La nueva canción del sombrero seleccionador

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Narra Harry: 

No quiero que los demás sepan que Luna, ___________ y yo tenemos la misma alucinación, si eso es lo que es, de modo que no vuelvo a mencionar los caballos.
Con todo, no puedo evitar mirar las siluetas de los animales que se mueven detrás de la ventanilla.

Ginny: ¿Han visto a Grubbly-Plank? —pregunta—. ¿Qué hace aquí? No se habrá marchado Hagrid, ¿verdad? 

____________: Esperemos que no...

Luna: A mí no me importaría —dice—. No es muy buen profesor.

Harry/________/ Ron/ Ginny: ¡Claro que lo es! —saltamos, enojados.

Lanzo una mirada fulminante a Hermione, que carraspea y dice:

Hermione: Sí, sí... Es muy bueno.

Luna: Pues a los de Ravenclaw nos da mucha risa —comenta sin inmutarse.

Ron: Se ve que tenéis un sentido del humor muy raro —le espeta mientras las ruedas
del carruaje empezaban a moverse.

A Luna no parece afectar la tosquedad de Ron; más bien al contrario: se queda mirándolo un buen rato como si fuera un programa de televisión poco interesante.

Los coches, traqueteando y balanceándose, avanzan en caravana por el camino. 

Cuando pasamos entre los dos altos pilares de piedra, adornados con sendos cerdos alados en la parte de arriba, que hay a ambos lados de la verja de los jardines del colegio, me inclinó hacia delante para ver si hay luz en la cabaña de Hagrid, junto al Bosque Prohibido, pero los jardines están completamente a oscuras. El castillo de Hogwarts, sin embargo, se erguía ante ellos: un imponente conjunto de torrecillas, negro como el azabache contra el oscuro cielo, con alguna que otra ventana muy iluminada en la parte superior.

Los carruajes se detienen con un tintineo cerca de los escalones de piedra que conducen a las puertas de roble, y soy el primero en apearse. Luego vuelvo a mirar de mala gana, porque todavía alberga esperanzas de que haya desaparecido, a aquellas esqueléticas criaturas que conducen los carruajes, y veo que se han quedado quietas y silenciosas en la fría noche, y que sus blancos e inexpresivos ojos relucen.

Ya he tenido en otra ocasión la experiencia de percibir algo que Ron no pueda ver, pero se había tratado de un reflejo en un espejo, algo mucho más incorpóreo que un centenar de sólidos animales lo bastante fuertes para tirar de una flota de carruajes. Si Luna no miente, aquellas bestias siempre han estado allí, aunque ____________ y yo nunca las hemos visto. Entonces ¿por qué puedo percibirlas en este momento, y mi amigo no?

Ron: ¿Vienes o qué? —me pregunta.

Harry: ¡Ah, sí! —respondo rapidamente, y me uno a la muchedumbre que corre escalones arriba y entró en el castillo.

Narradora: 

El vestíbulo resplandecía con la luz de las antorchas, y en él resonaban los pasos de los
alumnos que caminaban por el suelo de losas de piedra hacia las puertas que había a la derecha, las cuales conducían al Gran Comedor donde iba a celebrarse el banquete de bienvenida.

Los alumnos fueron sentándose a las cuatro largas mesas del Gran Comedor, bajo un techo negro sin estrellas, idéntico al cielo que puede verse a través de las altas ventanas. Las velas que flotan en el aire, sobre las mesas, iluminan a los plateados fantasmas que han desperdigados por el comedor, así como los rostros de los alumnos, que hablan con entusiasmo intercambiando noticias del verano, saludando a gritos a los amigos de otras casas y examinándose los recientes cortes de pelo y las nuevas túnicas. Una vez más, Harry y ____________ se fijan en que la gente inclina la cabeza para cuchichear entre sí cuando él pasa a su lado; aprietan los dientes e intentan hacer como que no lo han notado o que no le importa.

Siempre a tu lado (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora