capítulo treinta y nueve: te amo, vitya.

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  — yuri, me vengo. — el peliplata, entre gemidos ahogados llenando la habitación y la exquisita combinación de los dulces gemidos del azabache con los roncos del ruso, causó un efecto afrodisíaco en ambos, llevándolos al tan esperado clímax. Viktor dejó caer con suavidad el peso de su cuerpo sobre el de su pareja, quien fatigoso se aferró a la ancha espalda de su pareja. Una noche ardiente de reencuentro entre ambos había ocurrido, satisfechos, sucios de besos y con una sonrisa poco inocente en sus rostros, cumplieron su anhelada noche. 

A la mañana siguiente, ambos se encontraban en sus camas, con pereza de ponerse de pie o tomar el desayuno, la falta de sueño en ambos era evidente por sus cansados rostros, pero poco les importaba, la noche anterior fue espectacular para ambos, no existía arrepentimiento alguno. 

— viktor —yuri tomó la palabra, dirigiéndose a su esposo con una mueca de cansancio—, ¿podemos no entrenar hoy? me duelen las caderas y tengo náuseas. 

— ¿será por el café de anoche? —se preguntó a sí mismo con confusión— sobre tus náuseas, seguro fue lo que tomamos anoche, de sólo ver esa bebida sentía la diabetes fluir en mi ser, tu tomaste bastante de ella. Y respecto tus caderas, lamento eso, anoche ambos estábamos muy salvajes, hay que admitirlo. 

— está bien, supongo que eso me pasa por dejarme llevar y montarte de forma dominante. 

— tu eros es muy maduro si te lo propones, yuri —contestó con una sonrisa mostrándose en sus belfos, después de acariciar la mejilla de su marido— me encanta.

— estás tan despeinado, viktor. 

— no te quedas muy atrás. —sus risas se vieron interrumpidas por el timbre de la puerta principal, viktor se puso de pie colocándose algo de ropa y peinando sus cabellos con sus dedos, en un intento de mostrarse un poco decente. Salió de la habitación en dirección a la puerta, misma que abrió con una expresión de sueño mostrándose aún en sí.

— oh, buenos días, minako. ¿a qué se debe la visita tan temprano?

— ¿temprano? está por ser mediodía, viktor. Por cierto, ¿por qué no contestaron mis llamadas ayer? estuve llamando repetidas veces y no me atendieron. 

— oh, salimos por la noche, yuri siempre pone su celular en silencio y yo también, error. 

— vaya que lo es —suspiró con pesadez, haciéndole entrega al peliplata de la pañalera azul que colgaba en su hombro izquierdo, posteriormente de la pequeña sarah, quien se encontraba chupando su dedo—, extraña a sus padres así que la traje temprano. 

— muchas gracias por cuidarla, aprovechamos el descanso. 

— y vaya que lo hicieron —arqueó su ceja mirándole de pies a cabeza, después de empezar a reír— no preguntaré por qué estás tan despeinado y el por qué de que estén en la cama a estas horas. —yuri salió de la habitación frotando sus ojos, después de dedicarle una sonrisa a su pequeña hija. 

— paren ya, que acabamos de despertar. 

— ¿por qué caminas de esa forma, yuri? ¿te caíste durante mientras patinabas o algo? —la pregunta de la castaña le puso algo nervioso, sin poder hacer gran cosa más que sonreír tontamente. 

— algo así —contestó, rascando su nuca—, se suponía que vendrían ayer, ¿no es así? les esperamos un rato y no vinieron.

— sí, pero nos quedamos probando pequeños vestidos y zapatitos, habían cosas tan hermosas, al terminar les llamé pero no me contestó, ninguno de los dos —les señaló arqueando la ceja—, entonces decidimos traerla con nosotras. Sería malo despertarla, se le veía tan tranquila dormida. 

¡Hicimos Historia! Yuri!!! On Ice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora