Siempre a tu lado (Harry Potter y tu)

Caminos separados

Nota: Yo les digo en que momento poner la canción, okay... es por el momento y que lo sienta 😄

Narra Harry: 

No puedo creer todavía lo que acabo de escuchar, ¡¿______________ se va a morir?!, pero lo que más me duele en el corazón es, ¿por qué ___________ no me dijo nada? y más que todo, ¿no confía en mí como su novio que soy?

________________ se aleja de él con cara de desprecio, observó como lentamente su cabello empieza a tomar lentamente de su color natural y sus ojos regresan a la normalidad... Será ¿que Fénix intenta controlarla? 

Dumbledore se levanta y mira un momento a Barty Crouch con desagrado.

Luego alza otra vez la varita e hace salir de ella unas cuerdas que lo dejan firmemente atado. Se dirige entonces a la profesora McGonagall.

Dumbledore: Minerva, ¿te podrías quedar vigilandolo mientras subo con Harry y con ____________?

McGonagall: Desde luego —responde. Da la impresión de que siente náuseas, como si acabara de ver vomitar a alguien. Sin embargo, cuando saca la varita y apunta con ella a Barty Crouch, su mano está completamente firme.

Dumbledore: Severus, por favor, dile a la señora Pomfrey que venga —indica—. Hay que llevar a Alastor Moody a la enfermería. Luego baja a los terrenos, busca a Cornelius Fudge y tráelo acá. Supongo que querrá oír personalmente a Crouch. Si quiere algo de mí, dile que estaré en la enfermería dentro de media hora.

Snape asiente en silencio y sale del despacho.

Dumbledore: Harry... _____________...—llama con suavidad.

Me levanto y vuelvo a tambalearme. El dolor de la pierna, que no había notado mientras escuchaba a Crouch, acaba de regresar con toda su intensidad. También me doy cuenta de que tiemblo. Dumbledore me toma del brazo y me ayuda a salir al oscuro corredor. Mientras nos sigue detrás de nosotros.

Dumbledore: Antes que nada, quiero que vengan a mi despacho, Harry, ____________ —nos dice en voz baja, mientras nos encaminamos hacia el pasadizo—. Sirius nos está esperando allí, he igual tus hermanos, ________________.

Asiento con la cabeza. Me invade una especie de aturdimiento y una sensación de total irrealidad, pero no hago caso: estoy contento de encontrarme así. No quiero pensar en nada de lo que ha sucedido después de tocar la Copa de los tres magos. No quiere repasar los recuerdos, demasiado frescos y tan claros como si fueran fotografías, que cruzan por mi mente: Ojoloco Moody dentro del baúl, Colagusano desplomado en el suelo y agarrándose el muñón del brazo, Voldemort surgiendo del caldero entre vapores, Cedric... muerto, Fénix saliendo de la oscuridad iluminando con sus llamas de los ojos que me miraban, Cedric pidiéndonos que lo llevaramos con sus padres...

Harry: Profesor —murmuró—, ¿dónde están los señores Diggory?

Dumbledore: Están con la profesora Sprout —dice. Su voz, tan impasible durante todo el interrogatorio de Barty Crouch, tiembla levemente por vez primera—. Es la jefa de la casa de Cedric, y es quien mejor lo conocía.

Llegamos ante la gárgola de piedra. Dumbledore pronuncia la contraseña, se hace a un lado, y él, ________________ y yo subimos por la escalera de caracol móvil hasta la puerta de roble. 

Dumbledore la abre.

Sirius se encuentra allí, de pie. Tiene la cara tan pálida y demacrada como cuando había escapado de Azkaban y los hermanos mayores Salvatore se encuentran igual de serios, como esa vez que me amenazaron en el baile de navidad. Sirius cruza en dos zancadas el despacho.