vuelo no estaría demasiado saturado, tan sólo con algunas personas más. Por propia privacidad y gusto decidieron tomar un vuelo en clase media, motivo principal siendo los pequeños, quienes aún no son mostrados en público. 

En internet había al menos una imagen de yuri sosteniendo a sarah desde una perspectiva lejana, por lo que distintos usuarios habían dado por hecho que quizá habían adoptado una pequeña, pero ni viktor ni yuri querían dar información oficial de momento. 

Tomaron el vuelo después de entregar sus identificaciones y pasajes, sus asientos se encontraban muy juntos del otro, por lo que no habría problema alguno. El vuelo avanzó sin problema alguno, gran parte del mismo el azabache se encontró dormido junto con su pequeña, yuuri escuchando música y otabek, leyendo su libro favorito. Las horas pasaron y antes de poder darse cuenta de ello, llegaron a la ciudad, causando nervios peculiares por parte de yuri, quien cada vez sentía más emoción aún si no la demostraba por reencontrarse con su marido. Bajaron del avión, dirigiéndose a recoger su respectivo equipaje. Una vez lo hicieron, entraron a la gran sala de espera del aeropuerto, donde viktor les esperaría. 

— se supone que el viejo estaría acá una vez llegáramos, tendría que estar aquí. No veo a nadie gritando "¡yuri" y haciendo una gran escena. 

— hay demasiada gente, quizá tardemos un poco en encontrarlo, este aeropuerto es realmente grande después de todo. 

— un momento. — yuuri giró su cabeza a los lados, buscando con la mirada. — ¿dónde está otabek? — tomó su móvil, marcando el número de su pareja, quien no contestó la llamada. 

— según viktor él ya está en el aeropuerto desde hace un rato, pero que no nos ve. 

— maldito kazajo, no me contesta. — murmuró para sí mismo con una notoria expresión de enojo, presionando la pantalla de su celular sin delicadeza.

— vas a romper tu pantalla si sigues así, yurio.

— mi celular es inmortal, lo sabes, ¿cierto? — yuri suspiró con pesadez, negando con la cabeza.

— no confíes en los memes. 

  — ¡no confío en los memes, de verdad es inmortal! por otro lado, hay que encontrar a otabek. — el rubio aclaró su garganta, colocándose arriba de una de las sillas de la sala de espera que se encontraba desocupada, el señor que se encontraba sentado en un lado, le miró con una mueca de confusión impresionante. Después de ignorar las quejas de yuri pidiéndole que baje del asiento, miró a los lados, antes de gritar con fuerza; "davai". No pasaron demasiados segundos cuando alguien entre la multitud de gente levantó el dedo pulgar, mismo que se acercó hacia donde ellos, ahí estaba. 

— ¿dónde demonios te metiste? — yuuri le regañó, bajando de la silla de un salto y mirándole con enojo. Había captado la atención de las personas al rededor, algunas de ellas reconociendo a las figuras. No querían causar especial alboroto y lo habían logrado. Yuri estrelló su mano contra su frente, colocando una pequeña manta sobre la cabeza de su hija. 

— fui a comprar un café, te lo dije. 

— no me lo dijiste.

— lo hice, te avisé y me ignoraste, pero pensé que me habías oído.

— no te escuché ni un poco. 

— bueno, ahora sabes que fui a comprar un café.

— sólo queda encontrar a viktor. — el azabache volteó su cabeza hacia los lados con una mueca de preocupación en su rostro, antes de verse interrumpido por las manos de alguien cubrir sus ojos.

— ¿quién soy?

— el viejo calvo. 

— ¡yurio, no lo arruines! — yuri empezó a reír, antes de darse la vuelta y sonreírle a su esposo. — te extrañé, yuri. 

— yo te extrañé aún más. — ambos se abrazaron con fuerza, causando una mueca de disgusto de parte de yurio, quien expectante les miraba con desprecio. 

— ¿recuerdas la promesa que hicimos hace algunos meses, no es así, yuri? — viktor susurró contra su oído, causando un cosquilleo en el estómago del azabache y los nervios florecer contra su piel. Era increíble el efecto que tenía la sensual voz del peliplata contra el. 

— nosotros tomaremos otro rumbo, ustedes tendrán tiempo que pasar a solas, par de guarros. — yuuri tomó la mano de otabek, despidiéndose desde lejos. En cierto modo, quería alejarse para evitar el posible abrazo de viktor al reencontrarse, le incomodaba bastante. Antes de poder decir cualquier cosa, ambos se habían perdido entre la multitud. Viktor besó los labios de su marido así como la cabeza de su pequeña.

—no hagamos una escena aquí, tenemos prisa por volver a casa, yuri.


¡Hicimos Historia! Yuri!!! On Ice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora