El sauce boxeador.

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Narra ___:

El final del verano llega más rápido de lo que he querido. Estoy deseando volver a Hogwarts, pero por otro lado, el mes que he pasado en La Madriguera había sido el más feliz de mi vida. A Harry resulta difícil no sentir envidia de Ron cuando piensa en los Dursley y en la bienvenida que le van a dar cuando vuelva a Privet Drive.

La última noche, la señora Weasley hace aparecer, por medio de un conjuro, una cena suntuosa que incluye  todos los manjares favoritos de Harry y míos que terminas con un suculento pudín de melaza. Fred y George redondean la noche con una exhibición de las bengalas del doctor Filibuster, y llenan la cocina con chispas azules y rojas que rebotan del techo a las paredes durante al menos media hora. Después de eso, llega el momento de tomar una última taza de chocolate caliente e ir a la cama.

(...)

A la mañana siguiente, nos llevó mucho rato ponernos en marcha. Nos levantamos con el canto del gallo, pero parece que quedan muchas cosas por preparar. La señora Weasley, de mal humor, va de aquí para allá como una exhalación, buscando tan pronto unos calcetines como una pluma. Algunos chocamos en las escaleras, medio vestidos, sosteniendo en la mano un trozo de tostada, y el señor Weasley, al llevar el baúl de Ginny al coche a través del patio, casi se rompe el cuello cuando tropieza con una gallina despistada.

A Harry y a mí nos entra por la cabeza que nueve personas, siete baúles grandes, tres lechuzas y una rata puedan caber en un pequeño Ford Anglia. Claro que no hay contado con las prestaciones especiales que le ha añadido el señor Weasley.

Sr. Weasley: No le diga a Molly ni media palabra —susurra.

Por fin estamos todos en el coche, la señora Weasley echó un vistazo al asiento trasero, en el que Harry, Ron, Fred, George y Percy estaban confortablemente sentados, unos al lado de otros, y dice:

Sra. Weasley: Los muggles saben más de lo que parece, ¿verdad?—Ella y Ginny y yo vamos en el asiento delantero, que ha sido alargado hasta tal punto que parece un banco del parque—. Quiero decir que desde afuera uno nunca diría que el coche es tan espacioso, ¿verdad?

El señor Weasley arrancó el coche y salimos del patio. Nos detenemos por qué a George se le ha olvidado su caja de bengalas del doctor Filibuster. Cinco minutos después, el coche se detiene de nuevo pero ahora en el corral para que Fred pueda entrar a tomar su escoba. Ya estamos en la autopista, Ginny grita que se ha olvidado su diario y tenemos que retroceder otra vez 😒. Ginny sube al coche, después de tomar el diario, llevamos muchísimo retraso y los ánimos están alterados.

El señor Weasley mira su reloj y luego a su mujer.

Sr. Weasley: Molly, querida...

Sra. Weasley: No, Arthur.

Sr. Weasley: Nadie nos verá (alguien mal pensó o soy la única 😳) . Este botón de aquí es un accionador de invisibilidad que he instalado. Ascenderíamos en el aire, luego volaremos por encima de las nubes y llegaremos en diez minutos. Nadie se dará cuenta...

Sra. Weasley: He dicho que no, Arthur, no a plena luz del día.

Llegamos a Kings Cross a las once menos cuarto. El señor Weasley cruza la calle a toda pastilla para traernos con unos carritos para cargar los baúles, y entramos todos corriendo en la estación. Mucha gente se nos queda mirando por la cantidad que somos, pues qué día ves a una "familia" de nueve personas corriendo a toda prisa.

Sra. Weasley: Percy primero —dice, mirando con inquietud el reloj que está en lo alto, que indica que sólo tenemos cinco minutos para desaparecer disimuladamente a través de la barrera.

Siempre a tu lado (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora