capítulo cincuenta y ocho: otoño.

824 101 19
                                    


a veces el tiempo pasa más rápido de lo esperado, como si en un parpadeo los días anhelados que se observaban a la lejanía están frente a ti. 

en un parpadeo, todo puede perderse.

o todo ganarse.

tres meses habían pasado desde las vacaciones que se habían tomado, la época otoñal llegó, se podía observar en las hojas anaranjadas que caían desde los árboles más altos en la ciudad, el crujido de las mismas al ser pisadas al acumularse en los caminos, el viento refrescante con una brisa anunciante del cambio de estación tan repentino. 

los rumores habían aparecido consigo, una vez más viktor y yuri estaban en la mira de los reporteros, quienes esperaban alguna nueva noticia de la pareja que adornase la portada de sus periódicos y páginas de noticias.

tres meses había sido tiempo suficiente para que yuri recuperara su condición de temporada una vez más, en las prácticas para su presentación junto con viktor tanto las tardes donde salía a trotar por las mañanas y atardeceres a las bahías de san petersburgo, el clima era el indicado para evitar su nariz y pecho doler por el aire frío tan repentino. 

sarah por su parte, había iniciado su etapa de gatear por toda la casa como si no hubiese un mañana, cosa que al inicio emocionó a sus padres, después resultó una razón para no despegar el ojo de la pequeña peliplata que se metía todo a la boca, razón para poner protección en cada enchufe del hogar por simple prevención, de alejar el cristal de ella, removiendo la exótica decoración de viktor en la sala principal durante una temporada.

cuando el azabache despegaba el ojo encima suyo un segundo, al voltearse ya no estaba ahí una vez más, pequeños infartos era los que sufría yuri al buscar de forma desesperada a la pequeña sarah, quien resultaba estar oculta entre los pesados abrigos y cajas de zapatos en el armario de viktor.

yuu por su lado, su peso corporal incrementó como lo haría el de un bebé común, un bebé risueño que colmaba a carcajadas con unos cuantos mimos y palabras, quizá una réplica en carne y hueso de su padre, yuri. 

después de semanas hablando de ello, viktor y yuri acordaron asignarle una niñera, en el contrato de solicitud estaba el guardar confidencialidad sobre ambos bebés, evitar fotos y divulgación para evitar una demanda, era una famosa niñera entre el círculo de sociedad alta, cuidando a pequeños de familias importantes, políticos y celebridades, la confianza estaba ahí, en la reputación que había ganado. Entre ambos, fue más difícil para viktor aceptar que alguien desconocida cuide a sus pequeños príncipes, por miedo a perderse los primeros pasos de sarah, sus primeras palabras, quería estar ahí para fotografiar todo. 

ese día, se llevaría a cabo la temporada otoñal dentro del patinaje artístico, por primera vez en mucho tiempo, yuri no se sentía nervioso al respecto, lo contrario, sentía una acumulada emoción aflorando en su pecho.

— ¿estás nervioso? —viktor se acercó a yuri, interrumpiendo sus pensamientos durante un segundo—, extrañamente te veo tranquilo.

— no estoy nervioso, estoy emocionado, me he esforzado mucho en las prácticas.

— siempre das lo mejor de ti en el entrenamiento —colocó su brazo sobre el del azabache con una sonrisa en su rostro—, es bueno que estés tranquilo, estaba algo angustiado de que estés nervioso por regresar después de tantos meses.

— no lo estoy, no te preocupes por ello —contestó sin dudarlo un segundo. Viktor lo observó unos cuantos segundos antes de sonreír con calma, yuri había perdido la irracional inseguridad característica de él cuando de situaciones como esa se trataba, esa mueca de preocupación y nerviosismo antes de cada presentación había desaparecido, con él, la inseguridad y baja autoestima; yuri había renacido una vez más, era incomparable a comparación de hace tan sólo año y medio.

¡Hicimos Historia! Yuri!!! On Ice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora